XXVIII Domingo Ordinario, 14 de octubre de 2018
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos! Sean todas y todos bienvenidos
a la Eucaristía de este XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, verdadero encuentro
con el Señor de la Vida y de la Historia, Jesucristo.
Conviene tomar conciencia de cuánto sacrificio pudo
representar para muchos de los aquí presentes atender a la invitación del Señor
hoy. Y es que no se puede decir que amamos si no somos capaces de sacrificar
algo. Ser amigos y amigas de Jesús nos plantea estar dispuestos a renunciar a
muchas actitudes de vida -bien vistas por el mundo- y discurrir en sabiduría
para llegar hasta Él, tomando la decisión de guiar nuestros pasos por el camino
que el mismo Jesús confirmó: los Mandamientos. Por supuesto, la Palabra de Dios
nos irá enriqueciendo en todo momento. ¡Tenemos que buscar ser católicos al
estilo de Jesús y, no, a la manera nuestra!
PENITENCIAL
1. Buscamos
conocimiento sobre muchos temas, pero despreciamos lo que nos ayuda a ver el
mundo desde Dios, desde su sabiduría, la cual trasciende todo saber. ¡Señor, ten piedad!
2. Aplicamos
técnicas, consejos, rituales y fórmulas ‘sanadoras’ que nos recomiendan, pero
nos olvidamos de aplicar la Palabra de Dios en nuestras vidas. ¡Cristo, ten piedad!
3. Aunque
queremos agradar a Dios, valen mucho para nosotros las pautas y tendencias que
nos marca el mundo, por lo que posponemos a Dios para cuando tengamos una gran
necesidad. ¡Señor, ten piedad!
MONICIÓN
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.-
El fragmento del Libro de la Sabiduría que se proclamará refiere el poder que
ésta tiene; don excelente que nos concede Dios, implica de alguna manera a
todos los demás y es fuente de todo bien. Por ella debemos empeñarnos.
SALMO.-
Alabaremos con el Salmo 89. Dios nos enseña a ver lo que realmente es la vida y
a no perder el tiempo buscando fuentes de un saber efímero, pasajero, sino a
gustar de la Misericordia divina y producir, con su Luz, los mejores frutos.
SEGUNDA.-
La segunda lectura de hoy, de la Carta a los Hebreos, describe de manera muy concreta el efecto y el poder transformador de la
Palabra de Dios en las personas. Hemos de dejarnos atravesar por esta ‘espada
de doble filo’. ¡Nos sorprenderá!
EVANGELIO.-
A continuación el evangelista san Marcos nos mostrará que el apego a los bienes
materiales, a las riquezas, a las personas, a nuestros títulos y funciones
puede constituir causa de tropiezo y caída al momento de seguir a Jesús. Cumplir
los Mandamientos y sabernos ‘muy católicos’ no es suficiente: hemos de ir más
allá.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Para que la
Iglesia se desapegue del bienestar humano y se ajuste al gozo del servicio y del
seguimiento auténtico a Cristo, iluminando a la humanidad entera. Roguemos al Señor.
2. Muchas
veces quienes tienen dinero acumulado amontonan también injusticias por
defender lo que tienen. Para que descubran el gozo de ayudar a quienes los necesitan.
Roguemos al Señor.
3. Los
gobernantes manejan grandes cantidades de recursos que, muchas veces, no causan
desarrollo y bienestar para los ciudadanos. Que les guíe la sabiduría de Dios
para gobernar con justicia y equidad y buscar el bienestar de todos. Roguemos al Señor.
4. ¿Qué es
aquello que nos hace falta hoy? Seguro que, aunque algunos tendremos necesidad
de algún dinero, la mayoría necesitaremos alegría y esperanza, confianza en
nuestro esfuerzo personal y familiar y refugiarnos en Dios, en quien todo lo
podemos. Roguemos al Señor.
5. Hay obispos,
sacerdotes, religiosos y laicos que, aunque sirven a Dios y hablan de Él, no
saben nutrirse de su Palabra o no valoran los sacramentos que Jesús nos
entregó. Que reciban un rayo de Luz divina que les haga vivir un transformador
encuentro con Jesucristo. Roguemos al Señor.
6. María es nuestra Madre en cualquiera de
sus advocaciones. Nos entrega el Rosario como instrumento poderoso para nuestra
felicidad y encuentro con el Señor. Necesitamos creer en las promesas de la
Virgen, pues sus palabras provienen de Dios y nos llevan a Él. Roguemos al Señor.
7. Cuando todo esfuerzo ha pasado y todo signo
de vida ha cesado para nosotros, necesitamos encontrar el descanso eterno en
Cristo. Entonces la intercesión de la Iglesia -que sigue buscando el encuentro
definitivo con el Señor- se hace necesaria. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
Señor, Tú
eres el mayor tesoro a que podamos aspirar. Te quedaste en medio de nosotros
para sostenernos en el camino a la Patria Celestial. Al presentar el pan y el vino queremos proclamar
nuestra fe en tu Presencia Eucarística y agradecer tu Misericordia infinita.
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