MISA DE GRADO - XXX, 5 de octubre de 2016, X:XX am-pm
MONICIÓN DE ENTRADA

En este día, la Palabra de Dios nos entrega la ‘oración del Señor’, el Padrenuestro. Porque ser cristiano no consiste en anotarse en un club y actuar como queramos. Hemos de entender que, recibida la Salvación de Cristo, todos fuimos constituidos hermanos: y unos y otros debemos apoyarnos orando, intercediendo, favoreciendo al Espíritu para que nos ilumine en cada situación; más aún, alabando a Dios, que nos ama y siempre es fiel.
¡Con gozo, demos la bienvenida a los Graduandos!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA: En el desarrollo de la vida de fe se pueden presentar situaciones que nos lleven a dejar actuar al Espíritu Santo para que su luz ilumine nuestras oscuridades. En la Carta a los Gálatas se nos relata cómo el apóstol de los gentiles busca el discernimiento de los demás apóstoles con respecto al ministerio que ha desarrollado entre los gentiles, recibiendo su aprobación. Sin embargo, le corresponderá a él mismo corregir a Pedro por su proceder al estilo pagano. Porque la Luz del Espíritu se manifiesta para todos.
SALMO: Oraremos con un brevísimo Salmo, el 116, que nos invita a la alabanza a Aquel que nos ama y es fiel. La Redención obrada por Jesucristo tiene un carácter universal y, por su medio, todos los hombres y mujeres del mundo hemos sido llamados a formar parte del Pueblo de Dios. Por lo tanto, hemos de reconocernos como ‘hermanos’, aunque muchos no lo sepan.
EVANGELIO: Correspondía a todo maestro enseñar a orar a sus discípulos. También los discípulos de Jesús quieren orar al estilo de su Maestro, según refiere san Lucas. A su petición Jesús entrega la que conocemos como ‘la oración del Señor’, la cual se recita en cada Eucaristía. Bien podríamos decir que la misma contiene los fundamentos que debe vivir todo aquel que quiera seguirlo. Conviene, pues, que nos preguntemos si estamos siguiendo ‘las instrucciones’ de Jesús.
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