Domingo XIX del Tiempo Ordinario, 7 de agosto de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días para todas y todos! Que nuestro Señor colme la historia personal y
comunitaria de cada una y cada uno de nosotros en este XIX Domingo Ordinario
con sus bendiciones.
Resulta
oportuno el momento para preguntarnos qué hacemos ante las dificultades –a
veces tan grandes- que se nos presentan día a día. Porque un cristiano o una
cristiana debe recurrir a Jesús ante cualquier situación dura o dolorosa,
fortalecerse en su amor y recordar siempre que es a Él a quien lleva dentro de
sí y entregarlo a todos. Y la clave –nos lo plantea la liturgia de este día-
parece estar en tener fe, una fe que pueda disipar el miedo por esos
interrogantes que se levantan ante nosotros, amenazándonos. Hablamos de una fe
que nos mantenga atentos a la Presencia del Señor en medio de la noche oscura,
fortaleciendo nuestra esperanza y permitiéndonos ser triunfadores en Cristo
Jesús, Señor de nuestra historia.
PENITENCIAL
1.
Decimos creer en Dios, pero ante cualquier conflicto vendemos nuestra alma a
cualquiera, llenos de desesperanza. ¡Señor,
ten piedad!
2.
Creemos en lo que sea, olvidando que nuestra fe debe estar puesta primeramente
en Dios. ¡Cristo, ten piedad!
3.
Nos encanta ser atendidos, pero atender poco a otros. Nos olvidamos de ser
causa de felicidad y testimonio vivo del amor de Dios. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- Quien
cree en Dios confía en su intervención en el momento oportuno. Con esta
esperanza, los judíos aguardaron que Dios obrara y se prepararon con himnos y
cánticos. Como primera lectura, escucharemos aspectos en torno a la liberación
del pueblo judío de la opresión egipcia desde el Libro de la Sabiduría.
SALMO.- El
Salmo 32 es el himno de admiración ante ese Dios providente que, además, nos
ama sin medida. Proclama –por otra parte- la esperanza de quienes se saben
amados y protegidos. De ahí que invite a la alabanza, llenos todos de dicha.
Hagámoslo nuestra oración; reconozcamos, también nosotros, la grandeza de
nuestro Dios, Dios de todos.
SEGUNDA.- La
fe es la clave de nuestra relación con Dios, la cual nos ha de llevar hasta a
lo impensable. En el texto de su Carta a los Hebreos, el apóstol san Pablo hará
referencia a la manera asombrosa y fidelísima en que el Señor se relacionó con
Abraham, el cual estaba convencido de la bondad y la verdad que Dios encierra,
por lo que se dispuso a entregar a su hijo sabiendo que le sería devuelto. Sea
esto un símbolo para nosotros.
EVANGELIO.- Ceñida
la cintura, nuestras lámparas encendidas y bien dispuestos para abrir nuestros
corazones a nuestro Señor, así es como debemos estar constantemente. Y porque
mucho hemos recibido, mucho se nos exigirá. El evangelista san Lucas nos anima
a hacer lo mejor que esté a nuestro alcance, según nuestras posibilidades, para
dar felicidad a las personas y agradar a Dios.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
La Iglesia es la encargada de mantener y transmitir la fe en Cristo. Para que
cada bautizado tome conciencia de su condición de ‘Iglesia’ y lleve a la
Persona de Jesús a todos sus ambientes. Roguemos
al Señor.
2.
Por quienes están sufriendo. Por quienes no han sabido encajar a Cristo en sus
situaciones diarias. Por quienes desconocen la esperanza porque no tienen fe. Roguemos al Señor.
3.
El Jesús en quien creemos -muerto y resucitado, glorioso y lleno de
misericordia para con nosotros-, ese Jesús debe ser transmitido por cada una,
cada uno de nosotros mediante el amor. Que aprendamos a vivir en tu amor, Señor.
Roguemos al Señor.
4.
Para que no necesitemos pruebas para creer en Dios. Para que nos convenzamos de
su acción transformadora en nosotros y la posibilitemos en otros con nuestro
testimonio de palabra y de vida. Roguemos
al Señor.
5. Por nuestros niños y jóvenes. Por quienes les
forman y guían. Por quienes están a su lado en las buenas y en las malas. Roguemos al Señor.
6. Muchas personas se trasladan en este tiempo
de vacaciones. Para que sea prioritario, también, para todos ellos y ellas
encontrarse con el Señor en su Banquete dominical. Roguemos al Señor.
7.
Recordamos a muchas personas que ya han pasado a la eternidad. Que sus buenas
obras y nuestras oraciones les lleven pronto a tu Presencia, Señor. Roguemos al Señor.
OFERTORIO (Un par de chicos/as, y
dos familias)
1.
Como tu Pueblo Santo, Señor, caminamos unidos hacia la Patria celestial. Te
entregamos nuestros pasos y nuestra
disposición a vivir unidos y bien dispuestos a ayudarnos siempre. (Un
par de chicos/as caminan juntos y, ante la caída de uno de ellos, el otro le
tiende su mano para ayudarlo)
2. Es correcto y bueno que veamos de los
nuestros. Es mejor que nos ocupemos, también, de esos seres anónimos que
también nos necesitan. Este alimento
lo entregamos con esa intención, porque hemos de ser causa de felicidad para
otros y alegría para nuestro Dios, que siempre nos socorre.
3.
Presentamos la ofrenda por excelencia, el
pan y el vino, para que Tú, Señor, hagas el grandioso y poco reconocido
milagro de hacerte presencia transformadora sobre el altar.
¡Gracias,
Señor!
ORACIÓN FINAL
Señor,
que tan generosamente nos has alimentado con tu Palabra y con el Pan eucarístico y espiritual,
impúlsanos a ser testimonio actuante de la experiencia de amor vivida en este
día, llevándote a todos con la palabra y las actitudes. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario