II Domingo del Tiempo Ordinario, 17 de enero de 2016
MONICIÓN
DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos! ¡Sépanse bienvenidas y
bienvenidos a nuestra Eucaristía semanal! La más fiel discípula de Cristo –la
Madre del Niño de Belén- nos invitará a escuchar a su Hijo, nos acompañará a
descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas, se constituirá en puente
comunicante para la adoración a Dios.
Hoy comenzamos la primera fase del Tiempo Ordinario que concluirá
el Miércoles de Ceniza, cuando iniciaremos la Cuaresma. En la alegría
vivificante de una boda Jesús realizará su primer milagro; lo hará a petición
de su Madre, María. Hemos de darnos cuenta que tenemos las capacidades
necesarias para tener éxito, para profundizar en nuestra vida de fe y dar frutos
de vida abundantes sin importar cuán difíciles y duras puedan ser las
situaciones que estemos viviendo. Hemos de dejar que el Señor surja,
triunfante, en nuestras vidas, transformando las situaciones y llevándonos a su
Padre.
PENITENCIAL
a) Nos refugiamos en recursos
materiales y humanos para solucionar nuestros conflictos. Olvidamos que quien
espera en el Señor jamás será defraudado. ¡Señor,
ten piedad! (Se escucha: ‘!Señor, te necesito!
¡Ayúdame!’)
b) Apostamos a la incapacidad
de los otros porque son diferentes de nosotros. Olvidamos que hemos sido
creados diferentes para complementarnos y que estamos perfectamente bien
dotados. ¡Cristo, ten piedad! (Se escucha: ‘Señor, Tú me ayudas por medio de las demás
personas’.)
c) Fácilmente aceptamos menospreciar
a la Madre de Jesús, para no quedar mal con quienes la desconocen. Olvidamos
que es nuestra Madre y que ‘el Hijo’ jamás la desoye, es obediente. ¡Señor, ten piedad! (Se escucha: ‘Sí, Madre, lo haré’)
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.-, La primera lectura es del
profeta Isaías. Toda la esperanza que el creyente pueda tener en Dios es
revelada mediante la relación que debe existir entre un esposo y su esposa:
proveerá de toda la felicidad que se requiera, a pesar de las dificultades que
se encuentren. Eso hará Dios en nuestras vidas, porque nos ama como debe amar
el esposo.
SALMO.- El salmo 95 canta a ese Soberano
justo y misericordioso en cuyas manos siempre estamos. Él es el Rey universal que
llega hasta nosotros y por eso le cantamos y le festejamos. Por eso se nos
invita a contar la gloria de Dios «a los pueblos» y después a dirigirnos a
«todas las naciones» para proclamar «sus maravillas». Esa debe ser nuestra
permanente actitud ante el Señor.
SEGUNDA.- Iniciamos la lectura continuada
de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios como segunda lectura. San
Pablo explica cómo la misteriosa Presencia fortalecedora y unificadora de Dios
administra, mediante su Santo Espíritu, los dones y carismas, enriqueciendo a
la Iglesia y preparando a los fieles para el servicio de unos a otros y, en
consecuencia, santificándolos por sus buenas obras.
EVANGELIO.- María se nos presenta como Aquella que debía señalarle a
Jesús que ya era la hora de iniciar su actividad salvífica sobre la humanidad. Aunque
Él no se había dado cuenta, obedece a la inquietud de su Madre, siempre atenta
a nuestras necesidades. Y ocurre, precisamente en una boda, que Jesús accede a
transformar lo que hubiera sido la vergüenza de unos esposos en alegría, al
cambiar seis tinajas llenas de agua en un vino excelente.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1)
El amor es la más poderosa de las fuerzas. Oremos por la Iglesia para que le
permita al Señor cambiar todo lo que sea necesario para que su Misericordia
abrace al mundo entero. Roguemos al Señor.
2)
Hay mucho sufrimiento alrededor nuestro. ¿Será que, cada una, cada uno de
nosotros, no podemos hacer algo por alguien, aliviando su dolor? ¡Ayúdanos a
lograrlo, Señor! Roguemos al Señor.
3)
La guerra es una triste realidad a todos los niveles. En nuestras familias, en
nuestras comunidades, en nuestros países, dondequiera que estemos, necesitamos
que Tú, Señor, nos enseñes a vivir en paz, de esa que solo Tú sabes dar. Roguemos al Señor.
4) A veces, Señor, te hacemos
violencia a Ti. Te tratamos igual que a los diosecillos a quienes ‘encargamos’
lo que necesitamos. Te tratamos como uno más Es más, te tenemos de ‘por si
acaso’ ellos nos fallan. Danos el valor de cambiar esto. Roguemos al Señor.
5) Nuestros corazones son
verdaderos acumuladores de dolores y ofensas. Por eso nos detenemos cuando
pensamos en perdonar. Que tu Corazón Misericordioso nos enseñe a perdonar
eficazmente. Roguemos al Señor.
6) Cada persona nos ofrece
una forma diferente y enriquecedora de ver la vida. Te encomendamos, Señor, a
cada persona que haya pasado por nuestras vidas, especialmente aquellas que ya
han partido para siempre. Queremos que estén en tu Reino. Que este Jubileo
Extraordinario de la Misericordia nos anime a ganar indulgencias por los
difuntos de nuestra historia. Roguemos
al Señor.
7) Oramos por quienes
integran las catequesis parroquiales, para que todos actuemos según tu Voluntad
y crezcamos en la fe y el servicio. Roguemos
al Señor.
OFERTORIO
1. (Pasan seis niños/as
portando seis vasitos con agua. Colocándose hacia el altar, vaciarán el agua y
elevarán los vasitos vacíos en señal de querer que sus vidas sean transformadas
según tu Voluntad).
Señor; creemos que somos
vasos llenos de vida, esto es, agua limpia y pura. / Al vaciar estos vasitos Te estamos entregando
nuestras vidas para que obres el mismo milagro de Caná: transformar todo lo
nuestro en sabor, color, aroma y consistencia agradables a Ti.
2.
Te
presentamos el pan y el vino que se
transformarán en tu Cuerpo y en tu Sangre. Entendemos que quienes Te recibamos,
espiritual o eucarísticamente, vamos a llevar al mundo tu entusiasmo porque
seamos más fraternos. ¡Gracias, Señor!
ORACIÓN
FINAL
Que la unidad de tu Cuerpo, que es la
Iglesia, testifique ante el mundo la presencia vivificante y vivificadora de tu
Espíritu, donde el Padre se recrea por la superación de sus miembros ante cada dificultad, cada exceso o carencia, cada
deformación del amor verdadero. Y que María Santísima encuentre nuestros
corazones bien dispuestos para que le confiemos nuestras necesidades. Amén
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