XVI Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de julio de 2017



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos! (…)  Reciban nuestro más afectuoso saludo en el inicio de la Eucaristía del Domingo Décimo Sexto del Tiempo Ordinario, día en que se nos invita a entender que Dios nos ama de manera perfecta, como el Dios único que existe, justo y fiel, siempre decidiendo a nuestro favor. Por tanto, nuestra respuesta ha de ser de absoluta confianza y paciencia ante el Señor y cuanto existe: Él actuará en el momento adecuado.

PENITENCIAL
a) Porque nos buscamos dioses que actúen según nuestra voluntad. ¡Señor, ten piedad!
b) Porque muchas veces creemos que Dios nos hace sufrir, enviándonos calamidades, y hasta dejamos de orar. ¡Cristo, ten piedad!
c) Porque nos cuesta esperar la respuesta de Dios y lo acusamos de no escucharnos. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El libro de la Sabiduría presenta una realidad: Dios es bueno y justo, cuida con amor de cuanto existe, de cada persona, y nadie le supera. Por eso, en su juicio es moderado e indulgente y busca siempre una oportunidad para que el pecador se arrepienta.  
SALMO.- Oraremos con el Salmo 85. Ante un Dios bueno, clemente, justo, misericordioso, compasivo, siempre dispuesto al perdón y como el cual no hay otro, el salmista nos invita a alabar y agradecer. Sea esta nuestra oración.
SEGUNDA.- Escribió san Pablo a los Romanos que Dios conoce nuestra debilidad, tanto como qué es lo que necesitamos. Y su Espíritu nos ayuda a orar al Señor para obtener lo que realmente nos conviene -y no, lo aparentemente bueno.
EVANGELIO.- La paciencia es una virtud que permite que ocurran cosas cuando deben ocurrir. San Mateo nos presenta tres comparaciones de Jesús respecto al mal y el bien. Partiendo de la primera, mal y bien coexisten. Quienes dejan crecer la Palabra de Dios en su interior verificarán su fuerza, comparable a lo que ocurre con la pequeña semilla de mostaza o la levadura en la masa. Estamos llamados a ser testimonio de vida y no de muerte.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1) Por la Iglesia, para que transmita con bondad las enseñanzas del Señor y defienda el bien ante el mal. Roguemos al Señor.
2) Por el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes religiosos y diáconos, para que sepan defender la fe recibida y no la acomoden a lo que el mundo cree. Roguemos al Señor.
3) Por los gobernantes, para que, iluminados por Dios, se dejen ayudar en las tareas que les han sido confiadas y busquen el bien de todos los ciudadanos. Roguemos al Señor.
4) Para que las personas entendamos que nos corresponde a todos ser levadura que fermente la fe recibida en nuestro bautismo, llevando los valores del Evangelio a un mundo que se aleja cada vez más de Dios. Roguemos al Señor.
5) Por cuantos son víctimas de la injusticia social o política que busca bienestar para unos pocos ante la indiferencia del mundo. Para que confíen en el auxilio divino. Roguemos al Señor.
6) Finalmente, oramos por todos los difuntos. Agradecemos al Señor por habernos enriquecido con la presencia en nuestras vidas de aquellos que ya no están. Le suplicamos a Dios los colme de amor en la eternidad. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Presentamos una pancarta para mostrar nuestra reflexión final: ‘Dios es bueno y actúa para nuestro bien.’
Gracias, Señor, porque te nos entregarás como nuestro Alimento en las especies de pan y vino, las cuales te ofrecemos y en las que nos colmarás de tu amor.

ORACIÓN FINAL
Padre Bueno, te damos gracias porque estás presente en nuestras vidas con tu amor protector, danos un corazón sensible para ser fermento tuyo y multiplicar tus enseñanzas entre nuestro mundo actual.
























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