XIV Domingo Ordinario, 9 de julio de 2017

MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengamos todas y todos! ¡Recordemos que el Señor se goza cuando venimos a nuestro encuentro eucarístico!
Pudiera ser que hoy nos encontráramos decaídos, sin fuerzas, agobiados por diversas situaciones. Sin embargo, somos las criaturas amadas del Señor, quien siempre está dispuesto para darnos lo que necesitamos. La verdadera grandeza se hace palpable para los pequeños del mundo, a quienes Dios ha dado la sabiduría necesaria para descubrirlo. Cercano a nosotros, Jesús, el Dios y Rey, se hace nuestro Amigo y nos revela al Padre. Nos entrega su socorro ante la debilidad y nos llena de consuelo. Él nos da el auténtico descanso.

PENITENCIAL
1. Queremos pedir perdón al Señor porque decimos que deseamos vivir en paz, pero vivimos en violencia. ¡Señor, ten piedad!
2. De igual modo, queremos pedirle perdón porque nos gusta cuidar y mimar nuestro cuerpo, pero olvidamos cuidar y fortalecer nuestro espíritu. ¡Cristo, ten piedad!
3. También, queremos pedir perdón al Señor porque nos cobijamos en técnicas y conocimientos y despreciamos su oferta de paz y sosiego. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El profeta Zacarías anuncia la venida del Mesías en la forma más humilde: el rey vendrá montado sobre un burrito. Así como ocurrió con Jesús que, sin carros para hacer la guerra, ni armas, ni poderosos apoyándolo, nos trae su paz. Toda la guerra fue y es contra nuestro pecado, que Él ha cargado en su Cruz.
SALMO.- Hoy oramos con el salmo 144, de estructura alfabética, que nos relaciona con ese Dios y Rey, de cuyo reinado todos formamos parte y que se aproximó en Jesús. Las alabanzas se suceden ante ese Dios que es infinito y nos supera plena y totalmente, pero, a la vez, que es próximo, cercano y tiene entrañas de misericordia.
SEGUNDA.- En cada persona coexisten cuerpo y espíritu; sin embargo, el apóstol san Pablo -en su Carta a los Romanos- nos invita a estimar más nuestro espíritu no sobrevalorando nuestro cuerpo, que morirá pero volverá a la vida porque en él vive Jesucristo.
EVANGELIO.- Mateo nos presenta una parábola del Reino donde Jesús se nos ofrece para conseguir el descanso y el refugio ante los sinsabores y sinsentidos de nuestras vidas. ¡Él nos aliviará! En Él reside la verdadera sabiduría, el más real consuelo. Solo tenemos que ir a Él, cuyo yugo y cuya carga podremos soportar porque su reinado trae paz y justicia.


ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oremos por el Papa Francisco, cada obispo, sacerdote o misionero. Para que aprendan a hacerse pequeños y humildes y puedan, así, transmitir el amor del Padre que Jesús les ha revelado. Roguemos al Señor.
2. Oremos por los países que atraviesan situaciones difíciles como la inmigración, el desempleo, la desintegración familiar, la depresión ante el sinsentido o las luchas políticas, para que la humildad y sencillez del Resucitado dé la capacidad para superar tales cargas. Roguemos al Señor.
3. Oremos por los mandatarios que cargan a sus ciudadanos con compromisos ideológicos o filosóficos agobiantes, para que descubran alivio en el yugo de Cristo y dejen que todos descansen en su amor, sin guerras, en paz y justicia. Roguemos al Señor.
4. Muchas personas construyen un mundo en torno al dinero -teniéndolo o no-, privándose de descubrir la divina Misericordia y la alegría de vivir sin exageradas pretensiones. Roguemos al Señor.
5. Hay muchas personas dispuestas a servir a quienes así lo necesitan, aliviando sus cargas, compartiendo sus cruces. Para que se fortalezcan constantemente en los sacramentos y jamás dejen de ser instrumentos del amor de Dios. Roguemos al Señor.
6. Oremos, también, por los que viven en pobreza, sin encontrar estabilidad material, para que encuentren trabajo y vivienda dignos, y que los demás bienes y servicios necesarios estén al alcance de todos. Roguemos al Señor.
6. Oremos por todos los enfermos, especialmente aquellos que son parte de nuestra historia personal, para que no se dejen vencer por el temor, el agobio o la tristeza y confíen su existencia a Aquel que todo lo puede; que puedan recibir esa enfermedad como una carga liviana, muy llevadera. Roguemos al Señor.
7. Por los familiares de los enfermos, para que, refugiados en el Señor, descubran que pueden atender a su familiar y seguir adelante con sus propias vidas; para que consigan los recursos materiales y humanos que requieren para hacerlo y sean fortalecidos con la presencia transformadora de Nuestro Señor. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Señor, hoy queremos entregar nuestras vidas a Ti sobre este altar, con todo lo que hay en ellas: alegrías y tristezas, proyectos y realidades. Y con el pan y el vino queremos agradecer a Dios que se quedara para siempre con nosotros. Creemos que la Eucaristía es nuestra fuerza y aliento en el diario caminar. Por eso nos unimos a Ti, Señor, en total libertad. ¡Gracias, Señor por tanto Amor!


ORACIÓN FINAL

Ante el Señor de la Vida expresamos nuestra más auténtica acción de gracias, pues de Él nos viene todo bien.

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