XXXIV Domingo Ordinario, Jesucristo, Rey del Universo, 26 de noviembre de 2017



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengan todas y todos! (…) Al darles la bienvenida a nuestro encuentro semanal con la Palabra del Señor y el Alimento que nos anticipa el Banquete Celestial, conviene que caigamos en la cuenta que quien nos ha invitado es el Rey del universo, el que está por encima de todo y todos, el que es principio, culminación y meta, ¡el Señor de la Vida, Jesucristo!
Al llegar al XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario, culminamos un nuevo año litúrgico, Ciclo A, para dar paso al Adviento - tiempo que nos preparará para la Navidad- y al inicio del Ciclo B.
Hoy hemos de descubrir que Cristo, el Rey, es, además el pobre, el manso, el enfermo, el perseguido; y que solo si le hemos sabido descubrir y servir en ellos, seremos llamados ‘benditos de mi Padre’ cuando Él vuelva a restaurar el mundo y entregar su Reino al Padre.

PENITENCIAL
1. Porque acudimos a otros -y no al Señor- para que nos restablezcan cuando estamos perdidos, heridos o debilitados por la vida. ¡Señor, ten piedad!
2. Porque no dejamos que Cristo entre en nuestros corazones y transforme nuestro ser para volvernos uno con Él. ¡Cristo, ten piedad!
3. Porque somos insensibles ante el Cristo que vive en nuestro prójimo sufriente. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Ante la realidad existente, Dios se nos presenta como el que conoce nuestras necesidades y está totalmente dispuesto a solucionarlas. Lo hace porque es nuestro Pastor y nos ama a todos y cada uno en particular. Así lo expresa el profeta Ezequiel en la primera lectura.
SALMO.- El salmo 22 es muy conocido. De gran riqueza, nos acerca a la acción de Cristo, nuestro Buen Pastor, que nos conduce a fuentes tranquilas, nos unge con su Espíritu y nos alimenta. El Señor está a cargo, Él quiere la felicidad y la alegría para todos.
SEGUNDA.-  El primero en resucitar de entre los muertos ha sido Jesucristo, a quien seguirá la humanidad que Él ha rescatado para la vida eterna. Así lo explica san Pablo a los fieles de Corinto, en su primera Carta. Cuando el Señor someta hasta a la muerte, entonces entregará su reino al Padre.
EVANGELIO.- No es sano relacionarnos bien con Dios pero tratar mal a la gente, tal y como lo expresa Jesús en el Evangelio de san Mateo. Hemos de cuidar unos de otros, ya que nuestra Salvación requiere que descubramos que Cristo vive en cada persona y que a Él mismo le damos buen o mal trato cuando se lo damos a los demás.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oremos por la Iglesia, por quienes la dirigen y sirven, por cada bautizado. Para que recordemos que Jesucristo vive en ellos y espera ser bien tratado. Roguemos al Señor.
2. Oremos por quienes ejercen autoridad o gobiernan. Para que se reconozcan súbditos del Rey de reyes y servidores de cada ciudadano a su cargo. Roguemos al Señor.
3. Oremos por quienes buscan la felicidad acumulando bienes, disfrutando al máximo y mandando a todos. Para que descubran el gozo de servir a otros, compartir lo que se tiene y colaborar con el bienestar de todos. Roguemos al Señor.
4- Oramos por quienes descuidan su vida de fe. Para que vivan el misterio de transformar sus vidas buscando tu Reino, viviendo según nos enseñaste. Roguemos al Señor.
5. Hay mucha gente que pasa necesidad de alimento, casa, ropa o que ha perdido su país; hay gente enferma o sin libertad. Para que recordemos que, al atender aunque sea a una persona, ayudamos a Cristo mismo. Roguemos al Señor.
6. Por nosotros, niños, niñas y jóvenes de todo el mundo, para que recordemos que muy cerca de nosotros viven personas necesitadas de apoyo escolar, alimento, consejo, o, simplemente, de nuestra amistad. ¡Hagámoslo por Cristo, nuestro Rey! Roguemos al Señor.
7. Por quienes ya no están con nosotros físicamente, para que gocen del descanso de sus fatigas y la paz del Señor. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Por cuanto Jesús, nuestro Buen Pastor, Señor y Rey, rige con humildad y reina desde la cruz con corona de espinas, presentamos esta corona de espinas y este cayado, para simbolizar que el reinado de Jesús conlleva sufrir y entregarse por los demás. ¡Nos unimos a Ti, Señor!
2. Sólo hay dos posibilidades para nosotros: o ayudar a implantar tu Reino, Señor, que es amor, verdad, alegría, paz, perdón…; o seguir viviendo el odio, la mentira, la tristeza, la violencia, o el rencor. Te ofrecemos nuestra decisión de adherirnos a Ti. (mundo con Dios / mundo sin Dios –mapamundis. Se rompe el segundo y se ofrenda el primero)

3. Finalmente, con el pan y el vino te damos gracias, Señor y Rey nuestro, porque Tú nos das todo lo que necesitamos para ser felices, para alimentar nuestras almas y vivir como ciudadanos del Reino de Dios. Que nunca nos falte el pan de la Eucaristía -tu Presencia- Señor.

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