II Domingo de Pascua, Misa Familiar, 23 de abril de 2017



 


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos, que la alegría pascual del Resucitado, que se desborda en Misericordia, llene nuestras vidas de bendiciones abundantes! A una semana de la Resurrección del Señor, Jesús vuelve a hacerse presente en medio de sus elegidos, entregándoles el regalo de la paz. Litúrgicamente hemos estado celebrando el anuncio de la Resurrección durante los días ‘octavos de Pascua’ de la semana que concluye. Y nos podemos preguntar: ¿Creemos que Jesús padeció, murió y, al tercer día, resucitó? Porque si no nos fiamos del testimonio de los Apóstoles, entonces nuestra fe es demasiado pequeña y no tiene dónde agarrarse. Tendremos, pues, que unirnos al Apóstol Tomás y clamar al Señor diciendo: ‘¡Señor mío y Dios mío!’

II Domingo de Pascua
‘¡Señor mío y Dios mío!’
¡Jesús, confío en Ti!

PENITENCIAL
v Es tarea de cada bautizado mostrar al mundo una manera de vivir basada en el amor y la unidad. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.
v Nos molesta nuestra fe cuando nos tropieza el dolor y esperamos que siga de largo, pero no ocurre así. No tenemos esperanza. Cristo de Misericordia, ten piedad de nosotros.
v Conducimos nuestras vidas desde certezas y seguridades estrictas donde entra la certeza de ‘la historia’ pero, no, la del crucificado que resucitó y reina. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
Nosotros podemos creer o no en Jesús Resucitado; si lo hacemos, somos bienaventurados. Como bienaventurados que somos, nuestra fe nos hace vivir en caridad y unidad, capaces de llenar todas nuestras situaciones de esperanza, pues creemos en Cristo Muerto y Resucitado. Por eso alabaremos, porque el Señor es bueno.

ORACIÓN DE LOS FIELES (Respondemos: Tu Misericordia nos transforme, Señor.)
1. Oremos por la Iglesia, por el Papa Francisco, por todos los obispos y sacerdotes. Para que recuerden que en ellos todo el mundo debe encontrarse con Jesús, con su Misericordia. Roguemos al Señor.
2. Oremos por nuestra parroquia, por quienes la integramos: sacerdotes, catequistas, grupos parroquiales, todos los que a ella acuden. Que recordemos que la Pasión y Muerte del Señor deben dar muestras de la Vida del Resucitado en nosotros dondequiera que estemos. Roguemos al Señor.
3. Oremos por quienes sufren en el mundo entero a causa de su fe en Cristo Resucitado. Oremos por quienes causan tales sufrimientos. Roguemos al Señor.
4. Tenemos proyectos personales, familiares, laborales o parroquiales. Supliquemos porque haya éxito. Roguemos al Señor.
5. Hay gente que cree en cualquier cosa que se les presente… Hay gente que decidió dejar atrás su fe en Dios… Oremos, pues, por los crédulos y por los incrédulos, para que la fe de todos sea iluminada por la Misericordia de Dios y fortalecida cada  día. Roguemos al Señor.
6. Señor, es realmente corto el tiempo que se dedica a la formación de  niños y jóvenes para recibir los sacramentos. Haz que, a pesar de eso y de las limitaciones de la Catequesis, ellos tomen la decisión de dar al Señor un lugar de privilegio en sus vidas y que se decidan a conocerlo y amarlo cada vez más. Roguemos al Señor.
7. Por las familias implicadas en los procesos de Catequesis. Para que el sacramento que uno de sus miembros reciba les anime a acercarse más a Dios y asumir un estilo de vida auténticamente cristiano. Roguemos al Señor.
8. Encomendemos a todos los difuntos a la Misericordia de Dios, para que triunfen con Cristo. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Dice la Palabra que Jesús mostró a Tomás sus manos y su costado para que confirmara que era Jesús quien estaba ante él, el mismo a quien habían crucificado. Te entregamos nuestros sentidos físicos como instrumentos para avivar nuestra fe. (Se porta un cartel con los sentidos físicos.)
2. Con esta lámpara encendida queremos representar nuestros corazones, renovados por el Misterio Pascual. (Se porta un cirio encendido; se coloca ante el altar con la palabra ‘Fe’)
3. Señor, nos enseñaste que solo quien se entrega por los demás, los ama. Estamos alegres porque podemos encontrarnos siempre con tu Presencia eucarística. Al presentar el pan y el vino queremos agradecerte tanto amor. (Se porta el pan y el vino y, una vez entregados, se coloca la palabra ‘Aleluya’ ante el altar).

ACCIÓN DE GRACIAS
Señor, te damos gracias por el regalo de la fe que nos puede llevar a vencer todo obstáculo y a descubrirte en nuestro prójimo. Amén.


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