Sábado Santo, Solemne Vigilia Pascual, 26 de marzo de 2016
LUCERNARIO
MONICIÓN
DE ENTRADA
¡Muy buenas noches para
todas y todos ustedes! Sepamos que todos somos invitados muy especiales a esta,
nuestra más grande celebración, la Vigilia Pascual, de la cual nacen todas las
celebraciones y vigilias por cuanto esta es la noche santa en que Jesús ha
pasado de la muerte a la vida: ¡Cristo ha resucitado!
Los ornamentos, la música,
todo refleja alegría, todo habla de la Resurrección. Es noche de triunfo, ¡la
vida ha vencido a la muerte! La luz nueva de la Pascua, la Palabra de Dios, el
agua y la propia Eucaristía de Pascua donde el pan y el vino consagrados serán
para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesús, el que hoy celebramos Resucitado,
glorioso, vivo, fuente del amor más sublime, nuestro Señor.
Comenzaremos la Vigilia
Pascual con la Bendición del fuego, del cual encenderemos el Cirio Pascual, que
simboliza a Cristo Resucitado, presente en medio de su Iglesia. Queremos que
Cristo sea nuestra luz, que nos encienda en el fuego de su amor para que
nuestra fe en Él ilumine cada aspecto de nuestras vidas. Así, recibiremos y comunicaremos la luz del cirio
porque somos testigos de la Resurrección del Señor.
Les invitamos, pues, a
salir. Como el sepulcro vacío, el templo quedará a oscuras. Afuera alabaremos
al Señor y, encendida la fogata en medio de nuestros cantos, entraremos
nuevamente a celebrar la Resurrección gloriosa de nuestro Salvador, vencedor de
las tinieblas del pecado y de la muerte.
MONICIÓN
AL PREGÓN PASCUAL
El pregón pascual que se
proclamará seguidamente, y con el que comenzamos la gran fiesta cristiana de la
Pascua, nos invita a descubrir la entrañable misericordia de nuestro Dios que
es capaz de transformar el pecado en gracia, la muerte en Resurrección y Vida.
MONICIÓN
A LAS LECTURAS
A continuación se dará
comienzo a la celebración de la Palabra de Dios, la cual es portada solemnemente
desde el fondo de la Iglesia. La invitación
es a dejarnos iluminar por ella. La recibimos de pie, manteniendo las velas
encendidas… Ahora podemos apagar las velas y sentarnos.
Por cuanto el Señor siempre
ha gustado de comunicarse con nosotros, comenzaremos escuchando lecturas del
Antiguo Testamento y alabando con los respectivos salmos. A las lecturas
de los libros del Génesis, Éxodo, Isaías y Ezequiel continuarán –luego del
canto de Gloria- dos lecturas del Nuevo Testamento: la Carta a los Corintios y
el Evangelio de san Lucas. Todas estas lecturas corresponden a
momentos claves de la historia de la Salvación
ANTIGUO
TESTAMENTO: Creados con amor extremo, descubriremos cómo
se manifiesta la siempre fuerza sanadora, liberadora y transformadora de Dios.
Al crear, liberar de la opresión y rescatar de la muerte, Dios está apostando a
la vida. Prestemos mucha atención porque
lo que se nos proclamará tiene mucho que ver con nuestra propia historia
personal de salvación.
GLORIA:
Hermanos:
¡Dios ha obrado maravillas a favor de cada persona! Corresponde, entonces,
expresar llenos de júbilo nuestra gratitud y nuestra alegría a Dios, siempre
fiel, cuyo amor es eterno. En esta noche de luz y de gozo, unámonos a la
Iglesia universal y, puestos de pie, volvamos a encender nuestras velas y
entonemos todos juntos el himno de nuestra alegría. (Se canta o reza el
Gloria)
EPÍSTOLA:
Pablo
lo explica muy bien a la comunidad de Corinto: Cristo resucitado nos trae vida
nueva. El pecado ha sido destruido y, por lo tanto, debemos morir al él y vivir
para Dios. Es momento, pues, para nosotros, de vivir la fraternidad y la
solidaridad más auténticas. ¡Vencer con Cristo!
EVANGELIO:
Nos
encontramos ante el misterio gozoso y en proceso de la vida construida y por
construir. Las mujeres serán las primeras en descubrirlo: ¡Cristo ha
resucitado! Su luz ya no tiene ocaso. Nada hay que buscar entre los muertos:
debemos buscar la vida en Dios, sin miedos, pues con nosotros está Aquel que ha
vencido hasta la muerte.
