XXIII Domingo del Tiempo Ordinario 6 de septiembre de 2015


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos! Reciban la más cordial bienvenida a nuestra acción de gracias a Dios, quien nos da todo lo que necesitamos para ser felices. Hemos de preguntarnos qué tanto caso hacemos a lo que el Señor nos pide que hagamos. ¿Será que somos capaces de tratar a todas las personas con la misma amabilidad y respeto? ¡Podríamos probarlo, saludando a quienes están junto a nosotros en esta Eucaristía, dándole un cálido saludo de hermanos en Cristo, presentándolos al Señor como iguales que somos!
Comprobaremos que el Señor quiere llenarnos de esperanza, que todo lo ha hecho para todos –Él no hace diferencias sociales, culturales o económicas-, que nos ama con locura de Cruz a todos por igual, y que espera que nosotros hagamos lo mismo. Él nos da la sanación que requerimos. Él quiere que nos sintamos hermanos. Él quiere que tengamos paz dondequiera que nos encontremos.
Colaboremos con el Señor para que muchos experimenten desde ya el Reino de Dios.  ¡Participemos con alegría en este encuentro de hermanos!

PENITENCIAL
1. Ponemos nuestras esperanzas en todo lo humano porque creemos poco en Dios y Su poder para intervenir en nuestras vidas. Señor, ten piedad.
2. Nos reconocemos cristianos pero damos poco valor a las personas y sus necesidades si no visten bien o tienen pocos recursos materiales. Cristo, ten piedad.
3. Buscamos el espectáculo de una misa de sanación o un predicador donde ocurran portentos visibles, pero despreciamos las sencillas y comunes acciones de Dios, que toca los corazones. Señor, ten piedad.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Cuando vivimos serias dificultades a nivel personal o como sociedad podemos llegar a desanimarnos mucho, a sentir que nada tiene sentido, que todo esfuerzo es inútil. El Señor nos habla a través del profeta Isaías para que dirijamos nuestra mirada de esperanza sobre todas esas situaciones.
SALMO.- El salmista reconoce la grandeza de nuestro Dios, lleno de misericordia -tal como un padre bueno, siempre dispuesto a auxiliar y proteger a los más débiles. Por eso le corresponden las alabanzas más sinceras, desde el corazón. ¡Hagámoslo también nosotros!
SEGUNDA.- De la carta del apóstol Santiago proviene esta simple y clara exhortación a ser cristianos coherentes en nuestra vida, haciendo que fe y servicio, creencia y afectos sinceros, ayuden a otros a enriquecer su fe y vivir desde ya el Reino de Dios. Y nos alerta a ser buenos con todos, con los que menos tienen tanto como con los que lo tienen todo.
EVANGELIO.- A Jesús hay que descubrirlo en cada espacio y momento de nuestra vida. Si bien es cierto que nos asombran los milagros, estos ocurren para animar y fortalecer nuestra fe; por lo tanto, obedecen a un encuentro personal con el Señor. Seguidamente escucharemos del evangelio de san Marcos la curación de un sordo y tartamudo. ¿Nos asombraremos o creeremos más en Dios?

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Para que despierte al llamado del Señor. Y que tanto el Papa, como los obispos, sacerdotes, religiosos y cada bautizado pongan en práctica su condición profética, denunciando el mal, promoviendo la justicia y la solidaridad y puedan llenar al mundo de esperanza. Roguemos al Señor.
2. Por los sordos físicos. Ellos no pueden tener las sensaciones que experimentamos a través de la música, la palabra u otros sonidos. Por los sordos sociales y espirituales. Ellos son incapaces de escuchar las necesidades del prójimo. Roguemos al Señor.
3. Por los gobernantes. Ellos están llamados a ser los grandes promotores de justicia, paz y bien para los pueblos. Ellos deben velar por las familias, su seguridad e integridad. Roguemos al Señor.
4. Por Venezuela. Por las distintas situaciones que vive. Por sus ciudadanos.
5. Por las instituciones sociales, dentro y fuera de la Iglesia. Que su actitud evangélica actúe a favor de los más necesitados y favorezca importantes cambios sociales, despertando a los adormecidos, promoviendo el valor de la persona y el respeto mutuo. Roguemos al Señor.
6. Por nuestros sacerdotes, especialmente los que están enfermos. Que la fuerza del Espíritu les sostenga en sus momentos más difíciles y les anime a esperar contra toda esperanza. Roguemos al Señor.
7. Por nosotros y nuestras familias. Que por la acción sacramental, de la oración y de la Palabra podamos ser receptores y transmisores de la paz de Cristo donde quiera que nos encontremos. Roguemos al Señor.
8. Por quienes duermen el descanso eterno. Que el servicio desinteresado a los pobres, enfermos y necesitados les obtenga el perdón de sus culpas. Roguemos al Señor.

OFRENDAS
Llevamos hasta el altar la excelente ofrenda del pan y del vino. Ella nos capacitará     –una vez convertida en Cuerpo y Sangre de Cristo- para ser perfectos, como lo es nuestro Padre celestial. Sabemos, Señor, que nos invitaste a Tu Banquete para alimentarnos, así que Te entregamos, también, en estas especies a quienes no podrán recibirte eucarísticamente. Confiamos en Tus abundantes bendiciones, Señor, y Te agradecemos.


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