III Domingo del Tiempo Ordinario, 21 de enero de 2018


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos! Pedimos al Señor sus bendiciones sobre nosotros y quienes conforman nuestras historias personales al comenzar la Eucaristía de este III Domingo del Tiempo Ordinario.
Dios llama. No solo lo hizo en el pasado. Ahora Jesús quiere que le sigamos, le conozcamos, le amemos, y le ayudemos: hay un Reino y un Amigo que anunciar para que todos puedan conocerlo, amarlo y servirlo.
Hoy, como todos los años, con el lema: “Atrévete a Ser Misionero”, se celebra una nueva Jornada de la Infancia y Adolescencia Misionera, con la cual la Iglesia nos invita a renovar nuestro compromiso de solidaridad con los niños y adolescentes de los cinco continentes. Ellos necesitan ser evangelizados, pero entre ellos hay muchos que pueden evangelizar, con el apoyo de sus familias y nuestro aporte.

PENITENCIAL
1. Señor, perdónanos porque pensamos que los demás no pueden amarte y seguirte, ¡solo nosotros! ¡Señor, ten piedad!
2. Señor, porque cuando poseemos algún tipo de bien lo convertimos en el centro de nuestras vidas, desplazándote a cualquier lugar. ¡Cristo, ten piedad!
3. Señor, aunque escuchamos tu voz muchas veces decidimos no atenderte, ya que preferimos seguir haciendo lo que estamos acostumbrados a hacer. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA: Hablar en nombre del Señor puede cambiar la vida de muchas personas. Llamados por Dios, no hablamos porque seamos santos, sino porque queremos serlo y sabemos que ese es el camino. Escuchemos lo ocurrido al profeta Jonás y el resultado de su predicación.
SALMO: Dios nos ama, nos escucha y ayuda. El que es ‘el camino’ nos guiará por ‘el camino recto’. Oraremos con el salmo 24, alfabético, que expresa la actitud del orante -levantada nuestra alma al Señor, le hablamos y escuchamos-  y la actitud de Dios -Él nos guiará por caminos de verdad y de justicia porque es nuestro Amigo.
SEGUNDA: Así como los cristianos de Corinto, hemos de tener presente que nuestra condición de vida es, realmente, una oportunidad de santificación que Dios nos da. Nuestra vida ha de ser una constante misión que nos santifique y santifique a otros. ¡Hay mucho que hacer!
EVANGELIO: San Marcos refiere cómo fueron llamados los primeros cuatro Apóstoles, Pedro y Andrés, Santiago y Juan. No fue con luces y estrellas, no. Fue allí, donde se encontraban, donde se desempeñaban cada día. Y, entonces, ellos se decidieron y actuaron. Solo se requiere conversión y compromiso de fe. ¡Él estará con nosotros!

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Muchas veces la Iglesia, sus ministros y sus fieles nos mostramos sordos a tu voz, Señor. Toca todos esos corazones para que se destapen nuestros oídos y podamos seguirte y cumplir nuestra misión. Roguemos al Señor.
2. Creemos que todo está bien en nosotros y no nos decidimos a cambiar. Para que entendamos que el mundo será mejor en la medida en que cada uno de nosotros se convierta y Te siga, Señor. Roguemos al Señor.
3. Oramos por la Infancia y Adolescencia Misionera. Porque esperamos que ocurra algo asombroso y olvidamos que, en medio de nosotros, hay muchos niños y jóvenes que pueden llevar tu mensaje de salvación al mundo entero. Roguemos al Señor.
4. Desatendemos tu llamado a seguirte, nos desentendemos de tu Presencia, Señor. Para que Te descubramos en tu Palabra, en tu Iglesia, en tus sacramentos y mandamientos y podamos decir a todos que Te hemos encontrado, que estás allí. Roguemos al Señor.
5. Rogamos al Señor por todas las comunidades religiosas, de formación, laborales y familiares. Para que sus miembros descubran que no están allí por casualidad sino para recibir, aportar y transformar. Roguemos al Señor.
6. Hay mucha gente que sufre alrededor nuestro, Señor. Danos el valor de ayudar a quienes tenemos cerca para que, así, su dolor se convierta en alabanza a tu gran amor y nos fortalezca en la fe y la caridad que conduce a la esperanza. Roguemos al Señor.
7. Oramos por todos los niños y jóvenes que participamos en la catequesis. Para que comprendamos que Tú nos llamas también a nosotros, pues quieres que te ayudemos a hacer un mundo mejor y que te llevemos a todas las personas que encontramos en torno a nosotros. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. También nosotros somos pescadores. Hoy Te entregamos estas redes vacías. Con ella simbolizamos nuestra entrega a Ti con nuestra realidad, la cual queremos que Tú transformes.
2. Ponemos en tus Manos, Señor, el poder de nuestras familias, para cambiar el mundo con tu amor, porque tenemos fe en Ti y esperamos un mundo mejor, más humano, más parecido a lo que Tú quieres que sea. ¡Protégelas, Señor!
3. Te entregamos, Señor, el pan y el vino que Tú transformarás en Ti mismo. Gracias por permanecer con nosotros ‘todos los días, hasta el final de los tiempos’.

ORACIÓN FINAL

Al ver cómo llamaste a tus primeros Apóstoles me doy cuenta, Señor, que a mí también me has llamado. Sé que me necesitas, aunque no comprenda muy bien cómo servirte. Sé que eres mi mejor Amigo y que Tú sólo buscas mi felicidad y la de todas las personas. No ceses de llamarme. Transforma mi corazón para que pueda escucharte. Amén.

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