Celebración del Primer Centenario de las Apariciones de la Virgen de Fátima, 13 de mayo de 2017
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenas tardes para todas y todos! ¡Les
damos una alegre bienvenida de parte de Cristo Jesús Resucitado y les invitamos
a hacerla llegar a quienes están a su lado! (esperar a que lo hagan)
Hoy queremos decirles
que sabemos que todos, todos, queremos cambiar, para ser mejores
personas y hacer algo mejor, sobre todo en cuanto a las demás personas… ¿Verdad
que esto es así? (dar pie a que
respondan y comenten)
Entonces, estamos en
sintonía para anunciar a Jesucristo
Resucitado, pues nos estamos transformando en Buena Noticia, ‘cambiando nuestra forma de vida’, tal y como
pedían los primeros anunciadores del Evangelio de Jesucristo a los primeros
convertidos.
Hoy, alegres y
agradecidos, nos disponemos para celebrar a María, Nuestra Señora de Fátima, a
cien años de seis apariciones a tres pastorcitos –Lucía, Francisco y Jacinta. A
ellos encomendó la necesidad de hacer penitencia y difundir el rezo del Rosario
para alcanzar la paz del mundo, por la cual nosotros también trabajamos.
PENITENCIAL
(Tres jóvenes presentan tres carteles, uno por intención)
(CARTEL: ¡Nadie es como yo!) Porque llegamos a creer que Dios obra gracias a nuestras virtudes y no por Su Gracia y Misericordia. ¡Señor, ten piedad!
(CARTEL:
¡Eres lo máximo!) Porque escatimamos nuestras alabanzas al
Señor mientras incrementamos nuestras cortesías a las personas y lo que hacen. ¡Cristo, ten piedad!
(CARTEL:
¿Dios?... ¡Ah, sí! dios…) Porque
no creemos que Jesús pueda obrar milagros hoy en día, y nos excusamos en ‘no
querer molestar a Dios’. ¡Señor, ten
piedad!
MONICIONES A LAS LECTURAS
La Palabra nos invita a fiarnos del Señor Jesús que, abandonado en el Padre, venció la muerte y recibió la gloria que le corresponde desde siempre. Así, bajo el impulso del Espíritu, la Iglesia se extiende y fortalece, a pesar de las dificultades que se encuentren. Hemos de cantar un cántico nuevo, porque somos personas nuevas en Cristo.
ORACIÓN
DE LOS FIELES (Pueden
escribirse las intenciones en carteles de tamaño apropiado, esperar un
momento, y responder todos cantando la respuesta con melodía alegre.)
María es la ‘Mediadora de
todas las Gracias’. Pidamos a nuestra Madre que sea Ella quien entregue al
Padre nuestras súplicas. Cantamos: Ruega a Dios por nosotros,
Madre.
1.
Por la Iglesia, los consagrados, nuestros padres y quienes nos forman, ¡oremos con María al Señor!
2.
Por todos los enfermos, tristes, solitarios, abandonados, ¡oremos con María al Señor!
3.
Por quienes viven con fe y por quienes la rechazan, ¡oremos con María al Señor!
4.
Por los que han pasado de esta vida, ¡oremos
con María al Señor!
5. Por nosotros y nuestra historia, ¡oremos con María al Señor!
OFERTORIO
LUZ: Porque Tú, Madre,
fuiste la primera portadora de la Luz del mundo
FLORES:
Pues eres Tú, María, la Flor de las Flores, engalanada con los hermosos ropajes
que Te dio Dios.
CAMÁNDULA:
Rezar el rosario no está de moda…Pero nosotros
podemos y queremos ponerlo de moda y
hacernos camándula en las manos de María.
IMAGEN
DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA: Que el Inmaculado
Corazón de María triunfe por fin.
CESTA
DE ALIMENTOS: Te veneramos, Madre de Dios, entregando estos alimentos, para
bendición de quienes los entregan y de quienes los recibirán.
VIRGEN
DE FÁTIMA PEREGRINA: Queremos llevar la imagen de nuestra Virgen de Fátima a
nuestros hogares en peregrinación con la intención de entregarle los dolores y
las alegrías que sus pequeños
experimentamos, reavivar la fe y orar por la paz, según su voluntad expresada a
los pastorcitos.
PAN
Y VINO: María nos enseña cada día cómo
ser Sagrario de Cristo. Con este pan y este vino estamos suplicándole que
modele nuestros corazones para que, semejantes cada vez más al Suyo, podamos
recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en que se transformarán estas especies.
Por todo esto, ¡gracias,
Señor!
ORACIÓN FINAL
Gracias, Padre Bueno, por
las virtudes con que adornaste a María,
la Madre Buena que Jesús nos entregó en la Cruz, porque su mediación concederá
a este mundo volverse a Ti y obrará el prodigio de una paz verdadera, cimentada
en Cristo Jesús. Amén.
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