XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, 12 de noviembre de 2017


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos! (...) Seamos bienvenidos a esta celebración del XXXII Domingo Ordinario. Otro día más nos reunimos en torno a la mesa del Señor para compartir con Él y dedicarle un rato de oración y reflexión que nos vayan preparando para descubrirlo y encontrarnos definitivamente, llenos de su Luz. Hoy el Señor nos quiere preparados y dispuestos a mostrar nuestro amor hacia Él y hacia todos los que nos rodean, en cada momento y circunstancia de nuestra existencia, a la espera del gran día.

PENITENCIAL
1. Porque muchas veces tomamos decisiones egoístas y culpamos a Dios de las consecuencias. ¡Señor, ten piedad!
2. Porque dudamos de la Palabra de Dios que nos asegura la vida eterna. ¡Cristo, ten piedad!
3. Porque vivimos como quien sabe que tiene mucho tiempo para arreglar cualquier error, incluyendo su olvido de Dios. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.-  El Libro de la Sabiduría nos recordará hoy  que vivir según la Voluntad de Dios y ser felices es posible. Esto lo descubre el creyente que busca a Dios, quien encontrará, adicionalmente, sus cualidades -la sabiduría, entre ellas.
SALMO.- El 62 es un Salmo de rica e íntima oración personal. Porque ha descubierto que lo necesita, el salmista busca a Dios, quien sacia sus necesidades más auténticas. ¡Oremos con mucho amor a Dios!
SEGUNDA.- Seguidamente escucharemos una explicación llena de fe y esperanza que san Pablo escribió a la comunidad de Tesalónica con respecto a los que ya han dejado este mundo, pues ellos resucitarán y vivirán por siempre.
EVANGELIO.- La vida eterna es una promesa en la cual estamos llamados a esperar prudente y responsablemente. Ha de ser alegre tarea de cada día el prepararnos para nuestra eterna vida en el Señor, previendo recursos, obstáculos y dificultades. ¡Somos invitados al Gran Banquete Celestial!

ORACIÓN DE LOS FIELES

1.   Por el Papa y todos los consagrados ministerialmente. Para que abran caminos para el pueblo de Dios según la esperanza en la vida eterna que Jesucristo nos ganó en la Cruz. Oremos.
2.   Por los consagrados en el bautismo. Para que ejerzamos nuestra condición de hijos amados del Padre, llenando nuestra historia personal y comunitaria del sabor de Dios y manteniendo encendida la Luz del Espíritu Santo donde nos encontremos. Oremos.
3.   Por los países en crisis económica, política, moral… Para que gobernantes y ciudadanos comprendan que es otro el camino que hay que buscar para superar sus problemas; que se vuelvan al Maestro y sean iluminadas estas situaciones. Oremos.
4.   Por los niños y niñas de la catequesis, por sus familiares. Por los catequistas. Por el párroco. Para que descubran a Dios como una experiencia de amor más que como una teoría y, llenos de esperanza y alegría, muestren al mundo que Dios está vivo y nos ama con locura. Oremos.
5.   Por nuestras familias y las de toda la comunidad. Para que, sabiéndose ‘Pequeñas Iglesias Domésticas’, enfoquen sus esfuerzos en ser colaboradoras de Dios a favor de la vida, llevando su Palabra a cada ambiente donde se encuentren y recordando que ellas son comunidades orantes de intercesión. Oremos.
6.   Por quienes han perdido la fe y nada esperan después de esta vida. Para que nuestras actitudes y cariño les hablen de Cristo y su promesa de una vida eterna dichosa; para que retomen el camino a Dios. Oremos.
7.   Por quienes sufren enfermedad, cansancio de vivir en dolor y agobio o soledad. Para que encuentren el alivio anhelado y, llenos de esperanza, caminen hacia la patria celestial. Oremos.
8.   Por los difuntos. Para que descansen en la paz del Resucitado. Oremos.

OFERTORIO
1. ¡Dios Padre Creador! Te damos gracias por nuestras familias y la vida y la esperanza que se genera en ellas; te las entregamos en esta familia. Sean como lámparas encendidas ante Ti, Señor. ¡Bendice la vida, Señor! (Familia portando una luz)
 2. ¡Dios Hijo, Palabra del Padre! Agradecemos tu Presencia en nuestras historias personales y comunitarias, haciendo que quien esté cansado de amar, creer, esperar o confiar en Ti descubra el tesoro de la eternidad prometida que nos ganaste. (Cartel: Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna. ¡Amén!)

3. ¡Dios Espíritu Santo! Eres aceite para nuestras vidas, en las que descubrimos el poder transformador de toda oración y, más aún, el infinito poder de la más grande oración, la Eucaristía. Con estas ofrendas del pan y del vino –que agradecemos- te presentamos las alegrías, los logros, los sufrimientos y el trabajo de muchas quienes, en silencio, trabajan por un mundo mejor, por una sociedad más justa y humana.

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