Eucaristía de la Natividad del Señor, 25 diciembre de 2015
MONICIÓN DE ENTRADA
Nuestro saludo es diferente en este
día, hermanos y hermanas. Sin importar cuántas situaciones dolorosas podamos
estar viviendo, solo hay un deseo en nuestros corazones: ¡Feliz Navidad, hermanas
y hermanos!
Les damos la más cordial bienvenida a
nuestra celebración solemne del Nacimiento del Hijo de Dios. El mensajero nos
ha anunciado que podremos encontrar la paz verdadera porque Aquel que es el
Verbo de Dios ha comenzado a actuar en medio de nosotros. Aquel que, ciertamente,
es la Palabra de Dios, ha comenzado a expresarse en medio de nosotros. ¡Nos ha
nacido EL REDENTOR! ¿Será que le reconoceremos? Vivamos gozoso la manifestación
de Dios hecha Eucaristía y recordemos llevar su mensaje, cual ángeles o
pastores lo hicieran, a donde quiera que nos encontremos.
La paz
es fruto de la vida espiritual. Jesús ha venido como el gran regalo que estamos
contemplando en estas Navidades. Claro está que, para ello, hemos de cultivar
la pequeñez que, por ejemplo, tuvieron los pastores. O, por ejemplo, la
pequeñez que tuvo María. Que con Ella, en este día dedicado a su Maternidad,
escuchemos con alegría el anuncio de estas lecturas.
PENITENCIAL
1. Y la Palabra era
Dios. Pero preferimos seguir buscando diosecillos que nos sigan adivinandi el
futuro, diciéndonos qué hacer o cómo controlar la vida propia y ajena. Señor que has nacido, ¡ten piedad!
2. La Palabra era la
Luz verdadera. Pero, además de hablar falsamente, nos expresamos de manera
inadecuada, olvidamos que somos templo del Espíritu Santo. Señor que has nacido, ¡ten piedad!
3. Y la Palabra se hizo
carne y acampó entre nosotros. Y nos olvidamos que su Presencia como parte de la
humanidad ha reafirmado la voluntad divina de que cada persona es una muy buena
creación de Dios y, por tanto, debemos tratarlos como seres de dignidad. Señor que has nacido, ¡ten piedad!
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA LECTURA (Isaías 52, 7-10)
Hoy es todo alegría: Tal y como lo expresa el
profeta Isaías, en la Primera Lectura, ¡qué
hermosos son los pies del mensajero...! Es que ha llegado el Señor que
esperábamos. La alegría y el amor por todo y por todos deben llenarnos hoy de
gozo, pues ese Niño nos ha traído la liberación.
Lectura del libro de Isaías
¡Qué
hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que
trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es
rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al
Señor, que vuelve a Sión.
Rompan
a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata
a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y
verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Salmo 97)
Con el Salmo 97 se adoraba a Dios cuando se
esperaba su venida. Los judíos piadosos creían que un día el Señor les
salvaría. Nosotros sabemos que Dios ha venido junto a nosotros en la debilidad
de un Niño. Sabemos que el Señor está con nosotros para salvarnos. Pero,
¿creemos realmente? ¡Creamos y alabemos! Dios se ha humanizado para
divinizarnos.
R/ Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
* Canten
al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la
victoria, su santo brazo. R/
* El
Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de
su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/
* Los
confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos
los confines de la tierra aclamen con júbilo al Señor. R/
* Toquen
la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de
trompetas, aclamen al Rey y Señor. R/
SEGUNDA LECTURA (Hebreos
1, 1-6)
El comienzo de la Carta a los Hebreos, que es
nuestra segunda lectura, nos expone el plan de Dios, trazado desde antiguo, por medio de los profetas. Hoy,
desde hoy, es el Hijo quien nos habla. Él nos trae nuestra Salvación.
Lectura de la carta a los Hebreos
En
distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros
padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el
Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido
realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su
ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Él mismo, habiendo
realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su
majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más
sublime es el nombré que ha heredado.
