Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, 13 de noviembre de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Seamos
bienvenidas y bienvenidos a nuestra Celebración! Hemos llegado al XXXIII
Domingo del Tiempo Ordinario; solo falta uno para culminar el año litúrgico e
iniciar el Tiempo de Adviento.
El
tema es inevitable: el final. Y, aunque el final de cuanto conocemos se acerca
no podemos llenarnos de incertidumbre y temores porque el Señor –siempre fiel a
su Palabra- prometió estar con nosotros hasta el final de los tiempos, inicio
de otros mejores, llenos de felicidad para todos. La eternidad junto a Dios, el
vivir el Reino, debe motivarnos a ser mejores personas cada día. Aprovechemos,
pues, el tiempo que nos queda para llegar a la eternidad esforzándonos por
llevar a todos el mensaje de la Salvación a través de nuestras buenas obras.
En
este día se celebra en España el Día de la Iglesia Diocesana con el lema “Somos
una gran familia CONTIGO”. La invitación
es a colaborar con nuestra parroquia por cuanto “en una parroquia fuimos
bautizados y, por eso, pertenecemos a la familia de los hijos de Dios. Somos hermanos e hijos de un mismo Padre.
PENITENCIAL
Porque
culpamos a Dios del dolor que nos causan las personas, olvidándonos de que Él
es misericordioso. Señor, ten piedad.
Porque
nos valemos de cualquier excusa para no cumplir con nuestros compromisos y
obligaciones. Cristo, ten piedad.
3.-
Porque nos dejamos encandilar con las luces del mundo y nos olvidamos de quien
es la Luz verdadera. Señor, ten piedad.
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Como
primera lectura tendremos un muy breve texto del profeta Malaquías, en el cual
se describe cómo será el ‘día del Señor´, día que, aunque difícil, manifestará la
misericordiosa presencia del Señor, ‘sol de justicia’.
SALMO.- Ante
la acción de Dios se produce una respuesta de cuanto existe; y eso es una
aclamación. El Salmo 97 con que oraremos hoy
nos invita a alabar al Señor, que ya viene. Ante tal invitación hemos de
alegrarnos y confiar en que El Justo vendrá con todo su poder a transformarlo todo.
SEGUNDA.- El
cristiano no debe excusarse en la posible cercanía del fin del mundo para
justificar su irresponsabilidad ante las situaciones que debe encarar cada día.
Así lo aconsejó San Pablo a los que se paraban a esperar el temido fin, y fue
muy claro: quien no trabaje que no coma.
EVANGELIO.-
Muchas personas o cosas pueden encandilar nuestros sentidos. Sin embargo, no
podemos permitir que nada ni nadie nos aparte del Señor Jesús, pues es el único
que nos ha salvado y el único que nos da vida eterna. Todo lo demás pasará.
Nosotros debemos ser perseverantes para llegar a ver su gloria. ¡Confiemos en
el Señor!
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
Por la Iglesia universal y, muy particularmente, por la de nuestra Diócesis, en
la cual todos debemos ser una gran familia de hijos e hijas, todos necesarios y
necesitados. Roguemos
al Señor.
2.
Porque no es tan fácil dirigir una familia tan grande, recordemos orar por
nuestro Obispo; que la Misericordiosa mano de Dios actúe siempre en él y lo
sintamos todos. Roguemos al Señor.
3.
Por quienes son reconocidos como la Iglesia: sacerdotes, religiosos, catequistas,
ministros y quienes se acercan a ella. Para que seamos testigos creíbles del
gran amor de Dios. Roguemos al Señor.
4.
Muchos nos dirán que no hace falta ir a la iglesia. Para que también ellos se
animen a manifestarse como la gran familia de los hijos de Dios y a ser
portadores de la Buena Noticia. Roguemos
al Señor.
5.
Por tantas personas que sufren y mueren a la espera de ese día sin ocaso en que
gozarán de la gloriosa presencia de Dios. Por quienes evitan el sufrimiento
negando su fe. Roguemos al Señor.
6.
Por ese momento en que cada uno de nosotros nos encontraremos ante el misterio
de nuestro final en esta vida. Para que despertemos a la Vida nueva prometida
por Cristo. Roguemos al Señor.
7.
Por las familias involucradas en el proceso catequético a través de alguno de
sus miembros, para que todos sean transformados para gloria de Dios. Roguemos al Señor.
8. Por quienes ya duermen el sueño eterno,
para que verifique aquello en que creemos, Roguemos
al Señor.
OFERTORIO
Porque
nuestra Diócesis ha de ser una gran familia, ofrendamos este cartel con la gran familia diocesana representada
dentro de una misma casa.
Así
como no podemos indicar el comienzo ni el final de este anillo, que es una unidad, creemos que la vida de cada persona es
un misterio único de amor en la presencia de Dios.
El pan y el vino los
entregamos convencidos de que Tú mismo, señor, te harás presente en plenitud en
ellos, dándonos, así, tu propia vida. ¡Por esto, te damos gracias!
ORACIÓN FINAL
Señor,
no quiero temer por lo que un día pueda ocurrir. Quiero vivir sirviéndote y
amándote cada día más. ¡Ayúdanos, Señor!
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