Solemnidad de Pentecostés, 4 de junio de 2017


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanas y
hermanos! Sean bienvenidos a nuestra
celebración eucarística de este Domingo de Pentecostés.
‘Al anochecer del día primero de la semana’, ‘al llegar
el día de Pentecostés’, estando ‘todos reunidos en un mismo lugar’ constituyen expresiones diferentes en torno
a un mismo misterio: Jesús cumple la promesa que Él y el Padre nos habían
hecho, la de enviarnos al Defensor, al Protector, al Fortalecedor, al Espíritu
de ambos, Aquel que nos enseñaría cuanto corresponde y nos capacitaría para ser
hijos de un Padre misericordioso, con un nuevo corazón, reunidos en esa Iglesia
que Jesús mismo había estado preparando, conceptualizando y practicando en el
amor de unos a otros, en el amor a Dios. El Sello de Dios ha firmado esa Nueva
Alianza, la Eterna, la que, constituida en Ley de amor, nos capacitará para
enfrentar el cada día y triunfar en Su amor.
¡Practiquemos un poco! Cerremos nuestros ojos un
momento y pidamos al Señor que sople sobre nosotros y nos envíe su Espíritu
para que recibamos su Paz, que tanta falta nos hace.
PENITENCIAL
1. Porque nos encerramos en nosotros
mismos y no Te permitimos actuar en nuestras vidas, en nuestras situaciones de
cada día. ¡Señor que nos renuevas, ten piedad!
2. Porque no buscamos fuerzas y energías en la vida sacramental ni en el
servicio. ¡Cristo
que nos capacitas, ten piedad!
3. Porque no nos asociamos a la alegría
de tu Resurrección y vivimos tristes y malhumorados; porque no transmitimos tu Presencia
gloriosa sino un gran pesar por nuestra existencia. ¡Señor de nuestra alegría,
ten piedad!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA.-El Espíritu de Dios convoca a la humanidad dividida para hacerse familia de amor unificada, donde todos se entienden, gozan ante el poder del Señor y se pueden expresar en el lenguaje universal del amor. Constituye un misterio trascendente que va unido al de nuestra Salvación en la Cruz, efusión extraordinaria que se continúa renovando día a día.
SALMO.- Como nos lo recuerda el salmista, el
Señor es grande y su poder, extraordinario e insuperable. Por eso bendecimos a Dios-amor –creador desde lo más profundo
de nuestro ser y le pedimos que envíe su Espíritu. Es un antiguo himno jubiloso
a la fuerza creadora de Dios, que se manifiesta constantemente y con la cual
colaboramos.
SEGUNDA.-
Tal como lo expresa la segunda
lectura, tomada de la Carta de san Pablo a los Corintos, todos y cada uno, cada
una, en particular, ha de aportar sus capacidades, actividades y
responsabilidades a la Iglesia que, en el Espíritu, nos une en el Cuerpo de
Cristo, transformándonos en comunidad de fe y servicio.
SECUENCIA.-
Seguidamente se nos proclamará el
hermoso y muy antiguo himno litúrgico conocido como la Secuencia del
Espíritu Santo, el cual define la obra y presencia del Espíritu Santo. Ojalá que dejemos que el Espíritu
Santo obre en nosotros según Su voluntad.
EVANGELIO.-
El Evangelio que se proclamará
seguidamente corresponde a san Juan y nos refiere cómo Jesús Resucitado nos da su
Espíritu. La Resurrección de Cristo y su
Pentecostés constituyen, ambas, una misma realidad: la glorificación del Señor,
nuestro Salvador, el creador de una nueva humanidad en el amor. El Espíritu del
Señor Jesús –que también lo es del Padre- transformará nuestra existencia.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
La Iglesia pregona y anuncia a Cristo muerto y
resucitado. Pidamos que en ella haya paz, justicia, y disposición para descubrir Tu
Presencia. Oremos.
2.
Muchas personas consagran sus vidas
a Ti, en diferentes maneras y grados.
Encomendamos al Papa Francisco, los obispos, sacerdotes, religiosos y
religiosas, así como a nosotros, laicas y laicos. Que haya abundancia de vocaciones auténticas,
que sean tenidos por Amigos y Amigas en las comunidades donde están. Que guíen,
corrijan y den amor del Tuyo, Señor. Oremos.
3.
Característica singular del Amor de
Jesús es su Paz. Que tengamos el valor de ‘cuadrarnos’ a la Paz de Cristo. Que seamos capaces de
renunciar a lo que nos ofrece el mundo como ‘paz’ para vivir la Paz del Señor. Oremos.
4.
Jesús nos dio
-y nos sigue dando- su Espíritu, que permanecerá hasta el final de los tiempos
como ese ‘otro protector’. Que nos dejemos iluminar por la Luz del Espíritu de
Dios para que resolvamos nuestras situaciones
de vida más duras. Oremos.
5.
Hay muchas personas que conocemos
que están sufriendo enfermedades fuertes o situaciones difíciles, Señor. Hoy
queremos pedirte que, aunque nosotros no los recordemos, Tú les envíes tu
Espíritu para que sus realidades sean transformadas y reciban de tu Vida misma
la capacidad de salir adelante. Oremos.
6.
Te suplicamos, Señor, por quienes
enseñan sobre Ti, por los catequistas y formadores de grupos de apostolado;
para que atiendas sus necesidades y les instruyas en la fe. Para que les animes
a formarse y vivir según tu Voluntad. Oremos.
7.
Señor, bendice a los niños, niñas y
adolescentes que se han acercado a Ti en algún sacramento en estos días, o lo
harán. Pedimos para ellos tu bendición. ¡Que no puedan ya vivir sin Ti! Oremos.
MONICIONES DEL OFERTORIO
Señor,
queremos presentarte estas ofrendas que son expresión de nuestras vidas, para
que obres prodigios y señales en nuestras ellas, transformándonos en Ti mismo:
1.
Como nada hay que
salga de nosotros, Te entregamos, Señor, nuestro deseo de ser luz donde nos encontremos. Que dejemos
actuar tu Espíritu.
(7 cirios)
2.
Por cuanto en Pentecostés nació tu Iglesia, nos presentamos
a Ti, entregándote nuestra mejor disposición de trabajo, servicio y unidad. (Varios parroquianos)
3.
Señor, al entregarte el pan y el vino, deseamos anhelar
tu Alimento al punto que te constituyas en la prioridad de nuestros Domingos,
de nuestra existencia. ¡Señor, te
agradecemos por todo esto!
ORACIÓN FINAL
Padre
de Misericordia, que nos fortaleces con tu Santo Espíritu, protégenos
abundantemente de todo aquello que nos aparte de Ti y de servir a nuestro
prójimo. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario