Cuento de Navidad La Historia Sagrada dentro de nuestras vidas: ”Te regalo una rosa”

Seguidamente presentamos un guión para representar un Nacimiento Viviente. Hemos colocado dentro de un cuento cualquiera lo significativo de la Historia Sagrada, del nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Al mismo tiempo se desarrollan las dos representaciones: el cuento (los vendedores, la niña María y Julio, el relato de algo que pudiera suceder hoy) y la Historia Sagrada (la Virgen María y José, los ángeles, Isabel, los pastores, posaderos, Reyes Magos…); a esta última la podríamos llamar ‘estampas’ y, al final, los personajes del cuento se acomodan en torno a la ‘estampa final’ (la Familia de Nazaret junto al resto de los personajes).


”Te regalo una rosa”
Autor: Daniel González Urbina

La escena está repleta de propagandas de “compras navideñas” y “promociones especiales”.  Aparece un hombre observando todo esto y se le nota muy preocupado y contrariado por todo lo que ve.

Julio: ¡Ofertas… promociones especiales… ‘compra’, ‘compra’ y ‘compra’…! ¿Es que no pueden hablar de otra cosa?... ¡Si la amas, compra!... ¡Si quieres ser feliz, compra!...  Es que esto ya no debería llamarse Navidad, debería llamarse ¡Compravidad!

Vendedor:  ¡La Navidad está aquí! Llevas todo lo que puedas y lo pagas en enero… ¡Aproveche!  ¡Ven a disfrutar de la Navidad…!

Julio: ¿Y esto?... Ya lo vi todo: ahora resulta que la Navidad está en las tiendas… ¡Que decepción…!

Por otra parte, hay una niña pobre vendiendo flores, pero Julio no la ha visto, aunque ella sí se dio cuenta de la mortificación de él; la niña se le acerca.

María: Señor, tome…

La niña le da una flor, pero Julio no la quiere recibir.

Julio: No, niña, ahorita no tengo dinero, ¡no quiero comprar nada!
María: Pero yo no se la estoy vendiendo, yo se la estoy regalando.
Julio: ¡Pues, tampoco la quiero!

María encogió los brazos y bajó la mirada.  Julio salió por un momento de su rabia y se dio cuenta de lo que había hecho…

Julio: Ya va, niña, discúlpame, es que estoy muy molesto… Dime, ¿por qué me quieres regalar esa flor?
María: ¡Porque estamos en Navidad!
Julio: ¿Pero tú no las estás vendiendo?
María: ¡Sí! Pero tú necesitas que te la regale…
Julio: ¿Que yo necesito que tú me regales una flor?
María: Tú necesitas que te regale algo, y lo único que tengo es esta flor.
Julio: Pero yo no soy pobre, yo no necesito que me regalen nada…
María: Tú como que no sabes que estamos en Navidad…
Julio: ¿Que no sé? ¿Y cómo no darme cuenta con tanta propaganda y tantas ofertas…?
María: Pero eso no es la Navidad; yo creo que tú no sabes qué es la Navidad
Julio: ¡Y tú sí!
María: Sí, yo sí sé qué es la Navidad
Julio: (en tono burlón) ¿Síiiiii? ¡Dime qué es, pues!
María: La Navidad es una fiesta donde celebramos el infinito amor de Dios por nosotros…
Julio: ¿Dios?, si pareciera que Dios fuera el dinero… porque todo es comprar…
María: Eso es porque la gente está confundida, como lo estaban en la primera Navidad… Ven, siéntate para contarte, pues…

Julio se sentó, más por pena que por curiosidad.

