ESCENIFICACIÓN: LA HISTORIA DEL PESEBRE



Llegan los muchachos con cajas llenas de adornos que compraron para ‘hacer la Navidad’. La mamá se alegra inicialmente pero, poco más tarde, se entristece y asombra. Descubrió que ¡no habían traído nada para el Pesebre!... Por eso ‘les informa’ que se habían olvidado de lo más importante, los adornos del Pesebre.
Los muchachos se hacen los que no entienden, se burlan de la idea de la mamá y le explican que eso ya no se usa, que no está de moda; que es feo y aburrido y que no hay espacio para eso en la casa… La mamá les escucha pacientemente y les replica sobre la importancia de cada signo:
MAMÁ: El árbol de Navidad es, relativamente, un reciente adorno dentro de los adornos más tradicionales y típicos de la Navidad. Pero algunos de los adornos que contribuyen al ambiente navideño y que todavía perduran en nuestra era comercial son tradicionales. Me refiero a las piñas, las coronas de diversos materiales, los faroles y guirnaldas, las bolitas y los lazos de tela. Pero es tal la creatividad comercial y el diseño de numerosos e imaginativos adornos que llegamos a perder el sentido de qué es lo que adornamos y por qué y para qué lo hacemos. Por eso, los belenes y los adornos sencillos son desplazados por el árbol de Navidad.
HIJO: Pero no nos negarás que son bellos y vistosos, llenos de figuras y luces. ¡Fíjate que hasta música podemos ponerle…! (Los otros participantes pueden dar sus propias opiniones apoyando la validez de esos adornos, respetando su turno de intervención y hablando hacia los asistentes). …¡Se ven tan lindos!
MAMÁ: Ciertamente, son adornos, simplemente adornos. Los colocamos por su hermosura, porque son prácticos de hacer y colocar, o porque no están demasiado caros… Son muchas las razones. Pero ¿y el significado? ¿Realmente tienen que ver con la Navidad y con lo que ésta significa?
HIJA: ¡Ay, mamá! ¡Hoy en día eso ya ni importa! ¡Es que tu Pesebre es un charlatán! (todos los muchachos se ríen).
MAMÁ: ¡Eso es verdad, hija! Mi Pesebre cuenta muchas cosas, lo que pasó en Belén hace unos dos mil años y que nos refiere la Biblia. Así, nos ayuda a centrarnos en lo que realmente es la Navidad: la celebración del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo, el Mesías. Y no me hace falta saber mucho del Pesebre porque –como bien dijiste- habla solo.
HIJA: Sí, pero ni siquiera saben de dónde salió ni por qué se hace.
MAMÁ: Falso, pues eso sí lo sé: Los "nacimientos", “pesebres” o "belenes" se introdujeron, por la vía de la tradición franciscana. Un 24 de diciembre de 1223,  tres años antes de su muerte, San Francisco de Asís formó el primer pesebre en Greccio. La palabra pesebre significa esa especie de cajón generalmente de madera en que se les echa la comida a los animales. En uno de esos cajones es donde puso la Virgen a su Hijo recién nacido porque, al no tener sitio en la posada, tuvieron que guarecerse Ella y san José en una cueva de la montaña, de esas que aprovechan los pastores como cobijo para ellos y sus rebaños. Por cuanto allí hay pesebres, también se le da este nombre al lugar donde hay pesebres.  Como lo dice la Palabra de Dios, María "… dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón" (Lucas 2, 7). De modo que la palabra pesebre significa, además, cercado o lugar cerrado en que se recoge el ganado, establo, cuadra, etc.
HIJO: ¿San Francisco de Asís es el que fundó el grupo de la iglesia, los SOLDEDI?
MAMÁ: No, hijo. ¡Él vivió hace ochocientos años! (Se pueden reír un poco los otros).
ABUELITA: Veo que no saben mucho sobre quién inventó el pesebre. ¡Se los voy a contar! ¡Pongan mucha atención!
El pesebre lo inventó San Francisco de Asís, el santo de la humildad y de la pobreza, en la Navidad de 1223, hace muchos años ya, en el pueblecito de Greccio, en Italia. Francisco estaba débil y enfermo, y pensando que tal vez aquella sería su última Navidad en la tierra, quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial.
Un amigo de Francisco, el señor Juan Velita, era dueño de un pequeño bosque en las montañas de Greccio, y en el bosque había una gruta que a Francisco se le parecía mucho a la cuevita donde nació Jesús, en los campos de Belén, y que él había conocido hacía poco en su viaje a Tierra Santa. Francisco habló con su amigo, le contó su idea de hacer allí un “pesebre vivo”, y juntos lo prepararon todo, en secreto, para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo, niños y grandes.
Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas (tomamos niños y adultos de los asistentes, como imaginándolo) para que representaran a María, a José, y a los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del Nacimiento. ¡Hasta consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús!
La noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas…(una de las chicas toma las campanillas para simularlo)  ¡Tocaban y tocaban como si hubiera una celebración especial!… Pero nadie sabía qué estaba pasando… El Párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar la  Misa del Gallo, la Misa de Medianoche….
Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo… Entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba, y les indicaba que subieran donde él estaba.
         Alumbrándose con antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se dirigieron al lugar indicado, y cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas, porque estaban viendo algo que nunca habían pensado poder ver. Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos, muchos años, y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo de pastores y pastoras, que no se cansaban de admirar al Niño que había acabado de nacer…
Después, cuando todos se calmaron, el sacerdote, que había sido cómplice de Francisco y de Juan Velita en aquel secreto, celebró la Santa Misa, y Jesús se hizo presente en el Pan y el Vino consagrados, como pasa siempre que se celebra una Misa en cualquier lugar del mundo. Terminada la Eucaristía, Francisco, lleno de amor y de alegría, les contó a todos los presentes, con lujo de detalles, la hermosa historia de la Navidad, y Jesús, “Luz del mundo”, llenó sus corazones de paz y de amor.
Tres años más tarde, Francisco de Asís murió, dejándonos esta hermosa costumbre de hacer el pesebre todos los años, que a todos nos gusta tanto y que también llegó al Nuevo Continente y a este rinconcito andino, donde le hemos dado nuestro particular estilo.
(Los muchachos ya están animados y deciden colocar el arbolito y hacer un gran Belén…)
HIJO: Pensándolo bien, creo que debemos hacer el arbolito, pues compramos los adornos, pero…

HIJA: …¡Pero tenemos que ir de compras para hacer nuestro GRAN BELÉN!

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