VII Domingo Ordinario A, 23 de febrero de 2020
MONICIÓN
DE ENTRADA
Seamos una vez más bienvenidos a la Eucaristía,
habiendo alcanzado el Séptimo Domingo Ordinario, día de entrar en el
amor más real, un amor más de hermanos, un amor capaz de dejar atrás las
justificaciones para no darlo. Porque el Señor ha planteado su proyecto: amor y
más amor; amor hasta por nuestros enemigos. Amando así, podremos ser
transformados íntegramente y, sin sofisticados medios de comunicación o
recursos materiales, cambiaremos el mismo mundo. Y todo será por la
misericordiosa acción de Dios en cada uno de nosotros.
PENITENCIAL
1. Porque tratamos de destruir al que se
equivoca, olvidando nuestras propias equivocaciones y el amor que le debemos a las
personas. ¡Señor, ten piedad!
2. Porque pensamos que nuestro valor proviene
de títulos, propiedades o amistades. Olvidamos que valemos por ser hijos de
Dios. ¡Cristo, ten piedad!
3. Porque queremos a la gente, no la amamos.
Por eso pedimos pruebas a los otros, en lugar de probarles nuestro amor en el
servicio y la entrega. ¡Señor, ten
piedad!
MONICIÓN
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- La
santidad ha de ser para nosotros una búsqueda constante porque Dios, nuestro
Padre, es santo. El autor del libro del Levítico da pistas para lograrlo: al
rencor, al odio y a la venganza contrapone la corrección de las faltas y, más
aun, el amor al prójimo.
SALMO.-
Aunque sabe que somos débiles, el amor de Dios lo alcanza todo y siempre está
dispuesto a perdonarnos, a renovarnos y colmarnos de todo lo que es bueno, a
curar nuestras heridas y defendernos. Él nos ama tiernamente. Y es a ese amor a
quien el salmista alaba. ¡Unámonos en alabanza!
SEGUNDA.- Al
corregir san Pablo a los corintios en la Primera Carta dirigida a ellos, les
recuerda que todos constituimos el templo de Dios y que todos y todo es de Dios
por medio de su Hijo Jesucristo. Por tanto, no conviene gloriarnos de nada ni
de nadie, solo de Dios.
EVANGELIO.- El camino de santidad y
perfección nos ha de llevar al extremo de amar hasta a nuestros enemigos. Y
debemos hacerlo en la entrega de nuestras mejores capacidades, perdonando,
sirviendo, ayudando. Lo que parece una locura lo escucharemos expresado por
Jesús a los fieles durante el conocido Sermón de la Montaña, presentado por san
Mateo.
ORACIÓN
DE LOS FIELES
1. Oremos por la Iglesia, formada por todos
los bautizados. Para que, hablando en nombre del Señor Jesús, refleje en
todo el gran Mandamiento del Amor. Oremos.
2. Oremos por los gobernantes que dirigen
una comunidad nacional, estatal, regional o local. Para que se esfuercen en
lograr su desarrollo movidos por el amor y por el deseo de hacer por ellos lo
mejor. Oremos.
3. Porque una Parroquia es mucho más que
feligreses que asisten a misas, oremos por todos los aquí presentes. De
manera que, constituyendo una historia que se teje en la comunidad civil, el
amor entre ellos y desde ellos sea su principal característica. Oremos.
4. Oremos por quienes rechazan el amor a
Dios y al prójimo o que tratan de vivir sin Dios y llegan a despreciarlo. Para
que sean capaces de descubrir a Dios en sus corazones, en quienes les rodean y
en lo que sucede. Oremos.
5. Oremos por quienes no saben perdonar y
conciliar. Por quienes permanecen en guerras personales, familiares,
vecinales y laborales o prefieren cargar con un recuerdo doloroso y sufrir
siempre. Oremos.
6. Hay muchos niños que no han descubierto
la ternura de Dios, porque piensan solo en cumplir con un sacramento. Por
quienes forman a los niños en el hogar, la escuela o la Iglesia, para que les
descubran el amor de Dios. Oremos.
7. Por quienes ya viven en la eternidad y por
quienes sufren su ausencia. Para
que el gozo en su nueva existencia sea tal que ilumine y renueve la esperanza
en nosotros, todavía caminantes de esta vida. Oremos.
OFERTORIO
Con el
pan y el vino te entregamos
nuestras vidas porque creemos que solo Tú, Señor, puedes transformar y
restablecer el mundo con tu amor y entrega perfecta al Padre.
¡Por todo esto, te damos gracias, Señor!
ACCIÓN
DE GRACIAS
Padre Bueno, que nos animas a la perfección del
amor que es entrega total, ayúdanos a imitar a Jesucristo en nuestra relación
con nuestro prójimo. Amén.
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