MISA DE GRADO - XXX, 6 de octubre de 2016, X:XX am-pm

MONICIÓN DE ENTRADA

¡Muy buenas tardes, hermanos y hermanas! Les damos la más cordial bienvenida a esta Celebración en la que un grupo de estudiantes de XXXXXXXXXX daremos gracias a Dios, una vez más, porque su misericordia se ha manifestado en cada momento de nuestras vidas, transformándonos e impulsándonos a profundizar en conocimientos, habilidades y destrezas para la vida, así como en el desempeño profesional que hemos de desarrollar en  adelante dentro del ejercicio de diversas carreras.  Sabemos que el Señor bendecirá en abundancia a nuestros familiares y amigos, por cuanto ellos han constituido verdadero estímulo y soporte para llegar hasta aquí.

Nos encontraremos hoy con ‘la entrañable misericordia de nuestro Dios’, por la cual hemos recibido la Salvación que Jesucristo nos obtuvo en la Cruz, sin que tuviéramos méritos propios. E, insistiendo en el tema de la oración,  la Palabra de Dios nos planteará la manera en que debemos orar: con fe y confianza, insistente y frecuentemente.

¡Llenos de gozo, demos la bienvenida a los Graduandos!

MONICIONES A LAS LECTURAS

PRIMERA: A pesar de que Salvación nos viene de la Cruz de Cristo, nuestro espíritu puede nublarse y llegar a creer que es algo que hemos hecho lo que nos ha salvado. Con muy duras expresiones, san Pablo trata de sacudir a los cristianos de Galacia para que entren en razón. Ni la Ley, ni las obras nos salvan. Lo hizo Cristo. Tenemos, pues, que obrar como seguidores de Jesucristo.

SALMO: Oraremos con palabras del evangelista san Lucas, relativas a cuando Zacarías recuperó la capacidad de hablar y comunicó a todos los allí presentes su experiencia en torno a la Salvación que recibimos no por mérito propio ni por cumplir la Ley, sino por la entrañable misericordia de nuestro Dios. Hagamos nuestras estas palabras, bien propias para adorar y agradecer.

EVANGELIO: Hay ciertas actitudes interiores que debe poner en práctica el creyente que ora a Dios. San Lucas nos ofrece como fundamentales la necesidad de orar constante y perseverantemente, así como hacerlo llenos de fe y confianza. Se establece implícitamente la condición de bondad de nuestro Padre Dios, la cual se manifiesta a través de su Espíritu.