III Domingo de Pascua, 5 de mayo de 2019
MONICIÓN DE ENTRADA ¡Muy bendecido día, hermanos! ¡Que los corazones se alegren ante la Presencia nutricional, sanadora, liberadora y transformadora de Aquél que venció la muerte para darnos su propia vida! En efecto, al celebrarse la Eucaristía Jesús pasa gloriosamente sobre nuestro pecado en cada altar, entregándose incruentamente al Padre para rescatarnos de la muerte, del pecado. Hoy, con quienes lo conocieron personalmente, los Apóstoles, reconoceremos al Señor por la fe. Y, precisamente por eso se nos llamará a recobrar el ánimo ante nuestra propia debilidad –que nos aleja de Dios- para comprender que el Señor siempre estará entre nosotros, transmitiéndonos su propia Vida y recordándonos que sigue esperando que Lo anunciemos a todas las personas, como testigos que somos de su amor y su poder. Para hacerlo, hemos de tener una fe tan grande que hasta podamos obedecer a Dios en lugar de complacer al mundo. PENITENCIAL v Nos gusta quedar bien con la gente y,