María: Hace más de dos mil años, la gente caminaba en la oscuridad, muy pocos se acordaban del Dios verdadero, la mayoría adoraban otras cosas pensando que esas cosas eran dios, pero estaban muy equivocados… Por eso Dios decidió enviar a su único Hijo al mundo, para mostrarnos a todos el camino.  Eso es la Navidad
Julio: ¡Ah,  ok!, ¿ya terminaste? Es que estoy apurado…

María vuelve a agachar la mirada…

María: Bueno, ¿tú tampoco me quieres oír?  Déjame contártela ¿sí?  Mira que eso fue lo único que me dejó mi mamá cuando murió y es lo único valioso que tengo para darte…

A Julio se le caía la cara de vergüenza y no podía decir palabra.  Se daba cuenta del impacto que había causado en la niña…

Julio: Está bien, está bien.  Dime.

María: ¡Gracias!…. Bueno, en aquel tiempo vivía en la ciudad de Nazareth una muchacha que era muy  pobre y se llamaba María -¡como yo!.  A ella Dios la había escogido para ser la mamá del Niño Jesús, su Hijo Amado;  por eso le mandó un angelito, llamado Gabriel, para que se lo dijera…

Ángel: Dios te salve, Llena de Gracia, El Señor está contigo…

MaríaMaría se turbó al oír esas palabras…

Ángel: No temas, María, porque has hallado gracia ante los ojos de Dios.  Vas a concebir en tu seno y darás a luz a un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y con razón lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios le dará el trono de David, su antepasado. Gobernará por siempre  al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.
María: ¿Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?
Ángel: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el hijo que nacerá de ti será Santo, y con razón será llamado Hijo de Dios.  Ahí tienes a tu parienta Isabel que en su vejez también ha concebido un hijo, y la que no podía tener familia se encuentra ya en el sexto mes de embarazo, porque para Dios nada es imposible…
María: Yo soy la servidora  del Señor, hágase en mí lo que has dicho…

María: Mi mamá decía que la María se había puesto muy contenta por el regalo que le había dado Dios.
Julio: ¿Contenta? ¿Y con qué iba a mantener al niño?
María: No todo es dinero… Mi mamá me quería mucho y no tenía dinero, en el mercado no venden cariño…
Julio: Yo sé, pero me hace gracia que siendo la Virgen tan pobre ¡la Navidad sea tan cara!
María: Bueno, eso es porque no conocen la verdadera Navidad.  Pero déjame seguirte contando…María estaba tan contenta que fue a contarle a José lo que le había pasado.  José era su novio, ellos estaban comprometidos pero todavía no se habían casado…

María: José, un Ángel del Señor me ha dicho que estoy esperando un hijo, que será el Salvador prometido a nuestro pueblo.
José: María, tú sabes cuánto te amo, pero necesito tiempo para pensar todo esto, y así  decidir qué va a ser de ti y de mí…

María: José se puso bravo, pero no le dijo nada; él la quería muchísimo y no entendía lo que estaba pasando. Por eso Dios tuvo que intervenir, para ayudarlo a entender.

Ángel: José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte  a María, tu esposa, a tu casa.  Si bien es cierto que está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz.  Y lo llamarás Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados…

Julio: ¡Claro!  Mira, es lógico que se preocupara porque ellos todavía no se habían casado.  Pero, afortunadamente, con estas palabras Dios le aclaró todo ¿verdad?
María: Sí. ¿Te fijas por qué María estaba tan feliz?
Julio: No entiendo cómo el perder tu libertad por una imposición puede hacerte feliz…
María: Me llama la atención que tú veas esto como una imposición.  En cambio yo lo veo como que fue una manifestación de la libertad de María: ella podía haber dicho que no, porque se sentía libre; sin embargo, ella decidió decir que sí… Pero, deja que te siga contando.  Además de ser plenamente libre, María era caritativa; ella quería ayudar siempre a la gente; por eso fue que no lo pensó dos veces para ir a ayudar a su prima Isabel, quien, según el ángel le había dicho, tenía seis meses de embarazo…

Isabel: Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre… ¿Cómo he merecido yo que venga a mí, la Madre de mi Señor?  Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño en mi vientre saltó de alegría. Dichosa tú por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor…
María: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava.  Desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.  En verdad el Poderoso ha hecho grandes cosas por mi.  Reconozcan que Santo es su nombre, que  muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquéllos que viven en su presencia.  Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes.  Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes.  Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre.

