Solemnidad de Pentecostés, 31 de mayo de 2020
MONICIÓN DE ENTRADA ¡Muy buenos días, hermanas y hermanos! Sean bienvenidos a nuestra celebración eucarística de este Domingo de Pentecostés. ‘Al anochecer del día primero de la semana’, ‘al llegar el día de Pentecostés’, estando ‘todos reunidos en un mismo lugar’ constituyen expresiones diferentes en torno a un mismo misterio: Jesús cumple la promesa que Él y el Padre nos habían hecho, la de enviarnos al Defensor, al Protector, al Fortalecedor, al Espíritu de ambos, Aquel que nos enseñaría cuanto corresponde y nos capacitaría para ser hijos de un Padre misericordioso, con un nuevo corazón, reunidos en esa Iglesia que Jesús mismo había estado preparando, conceptualizando y practicando en el amor de unos a otros, en el amor a Dios. El Sello de Dios ha firmado esa Nueva Alianza, la Eterna, la que nos capacitará para triunfar en Su amor. ¡Practiquemos un poco! Cerremos nuestros ojos un momento y pidamos al Señor que sople sobre nosotros y nos envíe su Espíritu par