La Divina Misericordia (tomado de la página de EWTN)
Santa
María Faustina Kowalska
Elena
Kowalska, nació en Glogowiec en 1905, cerca de Cracovia, en Polonia. Unas pocas
semanas antes de su vigésimo cumpleaños, entró a la Congregación de las
Hermanas de Nuestra Señora de Misericordia, adoptando el nombre María Faustina.
En 1928 tomó los votos definitivos como monja.
El
comienzo de la devoción a la Divina Misericordia
El
22 de Febrero de 1931, tuvo una visión de Jesús en el pueblo de Plock, Polonia.
Sor Faustina relata en su diario lo que Nuestro Señor le dijo de esta manera:
"Pinte
una imagen de acuerdo a esta visión, con las palabras 'Jesús, en Vos confío' Yo
deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y luego en el mundo
entero."
"Yo
prometo que, el alma que venere esta imagen, no perecerá. También prometo
victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, especialmente a la hora de la
muerte. Yo mismo la defenderé con mi propia Gloria."
"Los
dos rayos indican Agua y Sangre. El rayo pálido significa el Agua que hace las
almas justas. El rayo rojo significa la Sangre que es la vida de las
almas."
"Estos
dos rayos salieron de las profundidades de Mi tierna Misericordia, cuando Mi
corazón agonizado fue abierto por la lanza en la Cruz."
A
partir de 1931, Faustina, tuvo una serie de revelaciones de Jesús. Todas ellas
las escribió en su diario de más de 600 páginas. Durante casi 20 años, estuvo
prohibida la devoción a la Divina Misericordia. Desde el 15 de abril de 1978,
la Santa Sede permitió la práctica de esta devoción.
Sor
Faustina murió de tuberculosis, el 5 de octubre de 1938, en Cracovia. Sus
restos mortales yacen en la capilla del convento bajo la milagrosa imagen de la
Divina Misericordia, fue beatificada el 18 de abril de 1993 y canonizada el 30
de abril del 2000 por S. S. Juan Pablo II.
Extractos
de los Mensajes de Nuestro Señor, según algunos extractos del diario de Santa
Faustina
Sobre
la Imagen.
"Ofrezco
a los hombres la vasija con la que han de seguir viniendo a la fuente de la
misericordia para recoger las gracias. Esa vasija es esta imagen con la firma:
Jesús, en Vos confío"
Sobre
la Coronilla.
"Alienta
a las personas a recitar la Coronilla que te he dado... Quien la recite,
recibirá gran misericordia a su hora de la muerte. Los sacerdotes la
recomendaran a los pecadores como su último refugio de salvación. Aún si el
pecador más empedernido recite esta Coronilla al menos una vez, recibirá la gracia
de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a aquellos
que confían en Mi Misericordia."
"Escribe
que cuando reciten esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me pondré
entre mi Padre y el, no como Justo Juez sino como Salvador
Misericordioso."
Sobre
la Festividad.
"Yo
quiero que esta imagen sea solemnemente bendecida el primer domingo después de
Pascua; ese domingo ha de ser la Fiesta de Mi Misericordia."
"En
aquel día están abiertas las entrañas de Mi Misericordia. Derramaré un mar
entero de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi
misericordia; el alma que se confiese [dentro de ocho días antes o después] y
comulgue [el mismo día] obtendrá la remisión total de culpas y castigos"
La
Hora de la Misericordia (Las Tres de la Tarde)
"Te
recuerdo, hija mía, que tan pronto como suene el reloj a las tres de la tarde,
te sumerjas completamente en mi Misericordia, adorándola y glorificándola;
invoca su omnipotencia para todo el mundo, y particularmente para los pobres
pecadores; porque en ese momento la Misericordia se abrió ampliamente para cada
alma."
"A
la hora de las tres imploren Mi misericordia, especialmente por los pecadores;
y aunque sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en
Mi desamparo en momento de agonía. Esta es la hora de gran misericordia para el
mundo entero. Te permitiré entrar dentro de Mi tristeza mortal. En esta hora,
no le rehusare nada al alma que me lo pida por los méritos de Mi Pasión."
Sobre
la Novena.
"Deseo
que durante esos nueve días traigas almas a la fuente de Mi misericordia, que
de allí podrán tomar fuerza y consuelo y cualquier gracia que necesiten en las
adversidades de la vida, especialmente en la hora de la muerte."
