Domingo de Pascua de Resurrección, 27 de marzo de 2016





MONICIÓN DE ENTRADA
¡Alegrémonos, hermanas y hermanos! ¡El gran día ha llegado! ¡El Señor ha resucitado!  ¡El Señor ha pasado por nuestras vidas renovándolo todo!
El Mesías de Dios se convirtió en el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo y restablecer nuestra condición debilitada por ese pecado. Le costó gran humillación y sufrimiento, pero resultó vencedor.
Podríamos animarnos a crecer con su triunfo y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Será que yo puedo mirar el proceso vivificante del Señor y hacerlo proceso vivificador para mí? ¿Será que me dispongo a hacerle violencia al pecado que consiento para poder, así, vivir en humildad, caridad, respeto y fe?
Seguro que no dejaremos pasar esta alegría e iniciaremos un proceso de crecimiento para vivir en Misericordia, a ejemplo de Jesús.
Cantemos al recibir al celebrante en este día de alegría. ¡Aleluya! ¡Aleluya!

PENITENCIAL
Con su resurrección Jesús venció la muerte. Porque nos reconocemos pecadores recibiremos la aspersión del agua que fue bendecida durante la Vigilia Pascual. Queremos lavar nuestras vidas y  reavivar nuestra fe.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- La primera lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta a Pedro lleno del Espíritu Santo y anunciando la Salvación que nos trajo Jesús. El valor ha reemplazado al miedo. Hay mucho trabajo por hacer.
SALMO.- Alabaremos con el salmo 117, el salmo pascual por excelencia, rico en expresividad. Como diría san Agustín,  "Nada más grande que esta pequeña alabanza, ‘porque es bueno’, con que se dan gracias por la victoria pascual del Señor. ¡Agradezcámosle, pues, por su bondad! 
SEGUNDA.- Escucharemos un fragmento de la Carta de san Pablo a los Colosenses. El Apóstol comprendió muy bien que la Resurrección de Jesús debía cambiarlo todo, hasta nuestros miedos e inseguridades. Jesús Resucitado es anticipo de nuestra propia resurrección y, si realmente lo creemos, debemos vivir al estilo del Resucitado, en amor y servicio.
SECUENCIA.- En seguida se proclamará el hermoso himno que ya los primeros cristianos entonaban celebrando la gloriosa Resurrección del Señor. Es verás el testimonio de las mujeres y que los Apóstoles lo confirman. Es hora de creer, crecer y madurar nuestra fe.
EVANGELIO.- Nuestro evangelista es san Juan. Rompiendo las tinieblas del mundo, Cristo resucita para anunciar e inaugurar el camino nuevo de la fe y la esperanza que hemos de transitar en la humildad y la sencillez de quien se sabe amado y amante. Amor, perdón y misericordia han de caracterizar nuestro nuevo camino.

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO (Se responde: ‘Sí creo.’)
·        ¿Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra?
·        ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
·        ¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, nuestro Señor.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Todos somos Iglesia que nació a la luz de la Resurrección del Señor. Para que seamos anunciadores valientes y renovados del Mensaje de Salvación que Jesús  nos entregó y cuya Resurrección confirmó. Roguemos al Señor
2. Nuestra Iglesia sufre el martirio en cientos de cristianos que son perseguidos y asesinados. Oremos por ellos y por quienes los persiguen, por quienes persiguen al Hijo Único de Dios. Roguemos al Señor.
3. Presentamos a quienes rigen los destinos de los pueblos, para que la Resurrección de Jesús ilumine sus proyectos y decisiones, y sea posible la paz y el desarrollo, la justicia y el perdón en todas las naciones, especialmente en la nuestra. Roguemos al Señor.
4. Oremos, también, por toda la gente que sufre,  que no ve solución a sus situaciones de vida, a los que sufren enfermedad, soledad o prisión. Para que la Resurrección del Señor les llene de esperanza. Roguemos al Señor.
5. Necesitamos, Señor, muchos sacerdotes santos, que te adoren y sirvan solo a Ti. Que sean testigos creíbles de tu amor y tu sacrificio. Que sean capaces de cambiarlo todo para serte fieles. Por eso, hoy queremos encomendar a todos los sacerdotes que están presentes en nuestras vidas. Roguemos al Señor,
6. Por todas las personas que te han desconocido. Por quienes no te conocen. Por quienes hemos dado testimonio falso de Ti. Para que unos y otros descubramos la Verdad del Evangelio. Roguemos al Señor.
7. Recordamos a quienes han pasado por nuestras historias personales y ya no están, porque se han ‘dormido’ para siempre. Oramos por ellos. Y por cuanto creemos que Cristo ha Resucitado, entendemos que ellos también resucitarán, pues en este día nuestra muerte ha sido vencida. ¡Estemos alegres! ¡Nos volveremos a ver! Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Ya ha pasado la noche oscura de la Muerte de Jesús. Ahora nos gozamos en la Luz del Resucitado que se abre paso. Jesús ha quedado en nuestros corazones y en la Eucaristía. Sentado a la derecha del Padre espera que dejemos progresar su acción vivificadora. El sudario habla de aquello en que creemos: Resucitó. El pan y el vino, que se convertirán en Jesús mismo, el Alimento para nuestra Salvación, representen nuestra decisión de ser transformados con Cristo. ¡Gracias, Señor!

ORACIÓN FINAL
Padre bueno, que en el sufrimiento, Pasión y Muerte de Jesús nos perdonaste nuestro pecado y en su gloriosa Resurrección nos hiciste tus hijos, proyecto de amor divino, danos el coraje para llevar tanto amor a quienes encontremos y que podamos, así, hacer presente tu Reino aquí y ahora. Amén.

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