Jueves Santo, Misa Vespertina de la Cena del Señor, 13 de abril de 2017
MONICIÓN DE ENTRADA

Nuestros ojos han de estar
particularmente volcados a sensibilizar nuestra capacidad de amar, de
entregarnos a quien nos necesite, de servir sin buscar otro beneficio que el
gozo de amar, tal y como lo hizo el Señor. No desconocía Jesús el martirio y la
humillación que le esperaban; sin embargo, escogió la significativa fiesta que el
Pueblo judío había celebrado desde su liberación del yugo egipcio para
entregarles y explicarles cómo sería la nueva y definitiva Pascua: el Señor
pasaría liberándonos de la muerte que el pecado nos acarrea, dándonos su
ejemplo de cómo vivir el nuevo Mandamiento del Amor, sirviendo en lugar de
esperando ser servidos, entregándonos sin reservas al prójimo, disponiéndonos,
en fin, a encontrarnos y hacer la Voluntad de Dios en nuestras vidas.
Hemos de mencionar que, al
instituir la Eucaristía, Jesús nos entrega el sacerdocio ministerial. Son los
sacerdotes quienes, actuando en la Persona de Cristo, perpetúan su Presencia
hasta el final de los tiempos con la acción sacramental. ¡Sean bendecidos en el
amor de Cristo!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA: El pueblo de Israel recuerda,
agradecido, la acción liberadora de Dios a su favor cuando dejaron de ser
esclavos en Egipto. La tradición judía para celebrar este hecho y el espíritu
que la animan son relatados en el libro del Éxodo. Dios pasó liberando,
transformando y salvando a su Pueblo. Es la primera Pascua, a la cual refiere
Jesús su propio ‘paso liberador y redentor’.
SALMO: Imposible negar el temor
del ser humano a la muerte en cualquiera de sus manifestaciones. Sin embargo, surge un inmenso grito de
alegría y de acción de gracias "al Dios liberador", que salva de la
desgracia y de la muerte, ayer al igual que hoy: la promesa de resurrección es
un hecho. Como el Salmista, hemos de sentir serena confianza, a pesar de los
sufrimientos y debilidades humanas, dando gracias al Señor que nos libra de la
angustia de la muerte.
SEGUNDA: Para san Pablo, la
Eucaristía es memoria y presencia de la Muerte y Resurrección del Señor. En su
primera Carta a los Corintios, el Apóstol entrega la que ha de constituirse en la
nueva tradición: el mismo Jesús, terminada la Cena, comparte y entrega el
Pan y la Sangre, memorial suyo; siendo así que la Fracción del Pan –nuestra
comunión- debería realizarse en torno al amor, la amistad y el servicio,
tal y como Él lo enseñó y lo mandó.
EVANGELIO: Particular
dimensión de la Eucaristía
la que nos presenta el evangelista san Juan con el lavatorio de los pies. La
repetición de la Fracción del Pan no puede ser mero ritual pues tiene un
sentido. Hemos de hacer lo que Él hizo, hacernos en servidores humildes para
todos, en especial para los más pequeños de nuestro entorno. Capaces de
rebajarnos ante el hermano, la hermana, la común-unión con Cristo solo se da
desde el servicio, la entrega, el amor.
MONICIÓN AL LAVATORIO DE
LOS PIES
Seguidamente viviremos un
momento muy significativo. Por cuanto todo cristiano está llamado a ser otro
Jesús, el celebrante lavará los pies a algunos miembros de esta comunidad
parroquial. Así también lo harán quienes representan hoy a los Apóstoles.
Debemos recordar que lavar los pies era un servicio que prestaban los esclavos,
humillados de rodillas ante ‘los importantes’. La Iglesia nos anima a
todos –ministros y laicos- a ser servidores. Porque ese es el camino que Jesús
nos señaló.
ORACIÓN DE LOS FIELES
De Jesús nace la
fraternidad que nos convierte en auténticos intercesores por la Iglesia y el
mundo entero. Responderemos: Padre, que nos encontremos en tu amor.
1. Presentamos al Señor
a cada bautizado, a cada bautizada. Que seamos testigos del amor más auténtico.
Oremos.
2. Hay hambre de pan y de
justicia en el mundo. Hay sed de amor y de paz. Que nos fortalezcamos en tu
amor para servir sin descanso, dando a conocer tu Gloria, Señor. Oremos.
3. Nos hemos vuelto demasiado
complacientes con nosotros mismos y descuidamos a quienes están con nosotros.
Que tu Santo Espíritu nos anime a volcarnos con amor hacia quienes nos
necesitan. Oremos.
4. El egoísmo ha empañado el
amor familiar. Que al recibir la Eucaristía disminuya el amor propio y crezca
el amor desinteresado que da felicidad y bienestar a nuestro prójimo. Oremos.
5. Pensamos en quienes no
oran, quienes no te conocen, Señor, quienes resienten de la vida o de personas,
quienes viven sin esperanza. Oremos.
6. Recordamos a los difuntos y
suplicamos por su eterno descanso. Oremos.
Gracias, Padre de amor, por
atender nuestras necesidades; haz que, fortalecida en el Pan Celestial, toda la
Iglesia se constituya servidora de los más desfavorecidos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
MONICIONES DEL OFERTORIO
Muy pronto, Señor,
realizarás el Milagro por excelencia al transformar el pan y el vino en tu
Cuerpo y en tu Sangre. Sabemos, además, que transformarás todo lo que te
entreguemos, hasta nuestras vidas.
COLECTA
Y ALIMENTOS
Hoy nos hemos dado prisa en recoger nuestro aporte
material, como Iglesia que somos, y nuestro aporte para nuestros hermanos más
necesitados. Junto a estos también entregamos nuestras capacidades y
limitaciones, nuestros bienes materiales y a nuestros protectores y
benefactores.
VESTIDURAS SACERDOTALES
Cada
sacerdote te representa, Señor, como instrumento de tu amor. Al llevar hasta el
altar estas vestiduras sacerdotales te entregamos las necesidades personales,
familiares, pastorales y espirituales que tus hijos, los sacerdotes, tienen. Tú
sabrás obrar misericordiosamente en ellos.
CÁLIZ Y VINAJERAS
Traemos
ante Tu altar, Señor, una ofrenda que el hombre elabora para que Tú la
transformes. Es que, aunque nuestros ojos no lo puedan distinguir así, ellas
serán tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad, que se nos darán en el
Alimento para la Vida verdadera y para nuestra Salvación, Señor.
Por tu gran
Misericordia, ¡GRACIAS, SEÑOR!
TRASLADO DEL SANTÍSIMO
Seguro que todos nos hemos
asombrado con el ornamento que hoy presenta el Monumento, ese lugar
especialmente preparado para colocar en él al Santísimo Sacramento, donde
permanecerá durante la noche de hoy esperando nuestra oración y adoración y que mañana, Viernes Santo,
servirá para la comunión de los fieles.
La invitación es a adorar
al Señor Jesús, eucarísticamente presente en el tabernáculo. Oremos y
contemplemos a nuestro Dios. Adorémosle con esa devoción sencilla
que lo reconoce como nuestro Mesías y Salvador. Ofrezcámosle este pequeño
sacrificio de estar con Él un rato, velando, tal y como les pidió a sus
discípulos una noche como esta. Intercedamos por quienes no han venido ni
vendrán. Dispongámonos a recibir sus bendiciones.
ORACIÓN ANTE EL MONUMENTO
Seguidamente y de acuerdo
al orden establecido, con amoroso respeto y gratitud, los diferentes grupos de
apostolado se encargarán de dirigir la oración de esta Vigilia.
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