La imagen
El
primer elemento de la Devoción a la Divina Misericordia que fue revelado a la
Hermana Faustina fue la Imagen, el 22 de Febrero del 1931. Jesús se le aparece
con rayos de luz irradiando desde su Corazón y le dice:
"Pinta
una imagen según el modelo que vez, y firma: "Jesús, en ti confío".
Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo
entero." (Diario 47)
"Prometo
que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la
tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerta.
Yo Mismo la defenderé como Mi gloria." (Diario 48)
"Ofrezco
a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Este recipiente es esta imagen con la firma:
Jesús en Ti confío". (Diario 327)
"Los
dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que
justifica las almas. EL rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las
almas…"."Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi
misericordia cuando Mi Corazón agonizado fue abierto en la cruz por la
lanza."
"Estos
rayos protegen a las almas de la indignación Mi Padre. Bienaventurado quien
viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la mano justa de Dios."
(Diario 299)
"No
en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen,
sino en Mi gracia." (Diario 313)
"A
través de esta imagen concederé muchas gracias a las almas, ella ha de recordar
a los hombres las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por
fuerte que sea, es inútil." Diario (742)
En
estos textos se explica la doctrina de la Iglesia en cuanto a imágenes, la
justificación y la gracia. Primero, por si sola una imagen es meramente una
pintura, no importa cuán hermosa y expresiva. Sin embargo, puede señalarnos los
misterios de la fe y disponernos a recibir aquello que representan, en este
caso la Divina Misericordia.
Es
por tanto el recipiente, no la fuente, un recordatorio, no la realidad. Esta
realidad es la fuente misericordiosa de gracias que mana del Corazón traspasado
de Cristo en la Cruz, y que mana visiblemente para representar lo visible, es
decir lo sacramental, los signos de gracia, el Bautismo y la Eucaristía,
representando todos los sacramentos de la Iglesia. Por ende, San Juan en su
primera epístola insiste en la presencia de lo invisible con lo visible, el
Espíritu con el Agua y la Sangre.
La Fiesta
Durante el transcurso de las
revelaciones de Jesús a la hermana Faustina sobre la Divina Misericordia Él le
pidió en diversas ocasiones que se dedicara una fiesta a la Divina Misericordia
y que esta fiesta fuera celebrada el domingo después de la Pascua. Los textos
litúrgicos de ese día, el segundo domingo de Pascua, son concernientes a la
institución del Sacramento de Penitencia, el Tribunal de la Divina
Misericordia, de manera que van perfectamente con las peticiones de nuestro Señor.
Esta fiesta ya ha sido otorgada a la nación de Polonia, al igual que es
celebrada en la Ciudad del Vaticano. La canonización de la hermana Faustina el
30 de abril 2000 representa el respaldo más grande que la Iglesia le puede dar
a una revelación privada, un acto de infalibilidad Papal proclamando la segura
santidad de la mística.
De
hecho el día de la canonización de Sor Faustina esta fiesta se extendió a lo
largo de la Iglesia universal. Sobre esta fiesta dijo Jesús:
"Quien
se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas
y de las penas." (Diario 300).
"Quiero
que la imagen sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua y
que se le venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella. "
(Diario 341)
"Esta
fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el
abismo de Mis gracias." (Diario 420)
"Una
vez, oí estas palabras: Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible
misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo
para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están
abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre
las almas que se acercan al manantial de Mí misericordia. El alma que se
confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de
las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de
las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus
pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la
eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que
existe ha salido de las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mí,
por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi misericordia. La Fiesta de la
Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solamente el
primer domingo después de la Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que se
dirija a la Fuente de Mi misericordia." (Diario 699)
"Sí,
el primer domingo después de la Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero
también debe estar presente la acción y pido se rinda culto a Mi Misericordia
con la solemne celebración de esta Fiesta y con el culto a la imagen que ha
sido pintada." (Diario 742)
"Deseo
conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban
la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi Misericordia." (Diario 1109)
Podemos
apreciar de estos extractos que Nuestro Señor desea que durante la celebración
de esta fiesta se incluye la veneración solemne y pública de la imagen de la
Divina Misericordia por parte de la Iglesia, como así desea además la
veneración individual de cada uno de nosotros. La gran promesa para cada alma
es que un acto devocional de penitencia sacramental y comunión obtendrán para
esa alma la plenitud de la Divina Misericordia en la fiesta.
