Novena de Navidad. Misa de aguinaldos, 23 de diciembre de 2017
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos ustedes!
¡Ya esta es nuestra octava Misa de aguinaldos! Cada vez más nos disponemos para
celebrar la llegada del Dios-con-nosotros, el Emmanuel, a nuestros corazones.
Durante ocho días hemos recorrido lugares del
Antiguo y del Nuevo Testamento para comprender por qué Dios se hizo Hombre.
¡Sólo amor! Amor que transforma, amor que da vida, que vence las tinieblas que
alaba a Dios y que hace nuevo a ese ser humano que Tú creaste. Y en este
Adviento que ya termina, Señor, agradecemos la presencia de María que nos ha
centrado en ti, Dios nuestro, que siempre actúas en favor de los que menos
valen para el mundo. ¡Jesús, ven a nuestros corazones!
PENITENCIAL
Señor, somos lentos para perdonar y prontos
para pedir perdón. Nuestras ambiciones nos llevan muchas veces a destruir lo
que amamos. ¡Señor, ten piedad!
Nos cuesta vivir en fidelidad. Creemos que
todas nuestras infidelidades deben ser perdonadas solo porque lo pidamos, sin
compromiso nuestro. ¡Cristo, ten piedad!
La respuesta más popular y aplaudida por el
mundo no suele ser la que Dios nos pide. Nos da miedo defraudar al mundo y te
defraudamos, Señor, con frecuencia. ¡Señor,
ten piedad!
PRIMERA LECTURA (Mal 3, 1-4. 23-24)
El profeta Malaquías nos describe
cuál ha de ser la misión del profeta. Su descripción nos refiere a Juan el
Bautista, el mensajero que habría de preceder y preparar el camino del Señor.
Tal vez a nuestro pueblo, a nuestras familias, a cada uno de nosotros, a este
mundo de hoy, nos hace falta reflexionar ante este llamado y abrir nuestros
corazones a Aquél que ya viene.
Lectura de la profecía de Malaquías
Yo envío a mi mensajero, para que prepare el
camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes
buscan; y el ángel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de
los ejércitos. ¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién permanecerá de
pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y como la lejía de
los lavanderos. Él se sentará para fundir y purificar: purificará a los hijos
de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los
que presentan la ofrenda conforme a la justicia. La ofrenda de Judá y de
Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los
primeros años. Yo les voy a enviar a Elías, el profeta, antes que llegue el día
del Señor, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia sus
hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para que yo no venga a
castigar el país con el exterminio total.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Salmo 24, 4-5b.
8-10. 14)
Oraremos hoy con el Salmo 24. Con
frecuencia perdemos el camino del Señor, no le somos fieles. Por eso hemos de
pedirle a quien es todo fidelidad que nos guíe por su camino y nos conceda ser
fieles a Él.
/R. ¡Levanten la cabeza: se acerca la salvación!
• Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus
senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi
Dios y mi salvador. /R.
• El Señor es bondadoso y recto: por eso
muestra el camino a los extraviados; Él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres. /R.
• Todos los senderos del Señor son amor y
fidelidad para los que observan los preceptos de su alianza. El Señor da su
amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza. /R.
EVANGELIO (Lucas 1, 57-66)
La promesa del Señor se cumple e
Isabel da a luz a su hijo Juan en la ancianidad. Observaremos tanto el gozo por
la misericordia de Dios como la incomprensión ante la respuesta que le da
Zacarías -el anciano padre. Al obedecer al Señor hemos de ser valientes, porque
no siempre los nuestros lo aprobarán. ¿Será que nosotros nos hemos preguntado
qué es lo que Dios quiere para nuestras vidas? Escuchemos el relato de san
Lucas.
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser
madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran
misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho
días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como
su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían: “No
hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas
al padre qué nombre quería que le pusieran. Éste pidió una pizarra y escribió:
“Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías
recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una
gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la
región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo
en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del
Señor estaba con él. Palabra del Señor
ORACIÓN DE LOS
FIELES
1. Tú eres, Señor, el Dios de las promesas.
Que tu Iglesia testimonie, como María, la grandeza de tu poder y se haga
servidora tuya en medio de la humanidad. Roguemos
al Señor.
2. Que el anuncio del Nacimiento del Redentor
llene de paz y esperanza a todos los hombres y mujeres de buena voluntad; que
esta noticia sea causa de felicidad para quienes han perdido el sentido de sus
vidas. Roguemos al Señor.
3. Que los gobernantes dejen de actuar como
poderosos; que se hagan humildes servidores de los ciudadanos y gocen la paz
que descubren quienes viven para adorar a Dios. Roguemos al Señor.
4. María, los padres queremos ser transmisores
del don precioso de la fe. Que la solidez de nuestra confianza en Dios nos
lleve a formar buenos cristianos que no se amilanen con los antivalores que les
ofrece el mundo actual. Roguemos al
Señor.
5. Señor, perdonar y pedir perdón solucionaría
muchos problemas en nuestras vidas. Manifiesta en nosotros el don de la
humildad para que tu misericordia nos alcance. Roguemos al Señor.
6. Quien cree en Ti, Señor, no morirá para
siempre. Te encomendamos el descanso de nuestros difuntos y te rogamos el
consuelo para quienes hoy los lloran. Roguemos
al Señor.
7. Queremos suplicarte que colmes de bienes a
los organizadores de esta Eucaristía y les socorras en sus necesidades y las de
sus familiares, según tu gran Misericordia. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
LUCES
El pecado nos conduce por caminos de
oscuridad. Nos ponemos ante Ti y suplicamos tu Luz.
FLORES (DE NAVIDAD)
Así como estas plantas se engalanan de sus
flores en Navidad, queremos engalanar nuestro espíritu por tu Natividad, Jesús.
DEVOCIONES (Rosario, imágenes
de la Virgen o algún santo)
Junto a María, nuestra Madre, nos disponemos a
adorarte, Señor, Salvador nuestro.
LA ESTRELLA
Te entregamos nuestra decisión de no seguir
otras estrellas, sino la única que nos conduce a Ti, Señor.
ALIMENTOS
Nos hacemos instrumentos útiles a Ti, Señor,
para socorrer a los más necesitados.
COLECTA
Somos Iglesia, Señor, y queremos ser generosos,
aunque comprendemos que Tú siempre lo serás más que nosotros. Te entregamos con
ella lo que somos.
EL ALIMENTO: CÁLIZ Y VINAJERAS
Oh Buen Jesús, que en el portal de Belén te
entregaste al mundo y que, a punto de cumplir tu plan de salvación quisiste
quedarte como nuestro Alimento, acepta estas ofrendas y repite el Milagro
Eucarístico que nos anticipa el cielo.
Por todo esto, ¡gracias, Señor!
ORACIÓN FINAL
Oh, Jesús Niño, Tú eres nuestro Rey; mas, sin
embargo, te presentaste débil y necesitado para enseñarnos a amar a los más
pequeños, a los que no cuentan para muchos. Recibe nuestra adoración desde
nuestra pequeñez, desde lo que somos y lo que quisiéramos ser. Bendícenos y
guárdanos en tu Corazón por el amor que María, tu Madre, nuestra Madre, tiene
por nosotros. Amén
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