Misa de Grado, 26 de abril de 2017, X:XX am-pm




MONICIÓN DE ENTRADA

¡Muy buenas tardes, hermanos y hermanas! Les damos la más cordial bienvenida a esta Celebración en la que un grupo de estudiantes de XXXXXXX queremos agradecer una vez más a Dios su Presencia misericordiosa en cada momento de nuestras vidas. Por lo demás, confiamos en que Él se hará presente en nuestro desempeño profesional en diversas carreras, a saber: XXXXXXXXXXXXX, XXXXXXXXXXXXX, XXXXXXXXXX, XXXXXXXXXXX. También queremos agradecer a familiares y amigos el impulso dado para que llegáramos hasta aquí, al sostener nuestra decisión y empeño personales. ¡El Dios de la infinita Misericordia los bendiga a todos!
Por el bautismo, cada uno de nosotros debe vivir como discípulo de Cristo y misionero. Todos, pues, estamos llamados a llevar un estilo de vida diferente, capaces de alegrar hasta las tristezas propias y ajenas, dar sabor a los sinsabores de la vida y llevar la Luz del Resucitado a todos nuestros ambientes. Esta sería la manera más efectiva de llenar el mundo con esa dicha que solo el Señor puede darnos. ¡Seamos causa de bendición! Dejemos que la misericordia divina nos transforme.
¡Llenémonos de gozo y demos la bienvenida a los Graduandos!



PRIMERA LECTURA
Se proclamará un fragmento de la Primera Carta del apóstol san Pablo a los Corintios que nos invita a acogernos a la sabiduría divina para argumentar a quienes se glorían en la sabiduría humana. Poseedor de sólidos conocimientos –como fariseo que fuera-, san Pablo argumenta la manifestación y el poder del Espíritu, dando paso, así, a la humildad de quien ha sido simple instrumento en las manos del verdadero artista: Dios, a quien corresponde la gloria por la obra.  
SALMO
El Salmo 118 que utilizaremos para orar hoy va en sintonía con la primera lectura. Por una parte, el salmista se sabe iluminado, ilustrado por la Palabra de Dios, que es como una lámpara para iluminar su caminar. Por la otra, evita alejarse de esa sabiduría, de la Palabra, porque allí es donde encuentra la Verdad. En consecuencia, ama andar en la sabiduría de Dios, cumplir sus preceptos.
EVANGELIO
San Mateo nos trae una singular invitación. Quien sigue a Jesús ha de tener dos condiciones importantes: ser sal de la tierra y luz del mundo. Así, hemos de llenar nuestro mundo del sabor de Dios y hemos de iluminar dondequiera que nos encontremos. De esta manera daremos gloria a Dios, el verdadero hacedor de toda la obra. Sin pretensiones ni grandezas, con alegría auténtica, con sabiduría contagiosa -porque las da Dios- el creyente pondrá un toque de sabor hasta a los inconvenientes, sin apartarse del camino del Señor, disfrutando la vida.

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