Julio: Pero ¿cómo una mujer embarazada va a ayudar a otra?
María: Es que Isabel estaba solita, María fue más que a ayudarla, a acompañarla; ¿no sabías que la compañía también es un regalo?
Julio: No lo sabía.  Para mí los regalos deben estar envueltos con papel y tener cinta…
María: Pues no, cuando tú conoces la soledad la compañía es un regalo… Yo conozco la soledad desde que mi mamá se fue… pero mi tía me regala su compañía… y eso me hace feliz…   Pero, bueno, déjame que te siga contando, no sea que se me olvide algo.
Julio: ¡Claro, continúa!…
María: Resulta que cuando María volvió con José, tuvieron que recoger sus cositas para irse a la ciudad de Belén, por algo de un patrón…
Julio: Un padrón…
María: Sí, eso mismo.  José tenía que ir para allá porque él había nacido en esa ciudad y, bueno, María no lo iba a dejar irse solito ¿verdad?
Julio: Claro, si son pareja tienen que acompañarse…
María: ¿Ves? Eso también es un regalo…
Julio: ¿Qué cosa?
María: Bueno… tener alguien que te quiera… es un regalo de Dios…
¡Y menos mal que se fueron los dos! Porque se tardaron mucho en el viaje y llegaron casi de últimos y no conseguían dónde quedarse…

José: Buenas noches señor, ¿tiene lugar para nosotros dos en su posada?
Posadero 1: Lo siento, pero no hay lugar.
José: Disculpe, mi esposa y yo venimos desde Nazaret y necesitamos un lugar para pasar la noche…
Posadero 2: No, aquí no hay lugar para ustedes…
José: Señora, mire a mi esposa, está embarazada y muy cansada, ¿podría darnos un lugar en su posada…?
Posadero 3: No, hijo, no tengo ningún lugar apropiado para ustedes aquí.
José: No le estoy pidiendo algo grande, simplemente un lugar para recostarnos y tomar calor…
Posadera 4: Si tuviera un lugar se los daría, pero no me es posible.  Sólo te puedo recomendar que se dirijan a los establos que están en la entrada, allí podrán estar tranquilos y, al menos, la lluvia no los mojará.

María: Bueno, José debió estar triste por no haber conseguido posada.
Julio: ¿Te fijas? El amor no lo soluciona todo… yo puedo querer mucho a mi mamá, pero si no le regalo nada en Navidad, ella va a decir que no la quiero…
María: Pues no, estás equivocado… José estaba triste porque él quería lo mejor para María.  Pero María, que también lo quería a él, le daba ánimo y le decía que no se preocupara. ¿Ves?  Ella no necesitaba lujos, sólo necesitaba de su compañía, su apoyo y su amor… Además, ¿tú crees que si ese establo hubiera sido tan feo harían tantas figuritas de él?...
Julio:   Pero las figuritas las hacen porque es el sitio del nacimiento…
María: ¿Te fijas que lo importante es lo que se hace y no lo que se tiene?... Pero te sigo contando: esa misma noche, como a las doce ¡nació el niño!  Mi mamá decía que había muchas luces y, de repente, ahí estaba el bebé.  María y José se pusieron muy contentos, lo envolvieron en pañales, para protegerlo del frío, pero estaban muy contentos…
Julio: Sí, la gente se pone muy contenta cuando nacen los niños… eso es muy normal, por eso le tienen todo lo que necesitan…
María: Aunque ellos eran humildes, al Niño Jesús no le faltó nada. Papá Dios se encargó de eso…

