Domingo XXXIV Ordinario, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, 25 de noviembre de 2018
MONICIÓN DE
ENTRADA
¡Muy buenos días a todos los hermanos! Seamos
bienvenidos a nuestra celebración de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del
Universo, en la que, además, concluye este año litúrgico, ciclo B.
Instituida por el papa Pío XI, esta Solemnidad
nos invita a reconocer a Jesucristo como el origen, el centro y la meta de todo
cuanto existe. ¡Nadie hay como Él! ¡Él es Rey! Pero su reinado es muy particular y diferente
a todos. Su reinado es de paz, de justicia, de amor y de verdad y nuestro
servicio ha de ser como el de aquel que es Rey desde el amor y la entrega total.
Él quiere tener parte en nuestros corazones y, desde ellos, dirigir nuestra
existencia en libertad, amor y verdad.
Recordemos también que el próximo Domingo
comienza el siguiente año litúrgico, ciclo C, con el tiempo del Adviento,
destinado a prepararnos para la ya muy cercana Navidad.
PENITENCIAL
1.- Nos encanta endiosarnos; si nos dan poder
olvidamos que también somos personas y tratamos a los demás como no
corresponde. ¡Señor, ten piedad!
2.- Pensamos que el amor verdadero es obligante y hacemos esclavos nuestros a
quienes decimos amar. ¡Cristo, ten
piedad!
3.- Amamos la mentira. La usamos tan
excesivamente que llega el momento en que las mentiras dichas nos impiden
actuar con libertad o hacer el bien. ¡Señor,
ten piedad!
MONICIONES
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- La
primera lectura, del Libro de Daniel, anuncia la llegada del Mesías,
Jesucristo, el Hijo del Hombre, a quien describe. Este Mesías tendrá poder y
autoridad sobre todas las cosas y el mismo Jesús hará suyo ese título cuando se
refiere a sí mismo y a su misión.
SALMO.- El Dios
que nos revela la Palabra es santo en todas sus manifestaciones. Aunque breve,
el salmo 92 establece relación entre la Ley revelada y el misterio de ese Dios que
reina salvando y santificando a la humanidad. Se descubre en él a Jesús, Rey de
todo y Salvador nuestro.
SEGUNDA.- El Libro
del Apocalipsis comienza alabando a Jesucristo por la grandiosa obra realizada
a favor nuestro. A Jesús corresponden la gloria, la primera y principal
posición, así como el sacrificio –pues es ‘testigo fiel’. A nosotros nos
corresponde ejercer un sacerdocio no ministerial, por cuanto pertenecemos a su
Reino. Hemos de mostrar el poder de nuestro Rey.
EVANGELIO.- Jesús ha
venido para reinar como ‘testigo de la verdad’. En el muy interesante diálogo
entre Jesús y Pilato que nos presenta el evangelista san Juan, Jesús da pie a Pilato
para que este precise en torno a su reinado, que -como lo define- no es de este
mundo, sino que va de la mano con la verdad, a pesar de las consecuencias.
ORACIÓN DE
LOS FIELES
1.- Oremos
por toda la Iglesia, el Papa Francisco y los consagrados; para que sepamos
poner a Dios en el centro y sentido de todo cuanto hacemos, recordando que
vivimos en el reinado de Su amor. Oremos.
2.- Oremos
también por los gobernantes, para que comprendan que quien dirige desde el
amor a los ciudadanos logra la felicidad verdadera; para que rechacen la
mentira y se esfuercen en ser transparentes y sensibles a las verdades de sus ciudadanos.
Oremos.
3.- Te
entregamos el dolor de tus hijos: las personas que están sufriendo en su
cuerpo, en su mente o en su espíritu; quienes nos han pedido que oremos por
ellos; o quienes necesitan nuestra intercesión ante Ti, Dios y Rey nuestro. Oremos.
4.- Por quienes
se sienten agobiados por situaciones de su entorno, para que se animen a
dejar sus afanes en quien todo lo puede y a esperar confiados en su poderosa
intervención. Oremos.
5.- Oremos
por quienes creemos en Jesucristo. Para que nos gocemos sabiéndonos
súbditos de tan único y amoroso Rey y nos dispongamos a imitarle y llevar a
otros su Palabra, tratando de vivir como Él vivió. Oremos.
6.- Entregamos
a todas las familias al Señor para que las bendiga y dirija desde su amor;
que puedan ser palacios para tan insigne Rey y, obedientes, llenen sus
ambientes de su paz, verdad y misericordia. Oremos.
7.- Por
los comprometidos a servir a Dios, bien sea con su servicio personal a otros o
con su participación en grupos de apostolado. Que tu Misericordia, Señor, los
transforme y se derrame a través de sus acciones. Oremos.
8.- Encomendemos
a nuestro Padre celestial a todos los difuntos. Pidamos que, acortado el
tiempo de la purificación por la intercesión de María Santísima, todos puedan gozar
de la felicidad eterna. Oremos.
OFERTORIO
1.- Cristo es Rey. Su trono fue una cruz y su corona era de espinas. Al presentarlas te entregamos nuestros
sufrimientos y asumimos que el amor debe pasar por el dolor y la renuncia a uno
mismo para llegar –como Él- a la feliz Resurrección.
2.- Jesús jamás nos pidió que hiciéramos algo
que Él mismo no hiciera. Cuando confirma la vigencia de los 10 Mandamientos y le agrega uno más –el Mandamiento del Amor- nos está
indicando cuál es la Constitución de su reinado. Queremos cumplirlo, Señor y
Rey nuestro.
3.- Señor y Dios nuestro, Tú provees con tu
Misericordia un torrente de delicias y lo necesario para satisfacer nuestras
almas. Gracias porque Tú mismo eres el Alimento. Por eso llevamos hasta tu
altar las especies de pan y vino que
se convertirán en tu Cuerpo y en tu Sangre para sostenernos mientras
peregrinamos a la morada eterna. ¡Gracias, Señor!
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