VII Domingo de Pascua Solemnidad de la Ascension del Señor Día de las Madres 8 de mayo de 2016
MONICIÓN DE
ENTRADA
¡Día de bendiciones para todas y todos nosotros! Les damos la más
cordial bienvenida a nuestra Eucaristía del VII Domingo de Pascua, en el que
celebramos la Ascensión del Señor.
Aquél que quiso hacerse uno con nosotros –menos en el pecado-, que
nos enseñó a vivir según la Voluntad del Padre, que nos entregó su propia vida
y hasta a su Madre, que prometió quedarse siempre con nosotros, Jesús, hoy lo
veremos ascender a los cielos para sentarse a la derecha del Padre. Mientras
tanto, nosotros hemos de asumir un compromiso real con nuestra fe y con la
comunidad, nuestro prójimo.
Y qué hermoso que en este día
de tal trascendencia celebremos a
tantísimas mujeres que se han prestado para colaborar con Dios en el proceso
creador, al permitirse ser madres.
Privilegiadas criaturas que viven ese sí del servicio al hijo, a la hija, desde
su pequeñez y su grandeza. ¡Dios bendiga a todas las madres!
Dentro de la alegría pascual, con los ojos fijos en nuestro Salvador
y el corazón lleno de gratitud por nuestras madres, dispongámonos a ser
testimonio vivo en la Eucaristía y en nuestro cada día.
PENITENCIAL
(Niño/a: ¡Quiero superarme, lograr mis metas! 1. Nos
encanta soñar y hasta llegamos a creer que los sueños se realizan solos. No nos
gusta esforzarnos por lograr metas. ¡SEÑOR
QUE NOS IMPULSAS A LA VIDA, TEN PIEDAD!
(Niño/a: ¡Mi alma solo te busca a ti, Señor Jesús! 2. Pretendemos
solucionar nuestra vida acudiendo a fuerzas y poderes ocultos; olvidamos que
sobre Jesús, nuestro Señor, no existe poder alguno, que Él es el soberano. ¡CRISTO, QUE VENCISTE A LA MUERTE, TEN
PIEDAD!
(Niño/a: ¡Que lo que hago hable de la Iglesia que formo! 3. Hablamos
muchas veces mal de la Iglesia, olvidando que NOSOTROS SOMOS LA IGLESIA; que
también tenemos que evangelizar, principalmente con la manera en que vivimos. ¡SEÑOR, QUE NOS HICISTE IGLESIA TUYA, TEN
PIEDAD! .
MONICIONES
A LAS LECTURAS
PRIMERA: Muchas
veces esperamos que Dios nos dé lo que nos gustaría y no lo que nos convendría
recibir. Tomada del inicio del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nuestra
primera lectura de hoy narra cómo ocurrió la Ascensión del Señor. Y los
Apóstoles, al presenciar la inminente partida del Señor, solo se preocupan por
la construcción del reino de este mundo. Correspondió a dos ángeles hacer volver a su misión a aquellos hombres: Él
volverá, así que, no se detengan, ¡a trabajar por el Reino de Dios!
SALMO: El
Salmo 46 nos presenta a Jesús, vencedor de la muerte, sentado a la derecha del
Padre. Dios es el dueño de toda la tierra y nosotros somos su heredad. Su
triunfo es nuestro triunfo, el de toda la humanidad que debe batir palmas y aclamar a Dios con gritos de júbilo.
SEGUNDA: La segunda lectura, de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios,
resume de manera sencilla el poder liberador de Cristo para salvar a la
humanidad. Sentado a la derecha de Dios Padre, Jesús intercede por nosotros,
que vamos de camino, como Cuerpo suyo, hacia el Padre eterno.
EVANGELIO: San Lucas escribe los Hechos
de los Apóstoles como continuación de su Evangelio. No hay lugar para
tristezas, pues el trabajo por realizar es muy extenso. Ahora cada discípulo
–tanto entonces como en nuestro tiempo- tiene la misión de ser portador de la
Buena Noticia de Jesús. Nosotros somos discípulos de Jesús y contamos con la
fuerza de Aquel que ha sido prometido tanto por el Padre como por el Hijo para
cumplir nuestra misión.
ORACION DE LOS FIELES
Jesús
no es una persona cualquiera. Nos enseñó cómo es Él antes de cumplir su Misión
y volver al Padre. Él es el Mediador por excelencia y le suplicamos en nuestras
necesidades diciendo: ¡Señor Jesús, eleva nuestra oración al Padre.
1. Tú eres fiel, Señor Jesús. Bendice a la Iglesia y a cada uno de sus ministros
-el Papa Francisco; nuestros obispos: Baltazar Enrique y Alfredo Enrique; a
nuestros sacerdotes: José Antonio y Jesús Antonio; a nuestro hermano: John
Jairo; a cada bautizada, a cada bautizado; para que todos sintamos el gozo de
servir a quien nos necesite, de ser Iglesia. Oremos.
2. Tú nos enseñas lo bueno que es orar, Señor Jesús. Bendice a tus hijas
e hijos con el don de la oración comunitaria y personal, que puede hacernos
mover las más grandes montañas: las que están en nuestro corazón. Oremos.
3. Tú eres el amor más pleno, Señor. Bendice a todas las madres para que, a
ejemplo de María, sean sostenidas en su ardua labor por esa fe inquebrantable en
tu Providencia; que tu amor las capacite para formar hombres y mujeres de bien.
Oremos.
4. Tú eres Familia Trinitaria, Señor. Bendice nuestros hogares para que
tengamos el valor de cambiar las actitudes que destruyen y empobrecen a cada
integrante. Oremos.
5. Tú eres el Camino, Señor Jesús. Bendice nuestros pasos y acompáñanos en
nuestras decisiones. Oremos.
6. Tú eres la Verdad, Señor Jesús. Bendice nuestra voluntad para que seamos
auténticos y aprendamos a vivir en tu Verdad. Oremos.
7. Tú eres la Vida, oh Jesús. Bendice nuestra disposición de morir al egoísmo y
vivir plena y abundantemente, según tu oferta para nuestro cada día. Oremos.
8. Tú eres el Príncipe de la Paz. Bendice nuestra historia personal y comunitaria,
así como a nuestra nación, con esa Paz que no es como la que da el mundo. Oremos.
9. Jesús, Tú nos enseñaste que existe la Vida Eterna. Bendice nuestro recuerdo
de quienes ya han pasado de esta vida a la verdadera y dales a todos ellos el
descanso en que creyeron. Oremos.
OFERTORIO
1.
En esta madre gestante entregamos a
todas las mujeres que están esperando un hijo. Que tu presencia en sus vidas
las ayude a ser fieles a tu amor y a ser fuente de amor para sus hijos y
quienes las rodean.
2.
En esta cajita hay muchos papeles donde te hemos escrito,
Señor, algunas necesidades. Te las entregamos para que las lleves al Padre, con
quien ahora estás, Jesús.
3. ¡Nada podemos hacer sin Ti,
Señor Jesús! Sabemos que muy pronto volverás a ofrecerte al Padre por nosotros.
Creemos que tu Espíritu convertirá el
pan y el vino en tu Cuerpo y tu Sangre para nuestra salud. ¡Gracias, Señor
Jesús!
ORACIÓN FINAL
Padre
Bueno, que jamás desatiendes nuestros ruegos, acepta las súplicas y acciones de
gracias que han brotado de nuestros corazones para que, transformados y fortalecidos
por la Fuerza que viene de lo alto, podamos
ser testigos creíbles del amor que Jesús nos enseñó. Amén.
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