LITURGIA
BAUTISMAL
BENDICION
DEL AGUA
El agua es signo de la vida
nueva que, con su Resurrección, nos trae Jesucristo. Ha llegado el momento de
bendecir el agua y de renovar nuestras promesas bautismales. Recordemos que el
símbolo del agua hace referencia al Bautismo. En este Sacramento recibimos la
vida nueva de Jesús por cuanto por el agua somos incorporados a Jesucristo Muerto
y Resucitado, haciéndonos hijos de Dios Padre.
ANTES
DE LA ASPERSIÓN
Ahora, recordando nuestro
propio bautismo por el que fuimos incorporados a la vida de Dios, el celebrante
asperjará sobre nosotros el agua que acaba de bendecir. Al hacerlo, dos
expresiones de nuestra propia Salvación se harán presentes: por una parte la
grandeza de Dios y, como respuesta nuestra, el compromiso que adquirimos en el
Bautismo. Encendamos, nuevamente, nuestras velas de la Luz del Cirio Pascual.
ORACIÓN
DE LOS FIELES
La
Creación toda ha sido renovada con la Resurrección de Cristo. A Él presentemos nuestras
oraciones, llenos de confianza. (Respondemos:
Cristo Resucitado, escucha nuestra oración)
1.
Todos somos Iglesia que nació a la luz de la Resurrección del
Señor. Para que seamos anunciadores valientes y renovados del Mensaje de
Salvación que Jesús nos entregó y cuya
Resurrección confirmó. Roguemos al Señor
2.
Nuestra Iglesia sufre el martirio en cientos de cristianos que son perseguidos
y asesinados. Oremos por ellos y por quienes los persiguen, por quienes
persiguen al Hijo Único de Dios. Roguemos
al Señor.
3.
Presentamos a quienes rigen los destinos de los pueblos, para que la
Resurrección de Jesús ilumine sus proyectos y decisiones, y sea posible la paz
y el desarrollo, la justicia y el perdón en todas las naciones, especialmente
en la nuestra. Roguemos al Señor.
4.
Oremos, también, por toda la gente que sufre, que no ve solución a sus situaciones de vida.
Para que la Resurrección del Señor les llene de esperanza. Roguemos al Señor.
5.
Necesitamos, Señor, muchos sacerdotes santos, que te adoren y sirvan solo a Ti.
Que sean testigos creíbles de tu amor y tu sacrificio. Que sean capaces de
cambiarlo todo para serte fieles. Por eso, hoy queremos encomendar a todos los
sacerdotes que están presentes en nuestras vidas. Roguemos al Señor,
6.
Por todas las personas que te han desconocido. Por quienes no te conocen. Por
quienes hemos dado testimonio falso de Ti. Para que unos y otros descubramos la
Verdad del Evangelio. Roguemos al Señor.
7.
Recordamos a quienes han pasado por nuestras historias personales y ya no
están, porque se han ‘dormido’ para siempre. Oramos por ellos. Y por cuanto
creemos que Cristo ha Resucitado, entendemos que ellos también resucitarán,
pues en este día nuestra muerte ha sido vencida. ¡Estemos alegres! ¡Nos
volveremos a ver! Roguemos al Señor.
OFERTORIO
(Un matrimonio
seleccionado presenta la ofrenda del pan y del vino)
La
Iglesia toda se goza ante la ofrenda de amor permanente que es el pan y el vino, por cuanto se
convertirán en Jesús mismo, el Alimento para nuestra Salvación, del cual
participaremos en gesto fraterno y como memorial del misterio que hemos estado
celebrando. ¡Gracias, Señor!
ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, Sumo y
Eterno Sacerdote, a Ti dirigimos nuestra mirada agradecida por el misterio
redentor que acabamos de celebrar. Al hacerlo, Te damos gracias, también, por
cada sacerdote que, sobre la tierra, ha consagrado tu Cuerpo y tu Sangre.
Suplicamos para ellos tus bendiciones y la fuerza que viene de lo alto. Y a
nosotros aquí presentes y las pequeñas Iglesias domésticas que cada uno, cada
una, representamos, infúndenos el amor y la caridad necesarios para transformar
nuestro entorno y dar gloria a tu Nombre dondequiera que nos encontremos. Amén.
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