Pues,
¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré
para él un padre, y él será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir
en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.» Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya, aleluya. Nos
ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque hoy una
gran luz ha bajado a la tierra. Aleluya.
EVANGELIO (Juan 1, 1-18)
El Evangelio de San Juan nos presenta un
importante texto de la Escritura donde
se describe de manera muy completa a Nuestro Señor Jesús, hecho carne y establecido
entre nosotros para mejor conocer al Padre, para darnos la Salvación.
Lectura del santo evangelio según san Juan
En el
principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra
era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la
Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la
Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la
tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió
un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para
dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la
luz, sino testigo de la luz.
La
Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el
mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a
su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da
poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de
sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la
Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria
propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da
testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene
detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su
plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por
medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios
nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es
quien lo ha dado a conocer. Palabra del
Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Para que la Iglesia
transmita a las futuras generaciones el gran Misterio de la Navidad. Un
Misterio que es Dios en medio de nosotros. Para que sepa expresar en palabras nuestras lo que este Misterio
encierra. Roguemos al
Señor.
2. La Luz de Cristo se derrama en los corazones
de la humanidad a través de su Misericordia. Que el Papa Francisco pueda seguir
llevando la novedad del mensaje del Señor a todas las gentes y que lleve su Luz
a todos los niveles de la Iglesia que le ha sido encomendada. Roguemos al Señor.
3. En el año de la Misericordia de
Dios oremos por Venezuela, por sus gobernantes y sus ciudadanos. Que logremos
el desarrollo que necesitamos los hijos de Dios. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que estamos en esta
Eucaristía, atendiendo a nuestras tradiciones cristianas. Para que tengamos el
valor de mostrarnos cristianos ante este mundo que niega a Dios. Roguemos al Señor.
5. Hay muchos que no estuvieron en
nuestras mesas. Roguemos por quienes ya no se relacionan. Por los enfermos, los
que están hospitalizados. Por los presos. Por los que no pueden vivir la
Navidad en familia. Por los que se encuentran en dificultades. Por los que
están en otro país. Para que el Niño Dios esté presente en sus corazones. Roguemos al Señor.
6. Por nuestras familias. Para que las
reuniones de estos días sean signo de nuestra fe y de nuestra esperanza en
Dios. Para que la bendición de la mesa nunca se olvide, así como el visitar a
nuestros familiares y amigos enfermos, cantar aguinaldos o expresar nuestra fe
con un ‘¡Feliz Navidad!’ Roguemos
al Señor.
7. Recordamos a nuestros seres
queridos ya difuntos, quienes ¡hoy cantan y gozan ante el Niño Dios en el
cielo! Que nuestras oraciones les ayuden a vivir la paz de Dios, mientras
nosotros nos encaminamos al Señor en medio de nuestras situaciones. Que tu
Misericordia los haya llevado a la Presencia del Padre. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
1. Te entregamos en este día grande lo más grande que
tiene la humanidad: la familia, tan necesitada de vivir en tu Misericordia, Señor.
2. Queremos entregarte algo más. Esta vez se trata de
lo más grande que nos has entregado: tu Madre. Pues Ella es quien más exactamente nos refiere a
Ti y nos enseña cómo ser misericordiosos.
3. Finalmente, queremos entregarte lo más grande que
hemos recibido: la Salvación, que hoy se anticipa. Nuestra confianza está puesta
en Ti, Señor, y sabemos que este pan y este vino se habrán de convertir en tu Cuerpo y en tu Sangre
para nuestro sustento mientras alcanzamos la vida verdadera.
Por
todo esto, ¡GRACIAS, Señor!
ORACIÓN
FINAL
Señor, hoy solo podemos darte gracias. ¡El hombre se ha
divinizado porque Dios se ha humanizado! Gracias porque así de grande es tu
amor. Gracias porque no te arrepientes de tu creación ni te avergüenzas de este
pobre ser humano. Gracias, Señor, porque ahora no solo tenemos un Padre sino
que, además, un hermano y hasta una Madre. Gracias, Padre Bueno, por tanto
amarnos. Amén.
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