Eucaristía de la Natividad del Señor, 24 diciembre de 2015



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres y mujeres que ama el Señor!  Llenos de gozo, les damos a ustedes la más cordial bienvenida  a esta Eucaristía donde daremos gracias a Dios en la vigilia de la Navidad.
El ser humano perdió  conciencia de cómo llegar a Dios Padre, (Se apagan las luces).  Por eso, el Señor supo que debía venir Él mismo al mundo para enseñarnos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, cuál era el camino.  Así, Dios envió a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida, (entran tres niños con tres velitas) Aquél que nos habría de rescatar de la muerte y restablecer nuestra amistad con Él, en la fragilidad de un pequeño Niño.
Esta promesa se renueva cada día y, muy particularmente hoy, a través de todo aquello que nos llena de paz, esperanza y compasión hacia los  más necesitados y que mueve nuestra fe en el Dios-con-nosotros, de la mano de María, la primera adoradora y servidora del Dios Redentor.
            Dispongámonos, pues, a celebrar con profunda alegría.  Recibamos al celebrante. (Se terminan de encender las luces y el coro canta)
                                                                                                        
PENITENCIAL
1. Vino a los suyos y los suyos no Le recibieron. Pedimos perdón  porque cerramos al Señor nuestro corazón, despreciando Su Presencia. Señor que has nacido, ¡ten piedad!
2. El Verbo se hizo carne. Hoy pedimos perdón porque nuestras palabras no siempre hablan como nuestras obras y nos quedamos en palabras muy bonitas, pero nada más. Señor que has nacido, ¡ten piedad!
3. Tanto amó Dios al mundo que nos envió a Su Hijo único en Navidad. Pedimos perdón porque, nosotros también nos fijamos en lo que luce, en lo que se ve, en la apariencia, corriendo el riesgo de olvidarnos del amor que Dios derramó sobre todas  y todos en la primera Navidad. Señor que has nacido, ¡ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Pertenece a Isaías nuestra Primera Lectura. Causa asombro lo que el Príncipe de la paz logrará, aunque también nos asombrará la enorme carga que habrá de soportar sobre sus hombros. ¡Un Niño nos ha nacido! Será descendiente de David, el Emmanuel, en quien reside la plenitud, la justicia y la paz.
SALMO.- El salmo 95 es un canto de alegría: Dios reina sobre toda la Tierra, sobre todas sus criaturas. Todo y todos hemos de alegrarnos ante este acontecimiento: El Señor llega y nos trae justicia y verdad.
SEGUNDA.- De la Carta del apóstol san Pablo a Tito, se nos animará a estar conscientes que la gracia de Dios que nos ha llegado en Jesucristo -Hijo único del Padre, nuestro Salvador- nos debe llevar a actuar de manera diferente, según la Voluntad de Dios. Es la mejor manera de aguardar su segunda venida.
EVANGELIO.- El Evangelio de Lucas nos refiere cómo nació Jesús, en condiciones difíciles, pero colmado de amor. Jesús no tuvo –como se acostumbra ahora-         ‘baby shower’. Tampoco José o María lo pusieron a la orden de los vecinos. Jesús tuvo ángeles como mensajeros para hacer este anuncio, sólo que se hizo –primeramente- a los pobres y excluidos, a los pastores. ¡Mucho que aprender! 