El
Cardenal de Cracovia, Cardenal Macharski cuya diócesis es el centro donde se
esparció la devoción y fue el patrocinador de la Causa de Sor Faustina,
escribió que debemos utilizar la cuaresma como una preparación para la fiesta y
confesarnos aún antes de la Semana Santa!. De modo que está claro que los
requisitos de confesión no tienen que cumplirse el mismo día de la fiesta. Esto
sería una carga imposible para el clero. Los requisitos de la comunión pueden
ser cumplidos fácilmente en ese mismo día ya que es día de obligación siendo un
Domingo. Solamente necesitaríamos confesarnos otra vez, si este sacramento se
recibió temprano en la cuaresma o en la Pascua, o si estamos en pecado mortal
en el día de la fiesta.
Decreto en torno a
las indulgencias
Se enriquecen con
indulgencias actos de culto realizados
en honor de la
Misericordia divina.
"Tu
misericordia, oh Dios, no tiene límites, y es infinito el tesoro de tu
bondad..." (Oración después del himno "Te Deum") y "Oh
Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia..."
(Oración colecta del domingo XXVI del tiempo ordinario), canta humilde y
fielmente la santa Madre Iglesia. En efecto, la inmensa condescendencia de
Dios, tanto hacia el género humano en su conjunto como hacia cada una de las
personas, resplandece de modo especial cuando el mismo Dios todopoderoso
perdona los pecados y los defectos morales, y readmite paternalmente a los
culpables a su amistad, que merecidamente habían perdido.
Así,
los fieles son impulsados a conmemorar con íntimo afecto del alma los misterios
del perdón divino y a celebrarlos con fervor, y comprenden claramente la suma
conveniencia, más aún, el deber que el pueblo de Dios tiene de alabar, con
formas particulares de oración, la Misericordia divina, obteniendo al mismo
tiempo, después de realizar con espíritu de gratitud las obras exigidas y de
cumplir las debidas condiciones, los beneficios espirituales derivados del
tesoro de la Iglesia. "El misterio pascual es el culmen de esta revelación
y actuación de la misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de
restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios
desde el principio para el hombre y, mediante el hombre, en el mundo" (Dives
in misericordia, 7).
La
Misericordia divina realmente sabe perdonar incluso los pecados más graves,
pero al hacerlo impulsa a los fieles a sentir un dolor sobrenatural, no
meramente psicológico, de sus propios pecados, de forma que, siempre con la
ayuda de la gracia divina, hagan un firme propósito de no volver a pecar. Esas
disposiciones del alma consiguen efectivamente el perdón de los pecados
mortales cuando el fiel recibe con fruto el sacramento de la penitencia o se
arrepiente de los mismos mediante un acto de caridad perfecta y de dolor
perfecto, con el propósito de acudir cuanto antes al mismo sacramento de la
penitencia. En efecto, nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del hijo
pródigo, nos enseña que el pecador debe confesar su miseria ante Dios, diciendo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme
hijo tuyo" (Lc 15, 18-19), percibiendo que ello es obra de Dios:
"Estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido
hallado" (Lc 15, 32).
Por
eso, con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, para
imprimir en el alma de los fieles estos preceptos y enseñanzas de la fe
cristiana, impulsado por la dulce consideración del Padre de las misericordias,
ha querido que el segundo domingo de Pascua se dedique a recordar con especial
devoción estos dones de la gracia, atribuyendo a ese domingo la denominación de
"Domingo de la Misericordia divina" (cf. Congregación para el culto
divino y la disciplina de los sacramentos, decreto Misericors et miserator, 5
de mayo de 2000).
El
evangelio del segundo domingo de Pascua narra las maravillas realizadas por
nuestro Señor Jesucristo el día mismo de la Resurrección en la primera
aparición pública: "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana,
estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se
encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
"La paz con vosotros". Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "La
paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío". Dicho
esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos"" (Jn 20, 19-23).
Para
hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo
Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia
plenaria, como se indicará más abajo, para que los fieles reciban con más
abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una
creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el
perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.
De
esta forma, los fieles vivirán con más perfección el espíritu del Evangelio,
acogiendo en sí la renovación ilustrada e introducida por el concilio ecuménico
Vaticano II: "Los cristianos, recordando la palabra del Señor "En
esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros" (Jn 13,
35), nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y
eficazmente a los hombres del mundo actual. (...) Quiere el Padre que en todos
los hombres reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo, nuestro hermano, tanto
de palabra como de obra" (Gaudium et spes, 93).
Por
eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo de fomentar al máximo en
el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia la Misericordia divina,
por los abundantísimos frutos espirituales que de ello pueden esperarse, en la
audiencia concedida el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos responsables
de la Penitenciaría apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los
términos siguientes:
Se
concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión
sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo
Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la
Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente
alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad
realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia
del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado
en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al
Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en
ti"). Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón
contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas
legítimamente aprobadas.