Ángel: No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: Hoy en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.  Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre…
Pastor 1: Bueno, ¿qué estamos esperando?
Pastor 2: ¡Vamos a verlo!
Pastor 3: Sí, pero que cada cual le lleve lo que mejor pueda…
Pastor 4: Yo le llevo esta lana, para que su madre le haga un abrigo.
Pastor 5: Bueno, como yo tengo muchas ovejas, le voy a llevar este ternerito.
Pastor 6: Yo sólo le puedo llevar estas piezas de pan…
Pastor 7: Yo tengo este trozo de queso, espero que le guste…
Pastor 8: ¿Y tú, tamborilera? ¿Qué le vas a llevar al niño?
Pastor 9: Yo sólo tengo este tambor viejo… ¿qué le puedo ofrecer?
Pastor 8: Pues no sé, pero ya nos tenemos que ir…

Julio: ¿Y los pastorcitos los ayudaron en lo que necesitaban?
María: ¡Claro que sí!  Además pasaron con ellos varios días y le dieron mucho amor al Niñito…  Y fíjate que no sólo fueron los pastorcitos los que llegaron a ver al Niño.  También llegaron unos señores ¡y esos sí que tenían plata!, pero ¿sabes?,  ellos querían conocer al Niño Jesús con la misma humildad que los pastores. A ellos los conocemos como los tres reyes magos. ¿Sabes cuáles son? Los que ponen en el pesebre con los camellitos y que el último es negrito y calvo…
Julio: Claro que si, yo sé cuáles son, y de verdad que esos sí tenían mucho dinero…

Melchor: Me llaman el rey Melchor, por las tierras de Bagdad.  Te traigo el oro luciente, símbolo de caridad.  Lo deposito a tus pies mientras beso el manto real…
Gaspar: Vengo de Arabia Saudí, tierra bendita por Dios, que da perfumes al hombre y da incienso para Dios.  Lo deposito a tus pies, Niño de inmensa bondad, que en tu corona de Rey brilla la divinidad…
Baltasar: Vengo al trote del camello por los campos de Etiopía, el amor sirvió de espuela y una estrella fue mi guía.  Desde que salí de Jerusalén he pensado en ti, Niño de Israel…

Julio: ¿Por qué los reyes magos querrían conocer a un bebé en un establo?
María: Porque estos sabios recibieron la manifestación de Dios y sus corazones comprendieron que el Niño Jesús tenía para ellos un regalo que ni con todo su dinero ellos hubieran podido comprar…
Julio: La salvación, ¿verdad?  ¡Claro…!
María: Sí, veo que ya aprendiste…  Pero, dime, ¿me vas a aceptar la rosa que te ofrecí?
Julio: ¡Por supuesto!
María: Y ¿qué le vas a regalar a tu mamá?
Julio: Bueno... supongo que algo que le guste… ¡Muy bien!  Gracias por todo, nos vemos ¿si?  Ya me tengo que ir…

Julio se va pero se detiene a pensar y se devuelve…

Julio: María, estuve pensando… hace mucho tiempo que no abrazo a mi mamá, ¿tú crees que a ella le guste un abrazo de regalo?...
María: ¡Claro que sí!  A mi mami le gustaba mucho que yo la abrazara…
Julio: ¿Y tú me podrías hacer un favor?
María: ¡Claro!  Dime qué necesitas…
Julio: Es que tengo mucho tiempo que no abrazo a mi mamá, por eso tengo que darle muchos abrazos… ¿Tú quieres venir conmigo y me ayudas a abrazarla?

María no da respuesta, sólo extiende su mano hacia Julio…


Mensaje Navideño de Cierre

El ser humano ha ido desarrollando su inteligencia transformadora a tal punto que nada escapa a ese proceso, ni siquiera la Navidad

Hoy hemos querido presentar a ustedes lo que entendemos que realmente es: La Navidad es el amor de un  Dios que ha querido vivir entre nosotros.

Por eso, cada niño y niña que nace nos recuerda que Dios envió a su Hijo Amado en la fragilidad de un niño, como expresión del más grande de los regalos que se nos haya podido dar.

Que la misericordia del Señor dé cabida al Dios-con-Nosotros en nuestras propias vidas y las transforme: ¡ésta es nuestra oración de Navidad!









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