MIsa de Grado, 16 de marzo de 2017, X:XX am-pm

¡Muy buenas tardes, hermanos y hermanas! Les damos la más
cordial bienvenida a esta Celebración en la que un grupo de estudiantes de XXXXXXX
queremos agradecer a Dios -como tantas veces lo hemos hecho- su Presencia
misericordiosa en cada momento de nuestras vidas. Por lo demás, confiamos en
que su auxilio se hará presente en nuestro desempeño profesional en diversas
carreras, a saber: XXXXXXXXXXXXX, XXXXXXXXXXXXX, XXXXXXXXXX, XXXXXXXXXXX. Y
creemos que la ocasión es propicia para agradecer a tantos familiares y amigos
que constituyeron impulso para que pudiéramos llegar hasta aquí, sosteniendo
nuestra decisión y empeño personales. ¡El Dios de la infinita Misericordia los
bendiga a todos!
Ahora
bien, el inicio de una nueva etapa es momento oportuno para cambiar actitudes
que no producen vida. Muchas veces nos llenamos de propuestas que nos aíslan en
nuestro egoísmo y nuestra comodidad, produciendo dolor en torno nuestro con la
indiferencia. ¡Seamos causa de bendición! Dejemos que la misericordia nos ayude
a hacer más humano este mundo y demos, así, los mejores frutos.
¡Llenémonos de gozo y demos la bienvenida a
los Graduandos!
PRIMERA LECTURA
Es elocuente la comparación que establece el
profeta Jeremías en el fragmento que se proclamará. Así como un árbol a la
orilla de un río puede dar buenos y abundantes frutos aún en tiempos de sequía,
constituyéndose en bendición para sí mismo y para otros, así será quien confía
en el Señor; pues el infortunio no lo secará sino que recibirá el consuelo y la
fortaleza de Dios, en quien se refugia.
SALMO
Comienza el Salterio con afirmaciones muy
cercanas a las del Profeta, en la primera lectura. “Porque el Señor protege el
camino de los justos” dirá el salmista, convirtiéndose en dichoso aquel que ha
puesto en Dios su confianza. Pensemos cuántos beneficios nos ofrece el mundo:
dinero, poder, placer… Sin embargo, nuestras realidades personales persisten y
allí solo Dios basta.
EVANGELIO
Dos personajes se contraponen en el relato de san
Lucas. Uno es el rico epulón, quien disfrutó grandemente la vida, en lo
material. El otro, un pobre llamado Lázaro, quien sufría necesidades muy
grandes. La eternidad, sin embargo, fue de dicha para Lázaro y de dolor para el
rico, quien jamás ayudó a ese pobre que estaba cerca de él y a quien más caso
le hacían los perros al lamerle sus llagas. ¿Qué hacemos nosotros ante el dolor
y la necesidad de nuestro prójimo?
Comentarios
Publicar un comentario