Además,
los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los
innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes
políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado
de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa
causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en
beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el
domingo de la Misericordia divina si con total rechazo de cualquier pecado,
como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible,
las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro
Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una
invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús
misericordioso, confío en ti").
Si
ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la
indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del
modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios
misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las
molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto
les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia
plenaria.
Los
sacerdotes que desempeñan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos,
informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la
Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y
en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa
misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia
divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones
antes indicadas; por último, dado que son "Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al
impartir la catequesis impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia
posible obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato
de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del
"Enchiridion Indulgentiarum".
Este
decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición contraria.
Dado
en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 29 de junio de 2002, en
la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.
Luigi
DE MAGISTRIS
Arzobispo
titular de Nova
Pro-penitenciario
mayor
Gianfranco
GIROTTI, o.f.m. conv.
Regente
La Hora de la
Misericordia:
Las Tres de la Tarde
Oraciones.
"Expiraste,
Jesús, pero la fuente de vida brotó inmensamente para las almas, y el océano de
Misericordia se abrió por todo el mundo. O fuente de Vida, Oh Misericordia
Infinita, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros."
"Oh
Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de
Misericordia para nosotros, en Vos confío."
Según
el diario de Santa María Faustina Kowalska.
"Yo
te recuerdo hija mía que tan pronto como suene el reloj a las tres de la tarde,
te sumerjas completamente en mi Misericordia, adorándola y glorificándola;
invoca su omnipotencia para todo el mundo, y particularmente para los pobres
pecadores; porque en ese momento la Misericordia se abrió ampliamente para cada
alma."
"A
la hora de las tres imploren Mi misericordia, especialmente por los pecadores;
y aunque sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en
MI desamparo en momento de agonía. Esta es la hora de gran misericordia para el
mundo entero. Te permitiré entrar dentro de Mi tristeza mortal. En esta hora,
no le rehusare nada al alma que me lo pida por los méritos de Mi Pasión."
La Coronilla de la
Divina Misericordia
Se
utiliza un rosario común de cinco decenas.
1.
Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.
2.
Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
"Padre Eterno,
te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro
Señor Jesucristo, //
para el perdón de
nuestros pecados y los del mundo entero."
3.
En las cuentas pequeñas del Ave María:
"Por Su dolorosa
Pasión, //
ten misericordia de
nosotros y del mundo entero."
4.
Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces:
"Santo Dios,
Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero."
Según el diario de Santa María Faustina Kowalska
"Alienta
a las personas a decir la Coronilla que te he dado... Quien la recite recibirá
gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes la recomendaran a los
pecadores como su último refugio de salvación. Aun si el pecador más
empedernido hubiese recitado esta Coronilla al menos una vez, recibirá la
gracia de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a
aquellos que confían en Mi Misericordia."
"Escribe
que cuando digan esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me pondré entre
mi Padre y él, no como Justo Juez sino como Misericordioso Salvador."
NOVENA DE LA DIVINA
MISERICORDIA
DESEO- dijo el Señor a Sor Faustina- que durante
esos nueve días lleves a las almas a la fuente de mi misericordia para que
saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las
dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día
traerás a mi Corazón a un grupo diferente de almas y las sumergirás en este mar
de mi misericordia. Y a todas estas almas yo las introduciré en la casa de mi
Padre (…) Cada día pedirás a mi Padre las gracias para estas almas por mi
amarga pasión.
PRIMER DÍA
Hoy,
tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos
en el mar de mi misericordia. De esta forma, me consolarás de la amarga
tristeza en que me sume la pérdida de las almas.
Jesús
misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de
perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu
bondad infinita. Acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca los
dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al
Espíritu Santo.
Padre
Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres
pecadores que están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús y por su
dolorosa pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos la omnipotencia de
tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
SEGUNDO DÍA
Hoy,
tráeme a las almas de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelas en mi
misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar
mi amarga pasión. A través de ellas, como a través de canales, mi misericordia
fluye hacia la humanidad.
Jesús
misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta tu gracia en nosotros
para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos
que nos vean, glorifiquen al Padre de misericordia que está en el cielo.
Padre
eterno, mira con misericordia al grupo elegido de tu viña, a las almas de los
sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de tu bendición.
