XV Domingo Ordinario 12 de Julio de 2015




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengan todos y todas ustedes!  Sean bienvenidos a la Eucaristía de este XV Domingo del Tiempo Ordinario que, para los venezolanos ha de revestir especial importancia  por cuanto se acaban de celebrar ciento dieciséis años de la consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar. Momento eucarístico y de renovación de esa consagración primera.
Así como los padres son colaboradores de Dios en la Creación del mundo -aun en desarrollo- cada persona también debe colaborar con lo que Dios le encomiende. ¡Esa es su misión personal! Y, por cuanto el resultado de toda misión debe ser anunciado a las personas, se apropiará cada cual de lo que sea necesario para enriquecer sus vidas. De esta manera vamos haciendo un mundo mejor. No debemos esperar grandes eventos para comenzar a transmitir lo que conocemos de Dios, ya que desde nuestra experiencia de vida cristiana tenemos mucho que aportar a otros. Al enriquecer a los demás nos enriquecemos nosotros y siendo presencia de Cristo en el mundo podremos ayudar a muchos a bendecir a Dios.
         El auxilio de Dios nos capacita en Cristo, quien nos ha bendecido con Su amor, Su santidad, Su fuerza y Su perdón. Que el Señor nos dé su gracia para que todo esto se haga realidad en nosotros.
         Hoy, debemos decirlo, guardamos en nuestros corazones la alegría y muchas enseñanzas de nuestro sacerdote claretiano Arkel Felipe Zambrano, quien falleciera el pasado lunes en la ciudad de Caracas. La humana tristeza de su partida nos anima a acercarnos más a Aquel a quien nuestro Arkelito amó con locura, que lo llenó de Su  paz y lo acompañó y fortaleció en sus momentos más dolorosos. Le despedimos en la seguridad de que el Señor le ha concedido el premio a su merecida carrera. ¡Hasta siempre, padre Arkel! ¡Haya PAZ!

PENITENCIAL
1. Olvidamos vivir como quien cree en Dios. Pensamos que es suficiente con creer en Él e invocarlo en el peligro. Señor, ten piedad.
2. Consideramos que las maravillas que vemos u ocurren alrededor nuestro son causadas por las personas y sus fuerzas. No le damos méritos a Dios y, por tanto, no le agradecemos nada bueno que acontezca. Cristo, ten piedad.
3. Cuando alguien de la Iglesia nos falla encontramos la excusa ideal para hablar mal de ella y sufrir. Jamás consideramos que nuestros esfuerzos por llevar la Palabra de Dios, el que nos ha enviado, serán recompensados por Él.  Señor, ten piedad.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Como lo veíamos la semana anterior, el profeta es esa persona a quien Dios envía para una misión específica. Amós, pastor y agricultor, ha recibido el llamado de Dios y cumple su misión, aunque a él mismo o a otros no les guste esto. Así como los profetas y los apóstoles, también nosotros podemos serle necesarios a Dios para extender Su Reino. Y, seguro, nos llamará y enviará.
SALMO.- El salmo 84 era una oración personal. Mediante ella, el salmista expresaba su ternura y confianza en Dios. Al ver los desastres que hacemos con la naturaleza y hasta con nuestra vida personal podemos dudar de la intervención de Dios que aquí se expresa. Pero, realmente, Dios ama lo que ha creado y busca que vivamos en justicia y paz; así es Su amor por nosotros.
SEGUNDA.- Nuestra segunda lectura es la Carta de Pablo a los Efesios, en la cual el corazón del creyente que ha experimentado a Dios Lo alaba y Le agradece por tantas y tantas bendiciones. ¡Será que nosotros, bendecidos por Dios, somos capaces de agradecerle por Su misericordia para con nosotros?
EVANGELIO.- No es de lo más sencillo ser enviado por Dios a cumplir una misión. Lo que ocurre es que todo enviado cuenta con Su gracia. El evangelio de san Marcos nos refiere esto, precisamente. A nivel del mundo no hemos de recibir beneficio alguno por cumplirle a Dios, quien, en cambio, nos dará recompensa en Su Reino. ¡Vale la pena el rechazo, las privaciones y esfuerzos por cumplir la misión de Dios!

 ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oramos por la Iglesia de Cristo, por cada  uno de los bautizados. Suplicamos al Señor asista con Su gracia  nuestro papa Francisco, especialmente en esta misión que lo trajo a América –concretamente a Ecuador, Bolivia y Paraguay-, para que diga las palabras que deben ser dichas, exprese cercanía y afecto sinceros para con los olvidados de la periferia del mundo y nos acompañe a interceder por la Iglesia que Tú, Señor, le has encomendado dirigir. Roguemos al Señor.
2. Presentemos al Señor la Venezuela que cada uno de nosotros vive, con lo bueno y lo menos bueno, y supliquémosle nos acepte como Pueblo suyo, consagrado a Su servicio, Su Nación Eucarística. Que solo Él puede darnos la Venezuela que necesitamos.  Roguemos al Señor.
3. También hoy, oremos por nuestros sacerdotes. Recordemos  valorar su misión. Comprendamos que, dondequiera que se encuentren, necesitan que recemos por ellos, que les apoyemos en momentos de debilidad y que los sintamos parte de nuestra familia. Roguemos al Señor.
4. Especial recuerdo por los sacerdotes que han fallecido. Encomendamos a nuestro padre Arkel Felipe Zambrano, quien se durmió en el Señor el pasado lunes, 6 de julio. Oramos a Dios Padre el perdón de sus faltas y la aceptación del amor que caracterizó todas sus acciones. Roguemos al Señor.
5. Próximos a la celebración de la festividad de la Virgen del Carmen, suplicamos a María Santísima que encienda los corazones de todos los venezolanos en el amor a Cristo Jesús, de manera que el perdón, la reconciliación y la paz reinen en cada vereda, calle o edificio de nuestro país y se haga posible la convivencia fraterna. Roguemos al Señor.
6. Rogamos al Señor por las personas que viven su fe de cualquier manera, practican yoga, ocultismo o meditación trascendental y cualquier técnica o doctrina que surja por ahí, sin darle importancia a las cuestiones fundamentales. Que la luz del Espíritu Santo les ayude a dejar atrás todo lo que les aleja de la fe. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Hoy queremos ofrendarte al misionero, Señor. A aquel que pertenece a una orden religiosa y, además, a aquel que va por el mundo como fiel creyente de Ti, sabedor de su ser cristiano, comprometido con su fe. ¡Gracias por bendecir Tu obra, Señor!
2. La Eucaristía es el gran alimento que nos sana, fortalece y capacita para ser cristianos dentro y fuera del templo. Te presentamos el pan y el vino que Tú mismo prepararás para que nosotros podamos cumplir nuestra misión de bautizados. ¡Gracias, Señor!

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