Domingo de Ramos, 20 de marzo de 2016 (con procesión)
MONICIÓN
A LA ACTIVIDAD
Hermanos, ya nos
encontramos reunidos para iniciar la Procesión con la que nos disponemos a
acompañar a Jesús en su entrega plena a la voluntad del Padre. Iremos con el
Maestro. Comencemos, pues, con la Bendición de los Ramos.
ORACIÓN PARA LA BENDICIÓN DE LOS RAMOS
Oremos:
En el inicio de esta
Semana Santa, en la que vamos a ir contemplando los misterios centrales de
nuestra fe cristiana, acudimos a Ti, Señor y Padre nuestro, para que envíes tu
bendición sobre nuestras personas, de modo que permanezcamos siempre unidos a
Jesús, el Señor, y lo manifestemos -de forma concreta- estando cerca de cuantos
necesitan de nuestro compromiso cristiano. Bendice ╬ también estos
Ramos, con los que expresamos el inicio de las celebraciones de estos días. Por
Jesucristo, nuestro Señor. .
(Se rocían los ramos con agua bendita)
(Se rocían los ramos con agua bendita)
MONICIÓN AL EVANGELIO
Escucharemos el
relato de san Lucas cuando Jesús entra en Jerusalén; y no lo hace montado en un
brioso caballo, rodeado de servidores, no. Lo hace en un burrito, símbolo de
paz y humildad, y rodeado de los pequeños del mundo, aquellos que habían sido
tantas veces servidos por el que –ahora- es aclamado como ‘el que viene en
Nombre del Señor’, el ‘bendito’. ¿Será que nos atreveremos también nosotros a
aclamarlo, aquí y ahora? Escuchemos.
EVANGELIO (Lucas 19,28-40)
MONICIÓN A LA PROCESIÓN
Como decíamos en un
principio, el sentido de la Procesión es acompañar a Jesús para
ir con Él a la Pasión. Le acompañaremos en sus momentos de duda, de
angustia, de absoluta soledad, de abandono de quienes compartieron con Él la
invitación del Reino y Le vieron obrar milagros. Le acompañaremos hasta cuando su
Padre parezca haberlo abandonado. Al hacerlo, manifestamos nuestra disposición
de acercarnos y acompañar a quienes hoy día están sufriendo. Iniciemos, pues,
la Procesión.
(Llegados al templo, se continúa con la Celebración
Eucarística. Se elimina el Acto Penitencial)
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días para todas y todos ustedes! Hoy es día de júbilo y de alegría en el
cual se percibe, además, el amor que llega al más grande sacrificio: la Cruz.
Nuestro
Señor Jesucristo, quien hasta ese momento había hecho callar a los demonios
cuando declaraban su filiación divina,
hoy permite a todos –y si fuera preciso, hasta a las piedras- proclamar que Él
es Rey.
Con
la procesión hemos iniciado la Semana más trascendental de todo el año
litúrgico, aquella en que evocaremos la Primera Eucaristía y el mandato del amor
y servicio, así como el sacerdocio de los Apóstoles y sus sucesores. Viviremos
el dolor del juicio amañado y la condenación de Jesús, a quien podremos
acompañar en su Camino de Cruz. Ya muerto, consolaremos a María, su Madre;
pero, también descubriremos el sepulcro
vacío y nos gozaremos en su Resurrección. ¡Es la gran semana!
Vivamos
estos días con una fe renovada y renovadora, que agradece a Dios tan grande
amor. Permitámonos llenarnos de la Misericordia del Señor que testifica que Él
vive en nuestros corazones y que su Reino ya está en medio de nosotros.
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- Nos gustaría vivir
sin sufrimientos. El profeta Isaías, nos presenta una prefiguración del Siervo de Yahvé, quien se atreve a vivir el
amor en lo grato y en lo doloroso. Sostenido en la Palabra de Dios, que escucha
y medita, puede cumplir su misión de ayudar a otros. El sufrimiento del Siervo
será redentor, al igual que los nuestros, que no deben ser simples emociones
sino ofrendas de quienes se saben confiados al amor de Dios.
SALMO.- Repetiremos la
angustiosa protesta de desahogo de quien, en momentos de profundo sufrimiento,
siente la ausencia de Dios, en quien confía; por eso él ora, permitiéndose,
luego, reconocerse triunfador. Nos recuerda el sufrimiento de Jesús por nuestra
salvación. Acompañémoslo con mucha fe: Él nos acompaña en nuestros sufrimientos
SEGUNDA.- ¿Qué significa
perder o ganar? En su Carta a los Filipenses, San Pablo nos recuerda cómo
Cristo, haciéndose un simple ser humano, despojado de todo, sufrió la más cruel
muerte por nosotros. Como lo vemos, la entrega incondicional del Señor lo llevó
a ganar, vencer, vivir plenamente. Su insuperable amor fue compensado por el
Padre, quien lo resucitó y lo glorificó.
EVANGELIO.- De San Lucas se
nos presenta el relato completo de la Pasión de Aquél a quien en el Profeta
veíamos como el Siervo sufriente de Yahvé.
En lo que podemos considerar el más sublime acto de amor de toda la historia,
Jesús recorrió un camino de dolor, de humillación y de obediencia al Padre, que
terminó con su Muerte en El Calvario, pero que, con su Resurrección nos legó la
Salvación. Es el misterio del dolor y el amor, del dolor y el perdón del Hijo
en comunión con el Padre.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
Oramos por la Iglesia. Para que, con humildad, nos presente a todos al Dios de
la Vida, sin otro interés que el de servirlo a Él y a quienes Él ama y
llenarnos de esperanza. Roguemos al
Señor.
2.
Por el papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos. Por
todos los bautizados. Roguemos al Señor.
3.
Para muchas familias la Semana Santa no es más que un tiempo de necesario descanso.
Te suplicamos, Señor, que nos muevas a todos a entregarte este tiempo con
prácticas de piedad y servicio al prójimo, y que podamos gozar del gran
beneficio que esto nos traerá. Roguemos
al Señor.
4.
Hay muchas personas que viven en constante sacrificio debido a su condición de
vida, enfermedad o las situaciones difíciles que atraviesan. Para que puedan
fijar su mirada en Tu Pasión y Muerte, pero, más aún, gozarse en Tu
Resurrección, para que renueven su esperanza y su alegría. Roguemos al Señor.
5.
Muchas personas poderosas Te odian, Señor, y tratan de destruirte martirizando
y asesinando a quienes Te aman y siguen con corazón sincero. Oramos por los
miles de cristianos que sufren y mueren sólo por serlo. Que la Luz del
Resucitado mantenga clara su mirada en Ti, Señor, para que perseveren hasta el
final y reciban el premio de la resurrección. Roguemos al Señor.
6.
Por quienes se alejan de tu fe por medio de prácticas idolátricas, para que
reconozcan que Tú eres el único que nos da vida verdadera y que eres quien está
dispuesto a todo por nuestra
felicidad y Salvación. Roguemos al
Señor.
OFERTORIO
(Un matrimonio se
acerca hasta el altar el CÁLIZ y las VINAJERAS, pero se colocan a cada lado del
sacerdote; se escucha la monición del Ofertorio)
Tú
prometiste, Señor, que estarías siempre con nosotros, hasta el final de los
tiempos. Cada día Te vuelves a ofrecer a Dios Padre, de manera incruenta, por
amor a nosotros sobre cada altar de la Tierra. Sólo podemos colaborar contigo
en presentarte las especies de PAN y
VINO, lo que nos compromete a dos cosa: a orar para que siempre haya SACERDOTES que consagren tu Cuerpo y tu
Sangre y nos guíen hacia Ti e, igualmente, a llevar tu Palabra y tu
auxilio a quienes lo necesitan. ¡Gracias, Señor, por amarnos de esta
manera! (Ahora entregan la Ofrenda y se
retiran)
ORACIÓN FINAL
Señor,
Dios nuestro, Te agradecemos por hacernos sensibles a Tu entrega y sufrimiento
en la Cruz por amor a nosotros. Haz que, por Tu sacrificio, nuestra fe sea
renovada y nuestras actitudes Te hagan presente dondequiera que nos
encontremos. Amén.
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