XIII Domingo Ordinario, Misa Familiar, 30 de junio de 2019



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanas y hermanos! Sepan que son bienvenidos a la Eucaristía de este Decimotercer Domingo del Tiempo Ordinario, momento en que nos corresponde organizar nuestra vida para disponernos a seguir a Dios o al mundo. Esta última posibilidad es tentadora, porque poco pide. En cambio, seguir a Jesús es exigente: ¡nada de medias tintas!
Porque a Jesús no le valen personas divididas, que estén pendientes de lo que están dejando de lado. Por lo tanto, seguir a Cristo requiere de nosotros voluntad y corazón firmes, renuncia y sacrificio; esto, porque es lo que necesitamos para llevar su mensaje y su Reino a dondequiera que vayamos. ¡Somos parte de su Reino de amor!

PENITENCIAL
1. Decimos que amamos a Dios, pero no estamos dispuestos a sacrificarnos por Él, a honrar su Nombre o servirle. ¡Señor, ten piedad! (¿Para qué me necesitas, Señor?)
2. Decimos que amamos a alguien, pero solo queremos lo que se nos puede dar… y eso nada tiene que ver con el amor, siempre servicial. ¡Cristo, ten piedad! (¡Estoy aquí para Ti, Señor!)
3. Nos reconocemos cristianos católicos, pero no lo amamos en libertad; parece que Lo amamos solo si Él nos sirve. ¡Señor, ten piedad! (Quiero seguirte y servirte, Señor, aunque parezcas no estar)

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
Seguir a Cristo no consiste en aprender mucho, en saber mucho; más bien, consiste en imitarlo en libertad y vivir con alegría y compromiso cada exigencia de este seguimiento, entregándonos totalmente y en plenitud. Si descubrimos que muchas personas encuentran su felicidad en vivir en compañía de Dios, fuente única de todo bien, nos sentiremos privilegiados por haberlo encontrado y hacerlo presente en lo que pensemos, sintamos o hagamos. Liberados, podremos servir a las personas con entrega y entusiasmo, a semejanza de Cristo.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1.  Oramos por la Iglesia. Para que se mantenga firme ante las contrariedades y durezas que encuentra al llevar el mensaje de Salvación. Que, en cambio, sepa hacerse sensible a las situaciones ajenas para, desde allí mismo, entregar alegría y paz. Roguemos al Señor.
2. Oramos por los consagrados: por el Papa Francisco, nuestros obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos. Que sepan hacer presente a Cristo en ellos y en las personas a las que se deben; que su modelaje llegue a los fieles que les han sido encomendados. Roguemos al Señor.
3. Por quienes gobiernan a las naciones, para que aprendan a atender las necesidades materiales y espirituales de sus ciudadanos, buscando la superación de los conflictos más apremiantes. Roguemos al Señor.
4. Para ser libres nos liberó el Señor’. Oremos por quienes viven cualquier tipo de esclavitud. Que descubran la fuerza transformadora del Espíritu Santo que les capacita para romper toda cadena y vivir en libertad y verdad. Roguemos al Señor.
5. Por quienes no están dispuestos a dejar partir a sus difuntos. Para que comprendan que sufrir no les devolverá la vida que ha terminado y que, contrariamente, están llamados a construir un mundo mejor. Roguemos al Señor.
6. Muchos niños y jóvenes han recibido en estos días algún sacramento. Oremos para que se decidan a frecuentar la reconciliación y la eucaristía, conscientes de que tienen que tomar sabor a Cristo. Roguemos al Señor.
7. Oramos por nuestras familias. Que, a pesar de las dificultades que encuentran para su sustento y progreso, se vuelvan a Cristo para caminar con Él, sabiendo que nada les ha de faltar.   Roguemos al Señor.
8. Oramos por todos los difuntos. Para que la Luz de Cristo los ilumine por toda la eternidad. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. En el camino de la vida solo podemos dejar huellas de nuestro seguimiento a Jesús. En ellas te estamos respondiendo, libremente, que queremos seguirte, Señor. (Dos niños pasan colocando unas huellas que llegan hasta el altar)
2. Nuestra vida a veces parece ser un solo nudo: no encontramos la salida. Por eso desatamos este nudo en señal de aceptación de la libertad que Tú, Señor, nos regalaste. (Dos niños. Uno se dispone a deshacer el nudo que ata al otro.)
3. Solo queremos decirte ‘¡Gracias, Señor!’ porque este pan y este vino pronto dejarán de serlo por la acción sacerdotal que dirige tu Espíritu.(Una familia porta el pan y el vino)

ORACIÓN FINAL
Señor, que en tu amado Hijo nos has liberado y salvado concediéndonos ser hijos tuyos, haz que nuestro caminar sea radicalmente de seguimiento a Cristo, de grato perfume a Ti y de confortante servicio a nuestros hermanos que nos necesiten. Amén.


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