Por el amor del Corazón de tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el
poder de tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación y a
una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin límite por los siglos de
los siglos. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
TERCER DÍA
Hoy,
tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi
misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del vía crucis. Fueron una
gota de consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús
misericordiosísimo, que desde el tesoro de tu misericordia les concedas a todos
tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu compasivísimo
Corazón y nunca nos dejes escapar de él. Te lo suplicamos por el inconcebible
amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre celestial.
Padre
Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu Hijo y por
su dolorosa pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu protección
constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con
toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
CUARTO DÍA
Hoy,
tráeme a aquellos que no creen en Dios y aquellos que todavía no me conocen.
También pensaba en ellos durante mi amarga pasión y su futuro celo consoló mi
Corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia.
Jesús
compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de tu
piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y de aquellos
que todavía no te conocen, pero que están encerrados en el compasivísimo
Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen
la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la
generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
QUINTO DÍA
Hoy,
tráeme a las almas de los hermanos separados y sumérgelas en el mar de mi
misericordia. Durante mi amarga pasión, desgarraron mi cuerpo y mi Corazón, es
decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas cicatrizan y de este
modo alivian mi pasión.
Jesús
misericordiosísimo que eres la bondad misma, tú no niegas la luz a quienes te
la piden. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas de
nuestros hermanos separados y llévalas con tu luz a la unidad con la Iglesia y
no las dejes escapar de la morada de tu compasivísimo Corazón sino haz que
también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.
Padre
eterno, mira con misericordia a las almas de nuestros hermanos separados,
especialmente a aquellos que han malgastado tus bendiciones y han abusado de
tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores,
sino el amor de tu Hijo y su amarga pasión que sufrió por ellos, ya que también
ellos están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús. Haz que también
ellos glorifiquen tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
SEXTO DÍA
Hoy,
tráeme a las almas mansas y humildes y las almas de los niños pequeños y
sumérgelas en mi misericordia. Estas son las almas más semejantes a mi Corazón.
Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como ángeles
terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo torrentes
enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi gracia;
concedo mi confianza a las almas humildes.
Jesús
misericordiosísimo, tú mismo has dicho: Aprended de mí que soy manso y humilde
de Corazón. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y
humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el
cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son un ramillete
perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios mismo. Estas
almas tienen una morada permanente en tu compasivísimo Corazón y cantan sin
cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
Padre
eterno, mira con misericordia a las almas de los niños pequeños que están
encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son las más
semejantes a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu trono.
Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que tienes por
estas almas y el gozo que te proporcionan.
Bendice
al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de tu
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
SÉPTIMO DÍA
Hoy,
tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y
sumérgelas en mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron mi pasión
y penetraron más profundamente en mi Espíritu. Ellas son un reflejo viviente de
mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con una luz especial en la
vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo
especial a cada una en la hora de la muerte.
Jesús
misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de tu
compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la
grandeza de tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios
mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante
confiadas en tu misericordia y unidas a ti, ellas cargan sobre sus hombros a
toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que tu
misericordia las envolverá en la hora de la muerte.
Padre
eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran tu
mayor atributo, es decir, tu misericordia insondable y que están encerradas en
el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus
manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones desbordantes de
gozo cantan a ti, oh Altísimo, un canto de misericordia. Te suplico, oh Dios,
muéstrales tu misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en
ti. Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo que: a las almas
que veneren esta infinita misericordia mía, yo mismo las defenderé como mi
gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
OCTAVO DÍA
Hoy,
tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el
abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre refresquen el ardor
del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mí. Ellas cumplen con el
justo castigo que se debe a mi justicia. Está en tu poder llevarles el alivio.
Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su
nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías
continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen
con mi justicia.
Jesús
misericordiosísimo, tú mismo has dicho que deseas la misericordia, he aquí que
yo llevo a la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas del purgatorio,
almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adecuada a tu
justicia. Que los torrentes de sangre y agua que brotaron de tu Corazón,
apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder
de tu misericordia.
Padre
eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que
están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Te suplico por la
dolorosa pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su
sacratísima alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están
bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús,
tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu compasión no tienen
límites. Amén.
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
NOVENO DÍA
Hoy,
tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Estas
almas son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas
tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los
Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este cáliz, si es tu
voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a mi
misericordia.
Jesús
misericordiosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a
la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a
cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor
puro. Oh Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y
atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque tú lo
puedes todo.
Padre
eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están
encerradas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la misericordia, te
suplico por la amarga pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la
cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia. Amén.
(1209-1229)
CORONILLA
A LA DIVINA MISERICORDIA
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