III Domingo de Cuaresma, Misa Familiar, 24 de marzo de 2019
MONICIÓN
DE ENTRADA

Seguro que el mundo entero
cambiaría si todos los que el miércoles 6 de marzo nos marcamos la frente con
la ceniza estuviéramos haciendo algo extraordinario, como cristianos, para cambiar
nuestras malas actitudes y tomar el camino del perdón, la colaboración con
quienes nos necesitan y el sacrificio por otros. Recordemos que ahora es el
momento de hacer lo que Dios nos pide, de vivir como salvados.
PENITENCIAL
a) Porque pensamos que Dios nos llama en el
ocultismo, brujos ‘buenos’ y adivinadores de oficio. Nos perdemos el llamado
del Señor a corregirnos y cambiar nuestra manera de actuar. ¡Señor, ten piedad! (Un niño/a dice: ‘A mi
hermanito le pusieron una contra, por si acaso. Otro/a: ‘Al mío ya lo
bautizaron.’’)
b) Porque confiamos demasiado en nuestra capacidad
para dejar de cometer un pecado o abandonar un mal hábito. ¡Cristo, ten piedad! (Un niño/a dice: ‘Cuando yo
quiera dejo de mentir; pero ahora tengo que inventar algo.’)
c) Porque creemos que son los otros quienes
actúan mal y nos olvidamos de revisar nuestras propias actitudes. ¡Señor, ten piedad! (Un niño/a dice: ‘No entiendo
por qué quieren que yo cambie si son ellos los que están actuando mal.’)
MONICIÓN
SOBRE LAS LECTURAS
Dios nos llama y Le reconocemos; nos envía y
promete acompañarnos. Pero hemos de estar atentos para no desviarnos del camino
en prácticas que no lucen claramente malas. ¡Hemos de cuidar nuestra salvación!
Conviene que atendamos al llamado cuaresmal de actuar con mejores intenciones y
esforzarnos por lograr el bien, conscientes de que la misericordia de Dios nos
ayudará.
ORACIÓN
DE LOS FIELES
1. En
estos tiempos de cambios acelerados, valores que no son tales y fuerzas que
luchan por prevalecer, oremos por la Iglesia de Cristo para que se reconozca
instrumento de Dios en defensa de la vida y de la dignidad del ser humano. Oremos.
2. Por
el Papa Francisco, los obispos y sacerdotes, para que sus acciones en la
conducción de la Iglesia den buenos y abundantes frutos y se hagan santos en el
servicio. Oremos.
3. Por los
países que atraviesan tiempos difíciles, para que se transformen por el
crecimiento espiritual de sus ciudadanos y logren el desarrollo humano y
material que requieren. Oremos.
4.
Por los que oramos muy poco o confiamos
poco en el Señor. Para que crezca nuestra amistad con Dios y nos hagamos
servidores de quienes nos necesitan. Oremos.
5.
Por quienes sufren por situaciones difíciles
propias o de algún ser querido: enfermos, privados de libertad, deprimidos, sin
trabajo o recursos mínimos. Que el Señor ilumine sus caminos, les dé
fortaleza y paz y descubran que Él siempre los socorre. Oremos.
6.
Por quienes participan en los procesos
de catequesis, para que se enamoren del Señor Jesús y decidan vivir al
estilo suyo. Oremos.
7.
Por todos los difuntos. Para que
reciban aquello en lo cual creyeron. Oremos.
OFERTORIO
a)
Queremos caminar contigo, Jesús, el
camino cuaresmal. Sabemos que no está hecho, pero sí que contamos con tu
Presencia transformadora a lo largo de nuestra vida toda. (Tras de dos adultos se va
desplegando una cinta que marca el camino de la vida. Llevan
consigo el cáliz y las vinajeras para indicar que van con Jesús. Permanecen
allí.)
b)
Tú eres llamado a la Vida, Señor.
Nos disponemos a aceptar tu llamado, a descubrirte con nuestros sentidos
físicos o espirituales. ¡Queremos llegar a Ti!
(Dos niños/as se
acercan ‘por el camino’ a los adultos –que los llaman y esperan. Estos últimos entregan
a aquellos el cáliz y las vinajeras. Todos permanecen allí.)
c)
El pan y el vino constituyen la
ofrenda más agradable y santa a los ojos de Dios. El mismo Jesús los transformará
en su Cuerpo y en su Sangre para que nunca nos falten fuerzas para mejorar y
transformar lo que sea necesario. Él siempre estará con nosotros llamándonos y
ayudándonos en el camino de nuestras vidas… Por todo esto, te damos gracias,
Señor. (Los cuatro entregan al
celebrante las especies de pan y vino e inclinan la cabeza, agradeciendo).
ORACIÓN FINAL
Señor,
agradecemos la paciencia que siempre tienes para nosotros, tus hijos. Te
suplicamos que, fortalecida tu familia -la Iglesia- la sigas guiando por el
camino de la Salvación y podamos ser testigos fieles de tu amor, llenos de
paciencia con nuestros hermanos. Amén.
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