Y ¿qué hubo “en el Principio”? Luis Manuel Suarez, cmf
Amigos: Comparto con ustedes una
sencilla y profunda reflexión de un Claretiano, publicada en Ciudad
Redonda. Es un 'regalo' de fin de año:
“En el Principio” había Silencio. Porque para que resuene
una palabra, tiene que haber silencio. El silencio de un universo aún sin
proyecto, sin comienzo. El gran silencio donde se sueñan los grandes sueños…
para que un día puedan llegar a ser realidad. El silencio del amor con el que
se miran los enamorados, con esa mirada cómplice donde no hacen falta las
palabras. El Silencio del Amor del Dios trinitario.
“En el Principio” había Palabra. La palabra, el
contenido, que irrumpe y crea la realidad. Crea, organiza, recrea… La Palabra
que deshace el caos y que ordena la vida. La Palabra que expresa lo que Dios
soñó, que no es otra cosa que la imagen acabada de su ser en relación: el Hijo.
“En el Principio” había Vida. La Vida en abundancia es el
proyecto de Dios para el mundo. Personificada en su Hijo, esa Vida está llamada
a desarrollarse, en todas sus dimensiones, entre nosotros. Y para ello, Dios ha
venido a nosotros y nos ha hecho co-creadores de vida.
“En el Principio” había Luz. Luz que alumbra, que
ilumina, que da seguridad, que orienta, que quita las cegueras… Luz para vivir…
Si “en el Principio” hubo Silencio, Palabra, Vida y Luz,
es porque estamos llamados al silencio, a la palabra, a la vida y a la luz. No
te conformes con menos. Ni dejes que otros lo hagan. Díselo de manera que lo
entiendan.
Como Juan Bautista en su tiempo: “no era la luz, sino
testigo de la luz”. También a ti se te ha dado ser, a tu medida y en tu
contexto, “testigo de la luz”. ¡Qué grande! Que en el año que comienza mañana
puedas avanzar en este camino personal y misionero.
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