V Domingo de Cuaresma, 13 de marzo de 2016




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengamos todas y todos! Sean bienvenidos a nuestra Eucaristía. Estamos en el tiempo de la Misericordia divina, que debe movernos a la misericordia de unos para con los otros, perdonándonos y perdonando, aceptando humildemente la Salvación que nos da Jesucristo, Señor nuestro.
Hemos llegado al V Domingo de Cuaresma, la cual está próxima a terminar, dando paso a la Semana Mayor y, en ella, al Triduo Pascual. En este tiempo hemos podido descubrir cómo es el Padre, cuánta Misericordia hay en Él, y cómo es el Hijo, que se hizo fragilidad humana para salvarnos.
Hoy nos encontraremos con una actitud fundamental: somos pecadores y, por tanto, debemos arrepentirnos para poder seguir el camino de la Vida verdadera. Y porque nosotros somos pecadores hemos de ser compasivos ante las faltas ajenas, pues también ellos deben recibir el perdón y seguir construyendo la Vida.

PENITENCIAL
1. Confesamos nuestros pecados pero no nos perdonamos por haberlos cometido. ¡Señor ten piedad! (Niño/a: ‘Yo no merezco el perdón de Dios.’ Otro/a: ‘Gracias, Señor, porque tu perdón me restableció.’).
2. Recordando nuestros pecados del pasado nos paralizamos y dejamos de crecer en la fe, la esperanza y el amor. ¡Cristo ten piedad! (Niño/a: ‘Yo no puedo cambiar porque yo soy así.’ Otro/a: ‘Señor, tú eres mi fuerza para cambiar y lograr seguir adelante. ¡Gracias, Señor!’).
3. Nos fijamos en las faltas notorias de los demás, pero no consideramos las nuestras, tal vez no tan visibles pero sí muy significativas. ¡Señor ten piedad! (Niño/a: ‘¡Viste a esa muchachita que responde tan groseramente? ¡Qué horror!’ Otro/a: ‘No, yo estaba pensando qué mal estuvo cuando yo también lo hice… ¡Dios me perdone!’)

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Nos encanta quedarnos amarrados al pasado y, aunque sea muy doloroso, nos encontramos frecuentemente con lo que ya no es. La primera lectura, del Libro de Isaías, nos presenta la orden del Señor a los judíos desterrados en Babilonia de no recordar lo pasado ni pensar en lo antiguo, pues debían seguir adelante y ver aquello que esperaban, hecho que se cumpliría en la acción de Cristo a favor de todos. Así quiere Él que vivamos: siempre hacia adelante.
SALMO.- Oraremos con el Salmo 125, canto de alegría de los judíos al volver del destierro de Babilonia. Podríamos equiparar hoy ese destierro con nuestras grandes dificultades, en las cuales Dios nos sorprende presentando soluciones que parecían imposibles, fortaleciendo nuestra esperanza y animándonos a perseverar en la fe.
SEGUNDA.- La persona que ha sido conquistada por Cristo debe conquistar la perfección a la que el Señor nos llama a todos. El apóstol san Pablo invita a la Iglesia de Filipo a reconocer su pecado y lanzarse a la carrera que los llevará a la meta, que es Cristo mismo. El perdón recibido nos fortalecerá.
EVANGELIO.- Escucharemos -del Evangelio de san Juan- la proclamación de la escena de la mujer adúltera, quien había sido descubierta en pecado y acusada hasta por quienes pecaban con ella.  Como debe ocurrir entre nosotros, conviene que nos encarguemos de nuestras propias faltas antes que de las ajenas. La gracia y el poder de Cristo, que vive en nuestros corazones, logrará lo que el palabrerío y nuestros propios sentimientos de culpa nos impiden obtener: libertad y paz verdaderas.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1) La Iglesia es pecadora pero también es santa. Y hemos de recordar que todos nosotros somos parte de esa Iglesia. Te pedimos, Señor, que nos animemos a construirla con el amor, el perdón y el esfuerzo de anunciarte cada día con nuestras obras y palabras. Roguemos al Señor.
2) Por los que gobiernan pueblos y naciones. Por los países sumidos en guerras y crisis de violencia. Por sus ciudadanos, verdaderos hacedores de cambios en pro de la vida. Para que tu paz, Señor, el perdón de unos a otros y la decisión de salir adelante los lleve a tu encuentro y a la superación de sus dificultades. ¡Que tus bendiciones nos ayuden a todos a vivir en esperanza! Roguemos al Señor.
3) Por los que nos reunimos en la casa del Señor. Para que podamos descubrir la imperiosa necesidad de seguir adelante, a pesar del dolor. Que recordemos a santa Carmen Sallés: ‘Adelante, siempre adelante. Dios proveerá.Roguemos al Señor.
4) Nos cuesta mucho obrar según tu Voluntad, Señor, y queremos que Tú cumplas la nuestra. Que, mirando a María,  aprendamos a ser humildes y confiar en Ti con gratitud. Roguemos al Señor
5) Cuando somos jóvenes creemos que tenemos el mundo a nuestros pies. Para que nos convenzamos que la Cruz de Cristo es la mejor herramienta para alcanzar una dichosa adultez y ancianidad, llena de ánimo y confianza en el logro de nuestras mejores metas. Roguemos al Señor
6) Oramos por todos los sacerdotes, especialmente por los nuestros. Que vean renovadas su fe y sus fuerzas en este tiempo cuaresmal y puedan emprender a la luz del Espíritu cualquier obra que les sea presentada, produciendo frutos de Vida. Que sean felices a pesar de sus sacrificios.  Roguemos al Señor.
7) Oremos por todos los difuntos, para que su eternidad transcurra en el gozo de adorarte, Dios nuestro.   Roguemos al Señor.
8) Oremos por los niños y jóvenes que se están preparando en las diferentes catequesis parroquiales, para que comprendan que la felicidad y la vida verdaderas se logran sirviendo a los demás. Roguemos al Señor

OFERTORIO
Señor, es verdad que queremos parecernos a Ti, pero no nos esforzamos y confiamos poco en tu Misericordia y poder. Sabemos que en la gran dificultad oraste al Padre y Él te sostuvo. Nuevamente te entregarás a Él por nosotros, aunque sin dolor. Al presentarte el pan y el vino que Tú convertirás en tu Cuerpo y en tu Sangre, te entregamos nuestras vidas, nuestros hogares, nuestros conocidos, compañeros, amigos y vecinos, nuestro país; en fin, a quienes forman nuestra historia. ¡Gracias, Señor, por hacerte presente siempre en la Eucaristía!

ORACIÓN FINAL
Señor Dios todopoderoso, que nos perdonas y enseñas para que, en tu Nombre, congreguemos a las personas de buena voluntad que quieran encontrarse con su Señor y Salvador, haz que, con corazón sencillo y obediente, podamos recibir y llevar tu misericordia. ¡Gracias, Padre!

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