Jueves Santo, 9 de abril de 2020, Cena del Señor
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenas tardes,
hermanas y hermanos! Reciban la más cordial bienvenida a esta muy particular
celebración de la Cena del Señor, cuando se inicia el Triduo Pascual. El mismo Cristo
nos ha invitado a revivir la Primera Eucaristía que Él celebró, y de la cual,
en memorial, se derivan todas las demás.
Ciertamente, Jesús conocía
lo que le esperaba. Durante la significativa fiesta que el Pueblo judío había
celebrado desde su liberación del yugo egipcio, Jesús les entregaría y explicaría
cómo sería la nueva y definitiva Pascua, cuando el Señor pasaría liberando de
la muerte que el pecado acarrea, dando su ejemplo de cómo vivir el nuevo
Mandamiento del Amor, sirviendo en lugar de esperando ser servido, entregándose
sin reservas al prójimo, disponiéndose, en fin, ellos -y también nosotros- a
encontrarnos y hacer la Voluntad de Dios en nuestras vidas.
Al instituir la Eucaristía,
Jesús nos entrega el sacerdocio ministerial. Son los sacerdotes quienes,
actuando en la Persona de Cristo, perpetúan Su Presencia hasta el final de los
tiempos con la acción sacramental. ¡Sean bendecidos en el amor de Cristo todos
los sacerdotes!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA: En la primera Pascua Dios pasó liberando a su Pueblo para que dejaran de ser esclavos en
Egipto, tal y como se relata en el libro del Éxodo. A este
paso liberador, transformador y salvador hacia el Pueblo elegido refiere Jesús
su propio ‘paso liberador y redentor’.
SALMO: Imposible negar el temor del ser humano a la muerte en cualquiera de sus
manifestaciones. Sin embargo, surge un inmenso grito de
alegría y de acción de gracias "al Dios liberador", hacia quien hemos
de sentir serena confianza, a pesar de los sufrimientos y debilidades
humanas, dando gracias al Señor que nos libra de la angustia de la muerte.
SEGUNDA: La Eucaristía es memoria y
presencia de la Muerte y Resurrección del Señor. En su I Carta a los Corintios,
san Pablo entrega la que ha de constituirse en la nueva tradición: el
mismo Jesús, terminada la Cena, comparte y entrega el Cuerpo y la Sangre,
memorial suyo; siendo así que la Fracción del Pan –nuestra comunión-
debería realizarse en torno al amor, la amistad y el servicio, tal y como
Jesús lo enseñó y lo mandó.
EVANGELIO: San Juan deja muy claro, con
el lavatorio de los pies, que la común-unión con Cristo solo se da desde el
servicio, la entrega y el amor. La Fracción del Pan no puede ser mero ritual a
repetir; hemos de hacer lo que Él hizo, convertirnos en servidores humildes
para todos, capaces de rebajarnos ante el hermano, en especial ante los más pequeños
de nuestro entorno.
MONICIÓN AL LAVATORIO DE
LOS PIES
Lavar los pies era un
servicio que prestaban los esclavos, humillados de rodillas ante ‘los
importantes’. La Iglesia nos ha animado a todos –ministros y laicos- a ser servidores.
Hoy estamos impedidos de acercarnos unos a otros por las circunstancias que se
están desarrollando a nivel mundial. Sin embargo, pasada la crisis, debemos
seguir el camino que Jesús nos señaló.
ORACIÓN DE LOS FIELES
De Jesús nace la
fraternidad que nos convierte en auténticos intercesores por la Iglesia y el
mundo entero. Responderemos: Padre, que nos encontremos en tu amor.
1.
Presentamos
al Señor a cada persona para que nos transformes y reorientes nuestros pasos
hacia el bien, el servicio al necesitado y la esperanza. Oremos.
2. Te presentamos Tu Iglesia, Señor, para que la
restablezcas de sus pecados y la animes a seguir Tus pasos cada día. Oremos.
3. Encomendemos a todos los sacerdotes; que sean
fortalecidos en Tu amor para servir sin descanso, dando a conocer Tu Gloria,
Señor. Encomendamos sus necesidades y debilidades a Tu amor. Oremos.
4. Nos hemos vuelto demasiado complacientes con
nosotros mismos y descuidamos a quienes están con nosotros. Luego del temor y
el dolor experimentados por lo que nos trasciende, que tu Santo Espíritu nos
anime a volcarnos con amor hacia quienes nos necesitan. Oremos.
5. El egoísmo ha empañado el amor familiar. Que al
recibir la Eucaristía disminuya el amor propio y crezca el amor desinteresado
que da felicidad y bienestar a nuestro prójimo. Oremos.
6.
Pensamos
en quienes no oran, quienes no te conocen, Señor, quienes resienten de la vida
o de personas, quienes viven sin esperanza, quienes han de morir hoy. Oremos.
7.
Recordamos a los difuntos y suplicamos por su eterno descanso.
Recordamos a quienes les lloran para que les llenes de esperanza. Oremos.
8.
Oramos
por quienes han descubierto en lo que hacen cada día la oportunidad de ser
misericordiosos, servir amando, dándose plenamente. Oremos.
Gracias, Padre de amor, por
atender nuestras necesidades; haz que, fortalecida en el Pan Celestial, toda la
Iglesia se constituya servidora de los más desfavorecidos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
MONICIONES DEL OFERTORIO
Muy pronto, Señor, realizarás el Milagro por
excelencia al transformar el pan y el vino en tu Cuerpo y en tu Sangre.
Sabemos, además, que transformarás todo lo que te entreguemos, hasta nuestras
vidas.
VESTIDURAS SACERDOTALES
Cada
sacerdote Te representa, Señor, como instrumento de Tu amor. Al llevar hasta el
altar estas vestiduras sacerdotales Te entregamos las necesidades personales,
familiares, pastorales y espirituales que Tus hijos, los sacerdotes, tienen. Tú
sabrás obrar misericordiosamente en ellos.
CÁLIZ Y VINAJERAS
Traemos
ante Tu altar, Señor, una ofrenda que el hombre elabora para que Tú la
transformes. Es que, aunque nuestros ojos no lo puedan distinguir así, ellas serán
Tu Cuerpo, Tu Sangre, Tu Alma y Tu Divinidad, que se nos darán en el Alimento
para la Vida verdadera y para nuestra Salvación, Señor.
Por Tu gran Misericordia, ¡GRACIAS,
SEÑOR!
TRASLADO DEL SANTÍSIMO
Este año apenas si hay
personas ante el Monumento, ese lugar especialmente preparado para colocar en
él al Santísimo Sacramento, donde permanecerá durante la noche de hoy esperando
nuestra oración y adoración desde donde estemos, y que mañana, Viernes Santo, habría de servir para la comunión de los fieles.
La invitación es a adorar
al Señor Jesús, eucarísticamente presente en el tabernáculo desde nuestros
lugares de cuarentena. Oremos y contemplemos a nuestro Dios. Adorémosle en
espíritu y verdad, con esa devoción sencilla que Lo reconoce como nuestro
Mesías y Salvador. Ofrezcámosle este pequeño sacrificio de estar con Él un
rato, velando, tal y como les pidió a sus discípulos una noche como esta.
Intercedamos por quienes no Lo buscarán. Dispongámonos a recibir Sus
bendiciones.
ORACIÓN ANTE EL MONUMENTO
Seguidamente y de acuerdo a
las orientaciones dadas, con amoroso respeto y gratitud, cada fiel y los
diferentes grupos de apostolado se encargarán de dirigir la oración de esta
Vigilia desde donde se encuentran.
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