XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, 9 de octubre de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días, hermanas y hermanos! ¡Sintámonos bienvenidos a la casa del Señor! Dirijamos un saludo cordial a quienes están
compartiendo nuestra Celebración del XXVIII Domingo Ordinario; recordando que
somos enviados de Jesús,
expresémonos
como creemos que Él lo haría (animar a
saludar). Agradezcamos a quien nos acompaña por estar aquí, ya que
enriquece nuestras oraciones.
Es bueno mantener
una actitud, una palabra, en nuestro corazón: ‘Gracias’. Y enfocarnos en quien
debe recibir nuestra gratitud. Hemos de rendir honor al único que nos ha dado
la Salvación, Jesucristo, el enviado del Padre.
Muchas
veces buscamos con gran afán satisfacer necesidades personales, familiares,
materiales, morales o espirituales. Cuando somos bendecidos en esto, sin
embargo, nos alegramos por la bendición recibida pero alejamos nuestra mirada y
nuestro corazón de quien nos la ha concedido. Y, la gratitud, es una virtud que
rinde frutos de vida a quien la practica, especialmente cuando agradecemos a
Dios.
PENITENCIAL
1.
Reconocemos amplia y prontamente los favores que alguna persona nos haya hecho,
pero nos cuesta reconocer la bondad de Dios en nuestra vida. ¡Señor, ten piedad!
2.
Tomamos y dejamos a Dios según nos convenga y terminamos relegándolo para el
momento de la misa. ¡Cristo, ten piedad!
3.
Somos rápidos para pedir a Dios pero muy lentos para agradecerle. Nos creemos
con derecho a recibirlo todo de Dios; nos quedamos con el milagro y desechamos
a quien nos lo concedió. ¡Señor, ten
piedad!
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- ¿Somos
capaces de comprender sucesos de nuestra vida y tomar decisiones importantes en
consecuencia? La primera lectura de hoy corresponde al Libro de Segundo de los
Reyes y refiere cómo el sirio Naamán, habiendo sanado de la lepra por la
indicación del profeta Eliseo, reconoce que sólo Yavé es Dios, le agradece al
profeta y promete adorar solamente a nuestro Dios.
SALMO.- Los
judíos consideraban que la historia culminaría con la concurrencia de todas las
naciones al Monte Santo para aclamar a Dios, tal y como lo hace el salmo 97 con
que oraremos hoy. Pertenece al grupo de los himnos a la realeza de Dios. Cuando
todo pone de manifiesto la grandeza del Señor nosotros podríamos alzar nuestras
voces para alabarlo también.
SEGUNDA.- La
segunda lectura es de la Segunda Carta a Timoteo. Jesús, misteriosamente
presente entre nosotros luego de su muerte y resurrección, motiva a muchos a soportarlo todo. De ahí que, al final de su vida, preso y
olvidado del mundo, Pablo reconoce que, aunque él está encadenado, la Palabra
de Dios no lo está. Él es prescindible y sabe que muy pronto ya no estará más;
pero no así Jesús. Por eso aconseja al discípulo, refiriéndolo al Señor Jesús.
EVANGELIO.- San
Lucas nos relata el episodio de los diez leprosos. Todo favor concedido debe
llevarnos a quien nos lo ha permitido. El Señor es quien se manifiesta a
nuestras vidas cuando recibimos una acción más o menos portentosa de sanación o
liberación; sin embargo, nos solemos sentir como los primeros protagonistas, seguidos de médicos y hasta de
santos. Olvidamos que ese prodigio fue, realmente, un paso del Señor Jesús por
nuestra existencia.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
Por la Iglesia, por el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas;
por cada bautizado o bautizada; para que sepamos dar a Dios el lugar de gloria,
gratitud y cercanía que le corresponde. Roguemos
al Señor.
2.
Muchas personas ejercen cargos públicos o de gran alcance a grupos humanos.
Oremos para que sean generosos en su entrega y, alegres, transmitan entusiasmo a todos por construir un
mundo mejor. Roguemos al Señor.
3.
Por cada uno de nosotros, aquí reunidos. Que la gratitud ante cualquier acción
a nuestro favor nos llene de gozo y nos impulse a ayudar a otros. Roguemos al Señor.
4.
Oremos por quienes no se alegran por ningún favor recibido porque su mirada se
pierde en la autocompasión, la depresión o la angustia. Que la Luz del Espíritu
rompa esos círculos y los rescate para que aprendan a vivir realmente. Roguemos al Señor.
5.
Por todos los niños y jóvenes que han abandonado su fe por enseñanzas recibidas
en páginas de ateos. Por sus padres y demás responsables, para que sepan estar
cerca para guiarlos a Dios. Roguemos al
Señor.
6.
Por quienes están descubriendo a Dios en sus vidas. Por quienes les llevan a
Él. Por los eventos que nos conducen al amor del Señor. Roguemos al Señor.
7.
Por quienes sufren enfermedad propia o ajena, problemas familiares, económicos,
de trabajo o vivienda, prisión de cualquier tipo, soledad, abandono o abusos. Roguemos al Señor.
8.
Por todos los difuntos, especialmente los que no tienen alguien que ore por
ellos. Roguemos al Señor.
OFERTORIO (Familia, 7 niños, familia)
1.
La gratitud nos lleva a proclamar la generosidad de quien nos ha ayudado. En
María descubrimos a una mujer humilde que agradece a su Creador. Hoy queremos
dar gracias a Dios por entregarnos a tal Madre como modelo a imitar y ofrecemos
nuestras oraciones. (Familia portando imagen de Ntra. Sra.
del Rosario y una camándula)
2.
Queremos decir al Señor: ‘¡GRACIAS!’ Por la vida, la familia, las alegrías y
tristezas, las capacidades y las limitaciones, en fin, por lo que somos. (Siete
niños o jóvenes pasan en fila y, al llegar al frente, levantan siete letras
para construir la palabra ‘gracias’. Puede improvisarse un diálogo donde se
pregunten: ¿Qué le queremos dar al Señor? Cada uno va diciendo qué ha hecho el
Señor por ellos. Finalmente acuerdan que hay que agradecer para, luego,
levantar las letras y construir la palabra en cuestión.)
3.
¡Tanto nos das, Señor!... ¡Todo! Hoy queremos agradecer entregando nuestras
vidas en los dones en que Tú te harás eucarísticamente presente sobre este
altar. ¡Gracias por ser Bueno! (Familia portando el
cáliz y las vinajeras)
ORACIÓN FINAL
Padre
de Misericordia, que generosamente nos lo entregas todo, danos valor de ser
agradecidos contigo y con quienes nos rodean. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario