Domingo de Ramos, 20 de marzo de 2016




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos ustedes! Hoy es día de júbilo y de alegría en el cual se percibe, además, el amor que llega al más grande sacrificio: la Cruz.
Nuestro Señor Jesucristo, quien hasta ese momento había hecho callar a los demonios cuando declaraban su filiación  divina, hoy permite a todos –y si fuera preciso, hasta a las piedras- proclamar que Él es Rey.
Con esta aclamación iniciamos la Semana más trascendental de todo el año litúrgico, aquella en que evocaremos la Primera Eucaristía y el mandato del amor y servicio, así como el sacerdocio de los Apóstoles y sus sucesores. Viviremos el dolor del juicio amañado y la condenación de Jesús, a quien podremos acompañar en su Camino de Cruz. Ya muerto, consolaremos a María, su Madre; pero, también  descubriremos el sepulcro vacío y nos gozaremos en su Resurrección. ¡Es la gran semana!
Vivamos estos días con una fe renovada y renovadora, que agradece a Dios tan grande amor. Permitámonos llenarnos de la Misericordia del Señor que testifica que Él vive en nuestros corazones y que su Reino ya está en medio de nosotros.

PENITENCIAL
1. Creemos que Tú solo estás en las alegrías pero nos olvidamos de descubrirte, especialmente, cuando hay dolor. Señor, ten piedad.
2. Nos encanta lograr triunfos sin sufrimientos; a veces hasta nos deshonramos por obtener lo que nuestro esfuerzo no ha alcanzado. Cristo, ten piedad.
3. Asistimos a la Eucaristía pero solo como un rito que cumplimos. Olvidamos que sobre el altar se repite el misterio de nuestra Salvación y que Tú mismo te unes a nosotros. Señor, ten piedad.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Nos gustaría vivir sin sufrimientos. El profeta Isaías, nos presenta una prefiguración del  Siervo de Yahvé, quien se atreve a vivir el amor en lo grato tanto como en lo doloroso. Sostenido en la Palabra de Dios, que escucha y medita, puede cumplir su misión de ayudar a otros. El sufrimiento del Siervo será redentor, al igual que los nuestros, que no deben ser simples emociones sino ofrendas de quienes se saben confiados al amor de Dios.
 SALMO.- Repetiremos la angustiosa protesta de desahogo de quien, en momentos de profundo sufrimiento, siente la ausencia de Dios, en quien confía; por eso él ora, permitiéndose, luego, reconocerse triunfador. Nos recuerda el sufrimiento de Jesús por nuestra salvación. Acompañémoslo con mucha fe: Él nos acompaña en nuestros sufrimientos
SEGUNDA.- ¿Qué significa perder o ganar? En su Carta a los Filipenses, San Pablo nos recuerda cómo Cristo, haciéndose un simple ser humano, despojado de todo, sufrió la más cruel muerte por nosotros. Como lo vemos, la entrega incondicional del Señor lo llevó a ganar, vencer, vivir plenamente. Su insuperable amor fue compensado por el Padre, quien lo resucitó y lo glorificó.
EVANGELIO.- De San Lucas se nos presenta el relato completo de la Pasión de Aquél a quien en el Profeta veíamos como el Siervo sufriente de Yahvé. En lo que podemos considerar el más sublime acto de amor de toda la historia, Jesús recorrió un camino de dolor, de humillación y de obediencia al Padre, que terminó con su Muerte en El Calvario, pero que, con su Resurrección nos legó la Salvación. Es el misterio del dolor y el amor, del dolor y el perdón del Hijo en comunión con el Padre.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oramos por la Iglesia. Para que, con humildad, nos presente a todos al Dios de la Vida, sin otro interés que el de servirlo a Él y a quienes Él ama y llenarnos de esperanza. Roguemos al Señor.
2. Por el papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos. Por todos los bautizados. Roguemos al Señor.
3. Para muchas familias la Semana Santa no es más que un tiempo de necesario descanso. Te suplicamos, Señor, que nos muevas a todos a entregarte este tiempo con prácticas de piedad y servicio al prójimo, y que podamos gozar del gran beneficio que esto nos traerá. Roguemos al Señor.
4. Hay muchas personas que viven en constante sacrificio debido a su condición de vida, enfermedad o las situaciones difíciles que atraviesan. Para que puedan fijar su mirada en Tu Pasión y Muerte, pero, más aún, gozarse en Tu Resurrección, para que renueven su esperanza y su alegría. Roguemos al Señor.
5. Muchas personas poderosas Te odian, Señor, y tratan de destruirte martirizando y asesinando a quienes Te aman y siguen con corazón sincero. Oramos por los miles de cristianos que sufren y mueren sólo por serlo. Que la Luz del Resucitado mantenga clara su mirada en Ti, Señor, para que perseveren hasta el final y reciban el premio de la resurrección. Roguemos al Señor.
6. Por quienes se alejan de tu fe por medio de prácticas idolátricas, para que reconozcan que Tú eres el único que nos da vida verdadera y que eres quien está dispuesto a todo por nuestra felicidad y Salvación. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
(Un matrimonio se acerca hasta el altar el CÁLIZ y las VINAJERAS, pero se colocan a cada lado del sacerdote; se escucha la monición del Ofertorio)
Tú prometiste, Señor, que estarías siempre con nosotros, hasta el final de los tiempos. Cada día Te vuelves a ofrecer a Dios Padre, de manera incruenta, por amor a nosotros sobre cada altar de la Tierra. Sólo podemos colaborar contigo en presentarte las especies de PAN y VINO, lo que nos compromete a dos cosa: a orar para que siempre haya SACERDOTES que consagren tu Cuerpo y tu Sangre y nos guíen hacia Ti e, igualmente, a llevar tu Palabra y tu auxilio a quienes lo necesitan. ¡Gracias, Señor, por amarnos de esta manera! (Ahora entregan la Ofrenda y se retiran)

ORACIÓN FINAL
Señor, Dios nuestro, Te agradecemos por hacernos sensibles a tu entrega y sufrimiento en la Cruz por amor a nosotros. Haz que, por tu sacrificio, nuestra fe sea renovada y nuestras actitudes Te hagan presente dondequiera que nos encontremos. Amén.


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