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Mostrando las entradas de septiembre, 2023

Ser de alguien

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    Muchas veces nos encontramos en cualquier lugar y sentimos que “cuadramos” con las personas, que somos parte de algunos de ellos, que sus vidas y las nuestras van juntas: los mismos intereses de vida, ocupaciones comunes, ambientes habituales, amistades de familiares…   Otras veces ocurre lo contrario: nos encontramos con personas que nos miran a distancia, que apenas contestan el saludo, que nos miran de arriba abajo, como escaneando o que se callan siempre que nos acercamos y nos vemos precisados a iniciar un nuevo tema que pocas veces cuaja… ¡No somos de ellos! No conocemos nada significativo de sus vidas. Con Jesús no tenemos ese problema. A Él siempre le importamos. Si Él también es importante para nosotros, en su presencia nos vamos a sentir como en casa; pues Él lo sabe todo de nosotros, de hecho, ¡ha sido testigo presencial! Conoce nuestras alegrías y nuestras tristezas y siempre, siempre, tiene tiempo para ate

¿Cómo va tu día?

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    Hay mucha gente a quien siempre ves alegres: El acólito de tu parroquia, el panadero, la costurera… Sin embargo, hay muchas otras a quienes siempre encuentras agobiados, apesadumbrados, inquietos y, normalmente, tristes. Unos y otros ven la vida de forma diferente; situaciones idénticas parecieran causar en ambos efectos distintos, hasta opuestos. Entonces, nos preguntamos por qué y llegamos a ‘detalles’ importantes, los cuales justifican una u otra reacción. Así, la persona que perdió a un ser muy amado en un día nublado probablemente tienda a sentirse mal en un ambiente así, a pesar de que pueda tener otras muchas razones para sentirse feliz y tranquilo. Esto ocurrirá en tanto no analice y comprenda que no fue ese día nublado el que le llevó a la persona tan amada lejos de sí. Al hacerlo su actitud irá siendo ‑más pronto que tarde- mucho menos severa al percibir el clima como causante de buenos o malos días. Si atesoramos

La Cruz de la vida

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  Últimamente ha sido muy frecuente escuchar hablar de cruces. Se las clasifica de muchas maneras, pero, siempre, una cruz es algo incómodo que ­­–por su misma forma– en sus extremos nos relaciona con la pequeñez del barro que nos constituye y, a la vez, por el otro, nos señala el cielo al cual aspiramos, la grandeza de ser hijos del que habita en lo alto, el Señor. Sin embargo, en su mitad superior, la cruz nos refiere a ese que va con nosotros, muy próximo , y que espontánea o forzosamente, nos ayuda a cargar el madero cuando a nosotros nos resulta imposible hacerlo. Así, pues, la cruz es la vida misma. ¿Habrá alguna persona que jamás haya sentido su incapacidad para seguir adelante en alguna circunstancia difícil? Hasta los niños experimentan esa desazón y, entonces, vuelven sus brazos abiertos hacia la madre, seguros de conseguir auxilio. Hay cruces de soledad, de desamor, de desprecio, de dolor físico, de arrepentimiento, de injusticia, de equivocación, de enfermedad… ¡de t

Tomar decisiones

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  Ante nosotros se abre todo un abanico de posibilidades y estilos a la hora de tomar cualquier decisión. Hecho que, dicho sea de paso, no siempre es muy fácil de lograr. Toda decisión depende, pues, de varios aspectos: quién decide, su personalidad y experiencias anteriores en casos similares; en medio de cuáles circunstancias se encuentra la persona que decide y las repercusiones que esta pueda conllevar; a quién o quienes afectará esa decisión y cuán cercanos estos sean; otras veces lo hacemos según se nos ha indicado, aunque no estemos de acuerdo… Lo cierto es que, la mayoría de las veces, es nuestra intuición la que se encarga de tomar nuestras decisiones. En esta juega papel importante el cúmulo de experiencias vividas. Hoy Jesús nos propone un mecanismo para tomar decisiones que, aunque infalible, generalmente no utilizamos. Antes de escoger a sus doce apóstoles Jesús se retiró a orar toda la noche. ¡Qué exageración!, podemos pensar. Toda una noche orando para escoger al

Sabiduría e inteligencia espiritual

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                                    Puedes ser un genio y llevar una vida triste, desordenada y sin sentido. Puedes tener riquezas materiales, fama y éxito, mas, sin embargo, vivir miserablemente. Así, nos cuesta darnos cuenta de que estamos ante un abismo insalvable. Y podemos observar cómo muchas personas que ni tienen grandes habilidades ni recursos económicos que les permitan sentir seguridades materiales o humanas, pueden vivir tranquilos, con modestos éxitos y felices. Simplemente, tienen muy claro qué son, sin necesidad de filosofar, y sus corazones viven con paz, conscientes de sus necesidades y sus posibilidades. Normalmente estas personas tienen algo más bien definido: sólo Dios está por encima de ellos y ellos no están por encima de nadie. Comprenden, además, que ellos son parte importante de sus historias y de las de tantas personas que las comparten. Hoy, cuando la Iglesia nos invita a celebrar un aniversario más del nacimiento de la Virgen María, la Medre de Jesuc
  El Señor es mi  pastor,         nada me falta

En el Huerto

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Tal vez hoy podamos preguntarnos cómo estamos, así como si fuésemos un huerto. Luego, te pregunto: ¿Cómo está tu huerto? Un huerto es un lugar de trabajo, donde hay cosas que desechar y otras por cortar, apuntalar, limpiar –siempre limpiar--, sembrar, regar, nutrir, enderezar… Tal vez hoy podamos preguntarnos cómo estamos, así como si fuésemos un huerto. Luego, te pregunto: ¿Cómo está tu huerto? Un huerto es un lugar de trabajo, donde hay cosas que desechar y otras por cortar, apuntalar, limpiar –siempre limpiar--, sembrar, regar, nutrir, enderezar… A punto de entregarse al suplicio, sabiendo que había llegado Su Hora, Jesús se retiró más de una hora a orar allí, en el huerto de Getsemaní, lugar de intimidad. Hablando con su Padre le entregó su súplica con un “Si es posible…”, el cual fue seguido por el “No se haga mi voluntad sino la tuya”. Tomando todo esto entendemos que, en nuestros huertos, en nosotros mismos, tenemos mucho que hacer. La preparación del día siguiente deb

Mundo interior

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Nos asombramos por lo que vemos, escuchamos, palpamos; todo lo que nuestros sentidos nos entregan. Sin embargo, nada de esto es tan asombroso y grande como nuestro mundo interior, donde nuestras capacidades intelectuales, emocionales, afectivas y espirituales son inmedibles, aptas  hasta para generar nuevas realidades físicas y sensibles tu mundo exterior. Esas capacidades prácticamente inmedibles son apenas fracción de lo experimentable en el ámbito espiritual, donde subyace en un dinamismo único, nuestra fe, aquello que creemos, aquello para lo cual hemos sido llamados por nuestro Hacedor. Hoy te animo a olvidar tus limitaciones y a recordar tu potencial, ese que está dentro de ti, que te refiere al que te ama, al que lo ha dado todo por ti, al que era en el principio, al Señor. Y, con tus ojos cerrados, en un lugar tranquilo, entrégale tus pensamientos, pídele que obre en ti. Él no solo puede mostrarte lo que ni puedes imaginar, sino que, además, tocará tu vida con su poder