VI Domingo Ordinario, 17 de febrero de 2019
MONICIÓN DE
ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos! Damos a todos la bienvenida
a nuestra celebración familiar y comunitaria con Jesús, en la Eucaristía del VI
Domingo del Tiempo Ordinario.
De tantas capacidades ha sido dotado el ser
humano y tan grande desarrollo científico y tecnológico se ha generado que
resulta fácil cerrarse a Dios y confiar solo en nosotros Ante esto, siguen
existiendo muchísimas personas que ponen su confianza primeramente en Dios. La
diferencia entre unas y otras es significativa: aquellas tienen grandes
momentos alternados por el dolor de sus fracasos o la resignación ante la
enfermedad o la fatalidad. Estas, en cambio, viven la alegría de confiar en
Dios, quien siempre los escucha, consuela y socorre, porque le importamos
mucho.
PENITENCIAL
1. Porque decimos ser amigos de Dios, pero Él
es el último con quien compartimos nuestras tristezas y alegrías. ¡Señor, ten piedad!
2. Porque no creemos realmente en Su
resurrección, pero aceptamos la idea de la reencarnación. ¡Cristo, ten piedad!
3. Porque hacemos lo que sea por tener éxito
inmediato, aunque esto nos aleje de Dios. ¡Señor,
ten piedad!
MONICIONES
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Plantea
el profeta Jeremías que en nuestras vidas podemos seguir caminos meramente
humanos o el camino de Dios. En el primer caso encontraremos grandes momentos,
pero nunca la felicidad, que solo se encuentra en el Señor de la Vida.
SALMO.- Oraremos
con el Salmo que abre el Salterio. Creado libre para decidir, el triunfo del
hombre sin Dios es tan efímero que el salmista lo compara con paja arrebatada
por el viento, porque el hombre es nada sin Dios. En cambio, quien vive bajo la
protección del Señor, prosperará, será dichoso, le irá bien.
SEGUNDA.- En la
1Carta a los Corintios san Pablo establece una relación muy clara y sencilla:
la resurrección de Cristo es la primera entre todos los muertos. Nuestra fe
sería un sinsentido si no creyéramos en Su resurrección, señal inequívoca del
perdón de nuestros pecados.
EVANGELIO.- ¡Qué importante
es mantenerse abiertos a las promesas de Dios! Cuando nos sentimos pequeños y
pobres sabemos que Dios nos responderá con Su favor y, por lo tanto, somos
dichosos, a pesar del sufrimiento. El
que ya se siente colmado de lo bueno olvida a Dios y es un verdadero desdichado.
ORACIÓN DE
LOS FIELES
1.
Oramos por
la Iglesia. Para que demuestre siempre confianza en Cristo Jesús y
contribuya a que este mundo se abra a las promesas del Señor. Roguemos al Señor.
2.
Oramos por los
dirigentes y gobernantes de las naciones. Para que, promoviendo
la justicia y el servicio entre todos los ciudadanos, logren espacios cada vez
mayores para la paz y el progreso material y espiritual. Roguemos al Señor.
3.
Oramos por
los que sufren en su alma, mente o cuerpo, por los que necesitan vivienda
o trabajo dignos o por los que carecen de lo más necesario. Que confíen cada
vez más en Dios y vean colmadas sus esperanzas Roguemos al Señor.
4.
Oramos por
quienes no tienen quien los lleve a Dios y por todos nosotros. Para que,
practicando las Bienaventuranzas, los ayudemos a abrirse al mensaje de Cristo y
Su particular estilo para nuestras vidas. Roguemos
al Señor.
5.
Por quienes
se preparan para recibir sacramentos. Por sus familiares y catequistas. Para que todos
descubran el amor transformador de Dios en cada sacramento. Roguemos al Señor.
6.
Por todos
los difuntos, para que el Señor los acoja en su bondad. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
(Dos niños portan dos letreros: “Las
bienaventuranzas: el camino de la felicidad.” ‘ “Bienaventurados los que se
esfuerzan por encontrar a Jesús porque ellos Lo conocerán.” Les sigue una
familia portando el cáliz y las vinajeras)
Pensamos que Tú,
Señor Jesús, eres la mayor bienaventuranza. Así que hoy te entregamos nuestra decisión: nosotros queremos descubrirte y conocerte.
Para hacerlo, estamos
aprendiendo sobre Jesús y su mensaje de amor para nosotros y comenzamos a descubrir
tu entrega en este pan y este vino.
Creemos que se convertirán en tu Cuerpo y
en tu Sangre, para nuestro bien.
ACCIÓN DE
GRACIAS
Gracias, Señor, por entregarnos caminos de seguridad para
que transitemos hasta llegar a Ti. Agradecemos los bienes materiales y
espirituales que nos has dado. Agradecemos las carencias y los sufrimientos que
nos ayudan a buscarte y descubrirte. Agradecemos hasta el dolor, si este nos
conduce a Ti y nos hace bienaventurados.
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