XXV Domingo Ordinario, 23 de septiembre de 2018


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todos! Les damos la bienvenida a nuestro encuentro fraterno con el Señor de la Vida, Jesucristo, con el Padre y con el Espíritu Santo.
Hoy el Señor nos anima a que busquemos siempre ser los primeros en lograr el bien de los demás, llenándonos de la sabiduría que nos lleva a servir a los demás no por lo que vistan o tengan o hagan, sino porque son personas, hijos de Dios, sin importar cuán humildes sean. Olvidamos, con frecuencia, que mientras más humilde es el servicio, más fundamental es que se haga bien para todos. Como los niños, podremos compartir y servirnos mutuamente con alegría, olvidando ofensas y disponiéndonos a la unidad que deben vivir los hijos de Dios.

PENITENCIAL
1- Aunque nos reconocemos cristianos católicos atacamos a otros por sus actitudes cristianas ante el mundo. ¡Señor, ten piedad!
2- Disfrutar y hacer nuestra voluntad parece ser el fin de nuestras vidas, a pesar de las consecuencias que esto nos traiga. ¡Cristo, ten piedad!
3- Nos creemos importantes por lo que hacemos o los títulos que tenemos, olvidando que todo ser es digno por ser hijo de Dios y es grande por el bien hecho a otros. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- La primera lectura -extraída del Libro de la Sabiduría- refiere una cruel intriga, cargada de perversidad y razones torcidas. Muchas veces quien trata de vivir según los más claros criterios de la fe es condenado por personas que tienen propósitos oscuros. Nuestra vida de fe puede ser incómoda para muchos.
SALMO.- Hoy oraremos con el salmo 53. El salmista, alaba y agradece a Dios, lleno de confianza, porque Él le auxilia en todas sus necesidades. Así como expresa sus temores ante los ataques de sus enemigos, se reconforta en la inmensa bondad del Señor.
SEGUNDA.- La Carta del apóstol Santiago refiere que los frutos que producimos en nuestras vidas serán buenos o malos según surjan o no de la sabiduría de Dios. Ayer como hoy, hemos de reconocer y gustar del consejo sabio que nos lleva a una vida de paz y equilibrio para con nosotros mismos y para con los demás.
 EVANGELIO.- Seguir a Jesús no es para los grandes e importantes, sino para los que se reconocen pequeños y se disponen a servir a los demás. Del Evangelio de san Marcos escucharemos una narración donde Jesús coloca a un niño al centro de sus discípulos como ejemplo de este seguimiento, mediante la entrega desinteresada de nosotros mismos, de donde surgen la verdadera felicidad y la sabiduría.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1.          Oremos por quienes tienen la responsabilidad de servir a la Iglesia de Cristo, por el Papa Francisco, por cada uno de los obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos, para que lo hagan con humildad humana y sabiduría divina. Roguemos al Señor.
2.          También oremos por quienes tenemos la responsabilidad de ser Iglesia: todos los bautizados; para que recordemos nuestra condición de templos del Espíritu Santo, dispuestos al servicio de quienes nos necesiten. Roguemos al Señor.
3.          Recordemos a quienes nos gobiernan y dirigen, para que se hagan cada vez más conscientes de su condición de servidores y promuevan el bienestar de todos los ciudadanos. Que su gozo sea haber cumplido con sus funciones, sin envidias ni soberbia. Roguemos al Señor.
4.          Por quienes tienen altas capacidades de servicio, para que pongan en común esos dones, se organicen, reciban la ayuda necesaria y den frutos de vida digna para quienes más lo necesitan. Roguemos al Señor.
5.          Señor, al comenzar un nuevo ciclo escolar y formativo, que nos hagamos conscientes de la necesidad de descubrir, aprender y formarnos; y que todos, educadores, acompañantes, educandos y familiares, pidamos al Señor el don de la sabiduría. Roguemos al Señor.
6.          Danos tu luz, Señor, para distinguir el mal del bien; para evitar la envidia y la soberbia e incrementar la paz y la humildad donde quiera que nos encontremos, comenzando por nuestros hogares. Roguemos al Señor.
7.          Oramos por los catequistas y catequizandos que van a comenzar o continuar actividades de formación cristiana; por sus grupos familiares –pequeñas Iglesias domésticas. Que María de Coromoto los proteja. Roguemos al Señor.
8.          Tengamos presentes a los difuntos, para que vivan el gozo de aquello en lo que creyeron. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Nuestra condición de debilidad por el pecado nos lleva hasta hacer el mal cuando, realmente, lo que buscamos es hacer el bien. Nuestra sensibilidad nos causa heridas fácilmente, las cuales deben ser sanadas. Al traer hasta tu altar el pan y el vino, lo hacemos convencidos de que, mediante la acción sacerdotal, Tú los transformarás en Ti mismo, Señor. ¡Gracias por quedarte en medio de nosotros para fortalecernos en nuestro caminar, Señor!

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