Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, 29 de mayo de 2016

Pero es muy importante que la Presencia real
y misteriosa de Jesús en la Eucaristía nos lleve a desear vivir muy cerca de Él, a adorarlo y a
servirlo en las personas que más sufren.

PENITENCIAL
(Niña/o con cartel: Si Dios no me lo concede, ¡no le pago nada!) 1. Nos gusta
comprarle’ milagros o favores al
Señor y ofrecerle sacrificios que otros
deberán ‘pagar’. Tratamos a Dios como a un comerciante. ¡Señor que lo das
todo, ten piedad de nosotros!
(Niña/o con cartel: ¡Ey, chama, ven,…guárdate el chicle y ponte en la
fila para comulgar!) 2. Comulgamos como por rutina, por compromiso
social o porque nos lo están ofreciendo. Olvidamos adorar al Señor que se
entrega por nosotros y para nosotros. ¡Cristo, sacerdote eterno, ten piedad
de nosotros!
(Niña/o con cartel: En casa nadie quiere ayudar a mamá. ¡Habrá que
buscar una cachifa!) 3. Pensamos que Dios está obligado a darnos lo que le
pedimos. Dejamos de lado ofrecernos como instrumento para que su amor alcance a
otros. ¡Señor, Pan de Vida, ten piedad de nosotros!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA: La primera
lectura procede del Libro del Génesis.
Refiere la bendición que hizo el Sacerdote Melquisedec a Abraham cuando este
llegó victorioso de una batalla. El origen o el final de este rey y sacerdote
no se conocen; pero él dispuso que el sacrificio fuese pan y vino, tal y como
lo enseñó Jesús y nosotros lo seguimos
haciendo.
SALMO: El Mesías
esperado por el pueblo judío no podía tener principio ni fin, ni depender de
ninguna investidura humana. El salmo 109 aclama a Melquisedec, rey de Salem y
sacerdote del Dios altísimo, por cuanto animaba su esperanza en la llegada del
Rey y Mesías prometido. Así también lo ha visto la Iglesia.
SEGUNDA: Pertenece a san Pablo, en su Primera Carta a
los Corintios, el documento más antiguo sobre la consagración en la Ultima
Cena, constituyendo parte de la oración
que proclama el sacerdote durante la Consagración: ‘Cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman
la muerte del Señor, hasta que vuelva’.
EVANGELIO: Frecuentemente
observamos situaciones dolorosas y nos limitamos a contárselo a otro, sin la
menor intención de intervenir ayudando. Así sucedió con los Apóstoles, que ni
remotamente supusieron que fuera a ellos a quienes les correspondía intervenir
a favor de la gente necesitada que seguía a Jesús para que –solo entonces- Dios
obrara con su poder.
ORACIÓN DE LOS
FIELES
Nuestro Señor Jesucristo quiso quedarse para siempre con nosotros en la
Eucaristía (A cada oración, respondemos: …¡El Pan de la Vida Nueva!):
1. Por la
Iglesia. Por el papa Francisco. Por nuestros obispos (…). Para que cuenten
siempre con el aliento del Espíritu Santo y puedan llevar a cabo la misión que
Jesús ha confiado a sus Apóstoles. Danos
siempre, Señor…
2. Para que
leamos con más constancia la Biblia. Que nos animemos a leer el Nuevo
Testamento para comenzar a conocer a Jesús y convertirnos en sus amigas y
amigos. Danos siempre, Señor…
3. Te
encomendamos a todos los consagrados a tu servicio. Cuídalos en sus necesidades
personales. Que haya abundancia de vocaciones auténticas y que sean tenidos por
amigas y amigos dondequiera se
encuentren. Dales siempre, Señor…
4. Decimos que
Dios es amor. ¿Pero amamos a los demás? ¿Sirve de algo decir “Dios es amor” si,
luego, no nos ven que damos y ofrecemos cariño? Para que nos tomemos en serio
las palabras de Jesús. Danos siempre,
Señor…
5. Demos gracias
al Señor porque su Santo Espíritu nos
capacita para descubrir las necesidades de nuestro prójimo y servirlos con amor,
porque nos hace ‘misericordiosos’. Danos
siempre, Señor…
6. Queremos
suplicarte, Señor, por nuestras familias. Son ellas las que enseñarán a los más
pequeños, con su ejemplo, a perseverar y asumir con alegría el compromiso de
formarnos para conocer nuestra fe sin conformarnos con ‘salir’ de cada sacramento y, así, poderte amar, Señor, en quienes
nos rodean. Dales siempre, Señor…
7. Te suplicamos,
Señor, llenes de bendiciones a quienes hoy lloran a un ser querido y que a
estos les concedas vivir en tu morada eterna. Dales siempre, Señor…
OFERTORIO (Una Familia presenta una gran hostia y el vino que se consagrarán.)
Jesús, Tú eres el Pan de Vida, eres el Pan de la Unidad. En pocos
momentos todos comulgaremos de un mismo y único Pan, Cristo Jesús, quien ha
querido ser nuestro Alimento. ¡Gracias, Señor, por lo que harás en nosotros! (Esta pequeña oración la lee un/a niño/a)
ORACIÓN FINAL
Gracias, Señor, porque eres el Pan Vivo que has bajado del
cielo,dándonos vida y consuelo. ¡Que nunca nos falte tu Alimento! Amén.
Comentarios
Publicar un comentario