XXXIII Domingo Ordinario, Misa Familia,r 18 de noviembre de 2018


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días! Somos gente llena de esperanza en el Señor, que busca vivir estos tiempos, tan cargados de dificultades, pero tan ricos en posibilidades al encuentro con el amor de Dios, amándole y amando a todos.
Muy pronto estaremos iniciando un nuevo año litúrgico. La próxima semana festejaremos que Cristo es Rey del universo, con lo cual culminará el presente año litúrgico.
La invitación de este XXXIII Domingo Ordinario es a vivir llenos de fe y esperanza, pero en la seguridad de que estamos de paso, que el cielo será nuestro hogar definitivo.       
Esforzados y vigilantes, dejemos de lado la tristeza, el miedo, la preocupación...  ¡Solo, confianza en el Señor!

PENITENCIAL
1. Aunque amemos a Dios, nos aterramos ante situaciones nuevas o sorprendentes en nuestras vidas y llegamos a desconfiar de su Misericordia. ¡Señor, ten piedad! (Niño/a con cartel: “¿Podrá Dios hacer algo por nosotros?”)
2.  Perdemos la esperanza fácilmente; esperamos a un dios inmediato que nos obedezca. Olvidamos que Dios ve nuestros corazones. ¡Cristo, ten piedad! (Niño/a con cartel: “Si existes, hazme este milagro”)
3. Valoramos poco nuestra palabra y la de los demás. Por eso tomamos poco en serio la Palabra de Dios.  ¡Señor, ten piedad! (Niño/a con cartel: “Dios dijo ‘ayúdate que yo te ayudaré’”)

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
La Palabra nos anima a llenarnos de esperanza.Abiertos los cielos para todos por el sacrificio redentor de Cristo, hemos de confiar plenamente en Dios, buscar vivir en felicidad a pesar de cualquier sufrimiento que pueda sobrevenir, llenos de esperanza, porque el Señor jamás desampara a sus pequeños. Somos temporales y la Palabra se cumplirá, pero Jesús siempre nos auxiliará.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1.- Oremos al Señor por la Iglesia, por todos sus ministros, por quienes se saben Iglesia, por los que han escuchado su mensaje evangélico. Que sepamos mantener viva la esperanza en esa vida nueva que Cristo prometió y ayudemos a realizar la paz y el amor de Cristo. Roguemos al Señor.
2.- Oremos por nuestra Iglesia local, por cada rostro que la representa. Encomendemos especialmente a nuestros obispos y sacerdotes, pues ellos tienen la gracia de hacer presente a Jesús Eucaristía en medio de nosotros. Roguemos al Señor.
3.- Oremos por nuestro país y por todas las naciones, por sus gobernantes, por todos sus ciudadanos. Que unos y otros seamos generosos, nos unamos en favor de los más necesitados y logremos vivir en justicia y progreso. Roguemos al Señor.
4.- Recordemos que muchas personas están enfermas y que necesitan medicinas que no siempre se consiguen o son costosas. Pidamos al Señor que su amor providente subsane estas necesidades y nos mueva a solidaridad y desprendimiento. Roguemos al Señor.
5.- Oración permanente por nuestras familias. Que el dolor que las afecta dé lugar a la unidad e integración, al respeto y la colaboración; que nuestras familias se conviertan en lugares de formación constante y de refugio ante el sufrimiento. Roguemos al Señor.
6.- Encomendamos a nuestros familiares enfermos en su mente, cuerpo o espíritu. Por el personal que les atiende. Por quienes se ven afectados por sus conductas descontroladas y palabras hirientes.  Roguemos al Señor.
7.- Entre nosotros siempre encontramos personas, más o menos cercanas, que han decidido apartar a Dios de sus vidas. Que sientan el vacío del mundo y se encuentren con la alegría y la esperanza de quienes te buscan, Señor, y se dispongan a descubrirte. Roguemos al Señor.
8.- Oramos por los difuntos. Suplicamos que nuestras oraciones y sacrificios personales en favor del amor y la paz familiares logren para ellos la liberación de sus dolores y el gozo de una eternidad en Dios. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Sabemos que cerca de nosotros -y más allá- hay dolores incontables que muchas personas sufren. Hoy queremos entregártelos. Los representamos en una familia recortada y maltrecha. (Familia portando una familia recortada sobre papel usado)
2. Sabemos, también, que hay muchas personas que buscan sanar sus heridas y se sostienen en el amor de Dios. Al agradecer tu sanación a tantos dolores, Señor, te presentamos una hermosa  familia recortada. (Familia portando una familia recortada sobre papel nuevo)
3. La familia ha de ser la primera formadora de sus hijos. En ella hemos de aprender que Tú, Señor, te haces presente en el pan y el vino por la acción sacerdotal. Es por ello que estas son las ofrendas verdaderas, que se han de convertir en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

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