La conversión
Entre los términos que más enredados nos resultan destaca este de la conversión, que no es más que la transformación que se opera en la persona, voluntariamente, en busca del cumplimiento de la Palabra del Seños en nuestras vidas. Convertirse implica un esfuerzo, a pesar de ser toda una gracia que recibimos. No me convierto al Señor solo porque yo lo quiera sino porque Él así lo ha querido, buscado y favorecido. Por tanto, podemos considerar ―desde todo punto de vista― que la conversión es un hecho de nuestra voluntad y que Dios ha concedido como una gracia, un don. La conversión nos transforma en nuestra esencia y se refleja en nuestro comportamiento; de manera que podemos decir que constituye nuestra respuesta de acogida a la voluntad de Dios en nosotros. Como don recibido, ha de ser cuidado y favorecido, pudiendo, entonces, referirnos a la conversión como un proceso dentro del cual nos sumergimos, iniciando un camino o recorrido que nos acercará a la voluntad de Dios en nuestras