II Domingo de Pascua, Domingo de la Misericordia, 8 de abril de 2018




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos, que la alegría pascual del Resucitado llene nuestras vidas de bendiciones abundantes!
A una semana de la Resurrección del Señor, Jesús vuelve a hacerse presente en medio de sus elegidos entregándoles su más preciado regalo, la paz. Litúrgicamente hemos estado celebrando ese anuncio de la Resurrección durante los días ‘octavos de Pascua’ de la semana que concluye. Y nos podemos preguntar: ¿Creemos que Jesús padeció, murió y, al tercer día, resucitó? Porque si no nos fiamos del testimonio de los Apóstoles, entonces nuestra fe no tiene asidero.
Hoy celebramos el Domingo de la Misericordia, la cual brota del costado abierto de Cristo, dándonos la vida sacramental, sosteniéndonos en nuestro caminar y reavivando nuestra fe. Sea propicio este encuentro para hacer permanecer y aumentar cualquier cambio positivo que hayamos iniciado durante la Cuaresma y la Semana Santa.

PENITENCIAL
Nos sentimos cómodos con lo que tenemos y olvidamos a esos muchos que están cerca de nosotros y pasan necesidades. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.
Olvidamos que, como bautizados, somos esa Iglesia de Cristo. Olvidamos que hablar mal de la Iglesia es hablar mal de nosotros mismos. Olvidamos hacer nuestro aporte como comunidad de vida, ayudándola a ser mejor cada día, con oraciones, sacrificios y actitudes realmente cristianas. Cristo de Misericordia, ten piedad de nosotros.
Vivimos pidiendo a Dios pruebas de nuestra fe y, si no las recibimos, nos acercamos a quien nos ofrezca prodigios, no importa si solo son apariencia. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Escucharemos un fragmento del libro de los Hechos de los Apóstoles en el cual se narra la manera como vivía la primera comunidad cristiana, esto es, la Iglesia. Si nos fijamos en los detalles que refiere podremos tomar la decisión de imitarlos y reestructurar nuestro proyecto de vida como Iglesia que somos, como ‘familia de Dios’.
SALMO.- El Salmo 117 es un himno procesional que canta -para nosotros hoy- la alegría del Paso del Señor sobre la muerte, dándonos Su vida. En tiempos de Jesús, en cambio, se tenía este Salmo como alabanza a los éxitos militares de Judas Macabeo contra los sirios..
SEGUNDA.- La fe en nuestro Señor Jesucristo ha de ejemplificarse, ha de vivirse. Escucharemos un fragmento de la I Carta del Apóstol San Juan, donde se establece la relación que existe entre el amor a Dios y a las personas, a través de una vida coherente con el mensaje de Cristo y el cumplimiento de los Mandamientos.
EVANGELIO.- Para el evangelista san Juan la Resurrección de Cristo nos trae un mundo nuevo; y en el ‘primer día de la semana’ Jesús se hace presente  y les regala a sus discípulos la paz y Su Santo Espíritu. Continúa la narración hasta el siguiente Domingo, cuando Tomás –quien estaba ausente y no había querido creer lo que le decían de Jesús- vive su encuentro con el Resucitado. Hay un reproche –‘No crees si no ves’- y una bienaventuranza –‘dichosos quienes creen sin haber visto’. ¿Dónde nos ubicamos nosotros?


 ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oremos por la Iglesia, por el Papa Francisco, por todos los obispos y sacerdotes para que recuerden que en ellos son punto de encuentro del mundo con Jesús. Roguemos al Señor.
2. Oremos por nuestra parroquia, por quienes la integramos: sacerdotes, catequistas y catequizandos, grupos parroquiales, los feligreses que a ella acuden. Que recordemos que la Pasión y Muerte del Señor deben dar muestras de la Vida del Resucitado en nosotros dondequiera que estemos. Roguemos al Señor.
3. Oremos por quienes sufren en el mundo entero a causa de su fe en Cristo Resucitado. Oremos por quienes causan tales sufrimientos. Roguemos al Señor.
4. También oremos por quienes sufren soledad, tristeza, abandono o soledad; por quienes están enfermos y quienes les atienden; por quienes atraviesan momentos difíciles.. Roguemos al Señor.
5. Hay gente que cree en cualquier cosa que se les presente dejando atrás su fe en Dios. Oremos, pues, por los crédulos y por los incrédulos. Oremos para que su fe sea iluminada por la Misericordia de Dios y fortalecida en el día a día. Roguemos al Señor.
6. Por las familias implicadas en los procesos de Catequesis, para que el sacramento que uno de sus miembros reciba anime a todos a acercarse más a Dios y asumir un estilo de vida auténticamente cristiano. Roguemos al Señor.
7. Oremos por quienes han muerto para que se cumpla en ellos la promesa de la feliz resurrección. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Dice la Palabra que el soldado clavó la lanza en el costado de Jesús y, al punto, brotó Agua y Sangre. Hoy queremos romper las lanzas que clavamos en nuestros semejantes para aceptar la paz que nos trae la Presencia del Señor Jesús. (Se porta una lanza y se rompe al terminar de escuchar la monición; se coloca ante el altar la palabra ‘Paz’)
2. Con esta lámpara encendida queremos representar nuestros corazones, renovados por el Misterio Pascual. (Se porta un cirio encendido; se coloca ante el altar la palabra ‘Fe’)
3. Señor, nos enseñaste que solo quien se entrega por los demás, los ama. Estamos alegres porque podemos encontrarnos siempre con tu Presencia eucarística. Al presentar el pan y el vino queremos agradecerte tanto amor. (Se porta el pan y el vino y, una vez entregados, se coloca la palabra ‘Aleluya’ ante el altar).

ORACIÓN FINAL
Señor, la vida nos llena de miedo con sus exigencias. Haz que nuestra fe en Ti sea tan grande que pueda vencer todos esos obstáculos y descubrirte en nuestro prójimo para que seamos capaces de seguir a Jesús –a quien no hemos visto- y fiarnos de su Palabra y del testimonio que otros nos han dado de Él. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.





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