XII Domingo del Tiempo Ordinario, Día del Padre, 19 de junio de 2016





MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos! Sintámonos bienvenidas y bienvenidos, amigos, al encuentro dominical con el Señor, con la Iglesia, con los hermanos y con la Palabra. La Gracia de Dios, que se derrama constantemente sobre nosotros, nos ha hecho hijos de Dios, hermanos en el Primogénito; nos ha capacitado para tener sabor a su Hijo, a quien hemos de buscar, amar, conocer. Él es nuestro amigo, a quien debemos parecernos e imitar. Solo siguiendo al que, crucificado, encontró su plenitud, solo así se puede descubrir la libertad que nos ha sido dada y que nos capacita para el amor capaz de llegar a una cruz.
Hoy, además, estamos celebrando el Día del Padre. Recordamos a todos aquellos hombres que han comprendido la importancia de su misión. Que el Dios de la Vida, que está con nosotros, apuntale esas condiciones de sacrificio personal y de donación definitiva que todo hombre que ha transmitido su vida ha de entregar a sus hijos e hijas. Y que sean felices en su entrega constante.

PENITENCIAL
* Porque nos cuesta tener compasión con las personas que nos rodean; porque nuestra mirada está muy lejos de Dios. ¡Señor, ten piedad!
* Porque nos encantaría tener siempre la figura gloriosa del Resucitado, pero despreciamos su figura humillada y sufriente en quienes le acompañan en su Pasión. ¡Cristo, ten piedad!
* Porque reconocemos a Cristo como teoría escuchada, no como realidad vivenciada. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El ‘Día del Señor’ es anunciado con detalles significativos muchos siglos antes de que se concretara el misterio de nuestra Salvación. Así, del profeta  Zacarías se nos relatará el sufrimiento de Cristo en la Cruz, obra de verdad, justicia y amor de Dios por nosotros.
SALMO.- Oraremos con el Salmo 62, atribuido a David. El creyente que tiene sed de Dios se mantiene en vigilante y gozosa espera y vive en la mayor fidelidad a Él, de donde se le conceden diversos consuelos que le prepararán a la felicidad eterna. La misericordia divina nos ha concedido vida auténtica para que podemos alabar a Dios.
 SEGUNDA.- Se nos proclamará la Carta a los Gálatas, de San Pablo. En Cristo somos unidad, por cuanto todos somos hijos de Dios en el Hijo, de cuya vida participamos. De ahí que no deberíamos hacer distinción entre las personas –todas únicas y diferentes entre sí- pero marcadas por la misma fe de un único bautismo.
EVANGELIO.- Muchas personas siguen a un Jesús parcial: el de palabras penetrantes, el que va contra el sistema, el milagrero, el que cuida nuestras necesidades… Jesús, sin embargo, es mucho más que eso; pero a cada uno de nosotros nos corresponde descubrirlo. Hemos de dar respuesta sobre el Jesús en quien creemos. Tal vez descubramos que debemos tomar su Cruz, y lo seguiremos…

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Por el Papa Francisco. Por nuestros obispos, Baltazar y Alfredo. Para que se identifique con Cristo y proclamen sin miedo la Buena Noticia del Evangelio. Roguemos al Señor.
2. Roguemos al Señor por nuestra Venezuela y por quienes en ella vivimos. Roguemos al Señor.
3. Oremos por nosotros, los cristianos. Para que sepamos a quién seguimos. Para que no tengamos pena ni miedo de ser de los suyos. Roguemos al Señor.
4. Muchas personas piensan que seguir a Cristo es solo adorarlo. Para que todos descubramos que Jesús ejerció su Reinado en la cruz de la entrega y del sacrificio, por todas y todos. Que aprendamos a ser servidores. Roguemos al Señor.
5. Por quienes tienen la dicha de haber sido encomendados por Dios para cuidar a sus pequeños –los padres-, para que puedan cumplir, a ejemplo de san José, tan noble misión, contando con la bendición de Dios. Roguemos al Señor.
6. Por todos los evangelizadores; por quienes, habiendo descubierto la Persona de Cristo, saben comunicar esa vivencia a otros y por los que lo siguen hasta muerte. Roguemos al Señor.
7. Oramos por quienes nos han pedido que oremos, aunque no lo recordemos; para que el Señor, que sí conoce sus necesidades, impere sobre sus situaciones de salud, economía o de relación y traiga abundantes bendiciones sobre sus vidas y un despertar de su fe. Roguemos al Señor.
8. Te presentamos a todos los difuntos, Señor; que nuestras oraciones confiadas en tu Misericordia les lleven a la plenitud de tu descanso. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Con el PAN y el VINO, como todos los domingos, damos gracias a Dios por el alimento de cada día y por estas celebraciones, en las que el Señor baja hasta el altar y los convierte en su Cuerpo y en su Sangre. Ellos nos representan a todos nosotros, que queremos ser transformados también en otros Cristos para llenar con su Misericordia nuestros hogares, veredas, calles, avenidas, edificios y todos los lugares donde nos encontremos.

ORACIÓN FINAL
Nuevamente, Padre amado, queremos rogarte por medio de Jesús, ‘el Mesías de Dios’, nos fortalezcas en la fe recibida en el bautismo y nos capacites para el servicio desinteresado al más necesitado. Amén.

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