MISA DE GRADO - UNA 11 de febrero de 2016, 9:30 am



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos y hermanas! Seamos todos bienvenidos a esta Celebración en la que un grupo de trece estudiantes de la Universidad Nacional Abierta daremos gracias a Dios, una vez más, por su misericordiosa presencia en cada momento de nuestras vidas, transformándonos e impulsándonos a profundizar en conocimientos, habilidades y destrezas para la vida, así como en el desempeño profesional que hemos de desplegar en  adelante dentro del ejercicio de diversas carreras, a saber: XXXXXXX.  Al hacerlo, queremos pedir al Señor bendiciones abundantes para quienes han sido estímulo y soporte para llegar hasta aquí; nos referimos a nuestros familiares y amigos.
La Palabra de Dios en este día en que festejamos a Nuestra Señora de Lourdes nos anima a cambiar nuestra vida, a avivar nuestra fe, a alejar de nosotros todo lo que es contrario a la vida. El Señor nos invita a dejar atrás todo miedo, todo desasosiego, porque hay que vivir plenamente. Y si existiera alguna duda, hemos de recordar que nuestra Madre, María Santísima, ha estado y estará cerca de nosotros, siempre dispuesta a interceder por nuestras necesidades.
¡Con gozo, demos la bienvenida a los Graduandos!

LECTURAS

PRIMERA (Is 66,10-14)
Se nos proclamará un texto del profeta Isaías de singular belleza. En torno al final del cautiverio del pueblo judío en Babilonia habrá regocijo por la paz y bondad que Dios le dará. ¡Hay alegría y gozo para Jerusalén y por Jerusalén! Se anuncia que, en lo sucesivo, que será un lugar seguro, el lugar de encuentro con Yahvé. El renacer de este pueblo se expresa con imágenes de gran ternura. Realmente, lo que se celebra es la gloria de Dios que consolará a Israel de sus padecimientos.
  
Lectura del primer libro del profeta Isaías

Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense de su alegría todos los que por ella llevaron luto, para que se alimenten de sus pechos, se llenen de sus consuelos y se deleiten con la abundancia de su gloria. Porque dice el Señor: “Yo haré correr la paz sobre ella como un río y la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a quien su madre consuela, así los consolaré yo. En Jerusalén serán ustedes consolados. Al ver esto se alegrará su corazón y sus huesos florecerán como un prado. Y los siervos del Señor conocerán su poder”. Palabra de Dios. / A Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Jdt 13)
Hoy oraremos con un fragmento del libro de Judith, la mujer de  fe fuerte y gran confianza en el poder de Dios, quien logra una gran victoria sobre el poderoso y malvado Holofernes. Entonces Osías da gracias al Señor por esta hazaña, muy a su estilo, porque Él suscita poder en los débiles para socorrerlos, cuando menos lo esperan.

R Tú eres la honra de nuestro pueblo.

L/ Que el Altísimo te bendiga, más que a todas las mujeres de la tierra. Bendito sea el Señor,  creador de cielo y tierra /R
L/ Hoy el Señor te ha engrandecido  tanto, que no dejarán de alabarte aquellos hombres que se acuerden en la tierra del poder de Dios /R

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 R/ Aleluya, aleluya. Dichosa tú, santísima Virgen María, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. R Aleluya (Lc 1, 45)

EVANGELIO (Jn 2,1-11)
Como acontecía en el Salmo, el evangelista san Juan nos referirá que Dios da poder a los débiles. María, la humilde Madre de Jesús, cercana al dolor de los suyos, recurre a su Hijo –a quien conoce muy bien- confiada en su respuesta favorable a la necesidad que le plantea. Y, aunque Jesús manifiesta que todavía no es ‘su hora’, satisface la petición de María y obra su primer milagro. Esto sucedió en unas bodas en Caná de Galilea, pero puede ocurrir también hoy en nuestras vidas.

Lectura del santo Evangelio según san Juan
 En aquel tiempo, hubo una boda en Cana de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Este y sus discípulos también fueron invitados. Como llegará a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”. Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”. Esto que hizo Jesús en Cana de Galilea fue la primera de sus señales milagrosas. Así mostró su gloria, y sus discípulos creyeron en él. C/ Palabra del Señor. A/ Gloria a ti, Señor Jesús.

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