VI Domingo de Pascua 10 de mayo de 2015, Día de las Madres



 MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos y hermanas! Sintámonos bienvenidos a nuestra Celebración del VI Domingo de Pascua. Acercándonos al final de este Tiempo glorioso y a fiestas tan importantes como la Ascensión del Señor, Pentecostés, la Santísima Trinidad y Corpus Christi.
Por lo pronto, es día de sentir. Sentir que Dios es amor. Y que Su amor es origen, fuente del amor que ofrecemos; porque quien ama a Dios ama a los demás. Es que el fondo de Dios, su esencia, su ser…es el amor.
Precisamente en eso se nos debe notar que somos amigos de Jesús: en el amor que ofrecemos. Como un distintivo hemos de llevar Su amor: debe notársenos, jamás olvidarlo ni dejar que el egoísmo lo oculte.
Y qué hermoso que en este Domingo del amor celebremos a tantísimas mujeres que se han prestado para colaborar con Dios en el proceso creador, al permitirse ser madres. Privilegiadas criaturas que viven ese sí del servicio al hijo, a la hija, desde su pequeñez y su grandeza. ¡Dios bendiga a todas las madres!
Así que, con toda nuestra alegría, pongámonos de pie y sigamos viviendo la Pascua. Iniciemos nuestra celebración cantando mientras recibimos al celebrante.

PENITENCIAL
·        Porque olvidamos honrar a nuestros padres y madres. ¡Señor, ten piedad!
·        Porque creemos que las mamás son responsables de todo en la casa y las agobiamos. ¡Cristo, ten piedad!
·        Porque desconocemos la carga de dolores de nuestras madres y su gran falta de nuestras expresiones de amor.  ¡Señor, ten piedad!

MONICIÓN A LAS LECTURAS
PRIMERA.- Quien sigue a Jesús Resucitado sólo puede ser un mensajero creíble del Señor. Al verificar que Su poder y Su acción se manifiestan en ocasiones inimaginables, más allá de la lógica humana –como narra la Primera Lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles- todo discípulo del Señor ha de cambiar sus actitudes de vida, orar con devoción y confiar cada vez más en Él. ¡El Señor sabe lo que hace y cómo dar vida a Su Iglesia!
SALMO.- Ya próximos a la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo, alabaremos a Dios con el Salmo 97, propio para los “tiempos finales”, ya que explica el poder de Dios. En esos tiempos, todos seremos felices; de ahí que esperemos la gracia y la fuerza del Señor. SEGUNDA.- Amar a Dios es conocerlo. Quien lo conoce ama a Dios y a las personas. Así lo afirma Juan en su I Carta. Pero no se trata de un conocimiento teórico o informativo sobre quién es Dios, no. Es participar íntimamente de Su ser al punto de cambiar nuestras acciones, nuestras actitudes, hacia las personas, según ese amor de Dios.
EVANGELIO.- El Evangelio que se nos proclamará trata el mismo tema del amor de Dios y a Dios. San Juan nos anima a permanecer en el amor de Dios. Y no se trata simplemente de dejarnos amar por Dios, sino de permanecer en la tónica del amor divino, dejando que fluya y fecunde nuestra vida, tanto en el dolor como en la felicidad, llevándolo a todos.


ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Para que al Papa Francisco y a todos los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, a cada bautizado, se nos note que somos capaces de amar; que, a pesar de los limitantes que cada uno de nosotros tenemos como personas, se pueda descubrir fácilmente que actuamos desde el más grande amor: el amor de Dios. Roguemos al Señor.
2. Por todos nosotros. Para que no nos cueste tanto amar. Para que descubramos que mientras más amemos, seremos capaces de recibir más amor. Roguemos al Señor.
3. Para que aprendamos a ver más allá de los rostros, de las arrugas o de las angustias de quienes nos rodean. Para que aprendamos a descubrir en ‘los otros’ el Rostro de Cristo, que expresó amor aún en la Cruz. Roguemos al Señor.
4. Por todas las madres, para que el Señor les conceda amor, paciencia, capacidad de perdón y de servicio inagotables, de modo que nos sintamos amados por Dios a través de ellas. Roguemos al Señor.
5. Por las madres que están enfermas, solas o sufriendo situaciones difíciles, por las madres que están presas. Roguemos al Señor.
6. Por las madres que decidieron no estar con nosotros. Por las madres ya no pueden estar con nosotros. Que la encomendemos a nuestra Mamá María. Roguemos al Señor.
7. Por los niños y jóvenes que pronto recibirán algún nuevo sacramento: la alegría del Perdón o el Cuerpo de Cristo -por primera vez o con más plena consciencia- o la Confirmación; para que dispongan sus corazones y sus vidas para recibir y vivir al Señor Jesús. Roguemos al Señor.

OFRENDAS
1.   Hoy presentamos dos palabras. La primera es “¡Gracias, Señor!” Porque sentimos que debemos agradecerle al Señor el amor infinito que nos tiene.
2.   La otra palabra es “¡Gracias, Señor, por Mamá!” Porque sentimos que debemos darte gracias, Señor, porque tenemos una Madre, bendición Tuya, a pesar de sus errores. ¡Bendícela, Señor, dondequiera que esté!
3.   De tus innumerables bendiciones, la más humilde -pero la más plena- es la Eucaristía. Por eso te queremos agradecer que este pan y este vino se han de transformar en Ti mismo. Lo has hecho así por amor y para nuestra salvación. ¡Gracias, Señor, por tan grande Amor!

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