ORACIÓN DE LOS FIELES
Cristo se hará presente en su Cuerpo y en su Sangre para todos nosotros,  elevemos al Señor las intenciones que hay en nuestros corazones:
1.    Para que la Iglesia transmita a las futuras generaciones el gran Misterio de la Navidad. Un Misterio que es Dios en medio de nosotros. Para que sepa expresar  en palabras nuestras lo que este Misterio encierra. Roguemos al Señor.
2.     Por  nuestro Papa Francisco,  para que, fortalecido por el Espíritu Santo, sea fiel cumplidor de tan particular y comprometedora misión. Que nos enseñe a vivir en Misericordia.  Roguemos al Señor.
3.     Clamamos tu Misericordia, Señor, para nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas. Queremos que experimenten un encuentro  vivificante con el Emmanuel y su mirada sane sus vidas. Que sean colmados de ternura, esperanza y fe contagiosas.  Roguemos al Señor.
4.     Recordemos a los cristianos de Tierra Santa, a los habitantes de Belén, primeros receptores del amor tierno y sencillo del Dios-con-nosotros.  Roguemos al Señor.
5.     Por las familias que se han reunido para celebrar, para que reine la alegría y la reconciliación y se gocen adorando al Niño Dios. Así recibirán el don precioso de la Paz. Roguemos al Señor.
6.     Por las familias que se han destruido o están próximas a serlo, para que descubran en el Belén las posibilidades de recuperarse, e intenten vivir unidos y en amor. Roguemos al Señor.
7.     Por todos quienes lloran la ausencia de un ser querido. Para que descubran cuán pequeña puede ser su soledad al contemplar al que fue dado a luz, en total humildad, pero que nos trajo a todos la Salvación. Roguemos al Señor.
8.     Por nosotros, para que nos convirtamos en testigos vivientes del más grande milagro que podamos presenciar: la transformación del pan y el vino en tu Cuerpo y Sangre, Señor, y Te adoremos. Roguemos al Señor.

MONICIONES DEL OFERTORIO
En este momento tan significativo de la Nochebuena, Señor, te presentamos estas ofrendas para alabar tu grandeza:
1.        LUCES
Por cuanto tú,  Señor, eres la Luz del mundo, te entregamos nuestro deseo y nuestro compromiso de que nuestras vidas siempre estén bañadas por tu Luz.
2.  (PAPÁ Y MAMÁ PORTANDO LAS FIGURITAS DEL NACIMIENTO, LOS HIJOS PORTANDO LA BANDEJA CON LA COMIDA: PAN DE JAMÓN Y HALLACA)
Te presentamos, Señor, nuestras tradiciones más auténticas de Navidad: por una parte, la representación del primer Belén –expresión de nuestra voluntad de ser, también, Sagradas Familias; y, por la otra, la comida que se comerá hoy en muchas mesas venezolanas –expresión del más profundo anhelo de unidad y  prosperidad para la familia venezolana.
3.  (LUCES custodiando al PAN, CÁLIZ, NIÑO, VINAJERAS, UVAS)
Cada niño o niña que nace nos recuerda la grandeza del amor de Dios, que quiso hacerse uno de nosotros para poder entregársenos como el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación.  Por eso, en esta ofrenda, te entregamos nuestra gratitud por Tu sacrificio, así como nuestro deseo y nuestro compromiso para que nuestras vidas sean, también, fuente de Misericordia, pues nos alimentamos de Ti.
Por todo esto,   ¡GRACIAS, Señor!

ORACIÓN FINAL
¡Gracias, Padre, por darnos a Jesús, Tu Hijo amado!
¡Gracias, Jesús, por querer compartir nuestra pobre humanidad para enaltecerla con tu nacimiento en medio de nosotros, para nuestra Salvación!
¡Gracias, Espíritu Santo, por cubrir con tu sombra a María y engendrar en su vientre virginal el Amor nuevo para la humanidad nueva!
¡Gracias, María Santísima, por colaborar con Dios en  el cumplimiento de su Plan de Salvación! ¡Gracias por hacerlo sin intentar ser Dios, sino humilde Sierva!
¡Gracias, José, esposo justo de María, padre adoptivo de Jesús, obediente y dispuesto para el Señor!
¡Gracias, Pastores, por tener oídos abiertos y corazón de adoradores del Dios-con-nosotros!
¡Gracias, Reyes Magos, por distinguir cuál es la verdadera manifestación de Dios entre nosotros! ¡Gracias por entrar al Camino de Salvación!

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